A pesar de las presiones del ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, Israel decidió este lunes aplazar la demolición de edificios de Jerusalem Este en medio de la presión internacional.
El primer ministro Benjamin Netanyahu sucumbió a presiones de la Embajada de Estados Unidos y de enviados europeos para suspender la demolición.
El edificio alberga unos 100 palestinos, de nueve familias, y la decisión inicial de demolerlo se tomó en 2014 después de que se construyera sin permiso.
La Corte Suprema de Justicia ordenó la demolición del edificio, y a lo largo de los años se llevaron a cabo negociaciones con el Ayuntamiento de Jerusalem para intentar cambiar la decisión. Las conversaciones no dieron resultado y el plazo establecido para la autodemolición del edificio venció el 7 de diciembre.
Ben-Gvir, que hizo campaña prometiendo luchar contra la construcción ilegal palestina, afirmó que la demolición se llevaría a cabo. "Se hará. Si no es mañana será pasado mañana y si no la semana que viene y sino dentro de dos semanas más. Lo que estoy seguro es que ocurrirá".
Tras el mortífero atentado de Jerusalem Este en el que murieron 7 israelíes, Ben-Gvir prometió hacer frente a la construcción ilegal en la parte oriental de la ciudad y demoler los edificios. Sin embargo, en comparación con el mismo periodo del año pasado, el número de demoliciones no fue significativo.
"Los edificios sólo se construirán conforme a la ley, incluso en Jerusalem Este, y es importante que todos los ciudadanos israelíes, sean quienes sean, sepan que se hará cumplir la ley y que no se permitirá que nadie la viole", declaró Ben-Gvir.
El Ayuntamiento de Jerusalem informó la semana pasada de que había creado una unidad encargada de hacer cumplir las normas de construcción y evitar infracciones en todos los barrios de la zona.
