El nuevo brote de coronavirus en Israel genera mucha preocupación en Eilat, la ciudad del extremo sur del país a orillas del mar Rojo, en vísperas del verano israelí y el temor a un nuevo cierre de las actividades turísticas.
La situación de Eilat es seguida de cerca por el gobierno nacional debido al constante flujo de visitas, y especialmente luego de que 10 empleados hoteleros se infectaran con COVID-19.
“No podemos permitir que la ciudad sea arrastrada a otro cierre que detenga la actividad económica, para Eilat sería desastroso”, expresó el vicealcalde Eli Lanky en relación con la demanda de reservas hoteleras para julio y agosto, los meses más calurosos del año. “Todavía hay 12.000 personas que no regresaron a sus puestos de trabajo, cientos de negocios que no abrieron y otros tantos están destrozados”, agregó sobre las consecuencias de la primera etapa de la pandemia en Israel, que todavía no se superaron.
Para evitar un nuevo cierre desde el municipio presentaron al gobierno nacional un plan que permite testear a cada persona que ingresa a la ciudad, le facilita a cada turista una aplicación para que sepa qué atractivos turísticos están congestionados y no se pueden visitar, y proporciona a las personas toallas de dos metros de largo para marcar el distanciamiento en las playas; entre otras iniciativas.
Meir Yitzhak Halevy, alcalde de la ciudad, contó que la ejecución de este programa requiere una inversión de 15 millones de shekels (4,3 millones de dólares) pero que desde la oficina del primer ministro Netanyahu solo le aprobaron 2 millones (582 mil dólares).
“Estamos en una emergencia y esta ciudad genera miles de millones para las arcas del Estado. Es una gallina de huevos de oro, solo pedimos que no maten a la gallina en una situación como esta”, se quejó Halevy.