Miles de pelícanos, en su agotador viaje hacia el sur durante el otoño, van a la caza de comida y amenazan las fuentes de peces criados por cientos de agricultores israelíes.
Prefiriendo una ruta terrestre a los cielos más arriesgados sobre el mar, cientos de millones de aves pasan por Israel cada temporada migratoria: en primavera en su camino hacia el norte, hacia Europa y Asia, y más tarde en el año de vuelta a África.
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Un pelícano blanco migratorio es alimentado, como parte de un proyecto financiado por la Autoridad de Parques y Naturaleza de Israel para evitar que los pelícanos se alimenten de los estanques de cría de peces comerciales.
(Reuters)
Se colocaron unas 2,5 toneladas de pescado de segunda categoría en un estanque designado en Mishmar Hasharon, un kibbutz comunal cerca de la costa mediterránea de Israel.
Se calcula que 45.000 de ellos son pelícanos hambrientos, entre las aves migratorias más grandes, que además son aficionados a los peces criados por los agricultores israelíes. Esto es costoso para los agricultores y puede ser peligroso para los pelícanos.
Una solución de las autoridades fue ofrecerles una comida alternativa en un lugar clave, y por eso se colocaron unas 2,5 toneladas de pescado de segunda categoría en un estanque designado en Mishmar Hasharon, un kibbutz comunal cerca de la costa mediterránea de Israel, donde los pelícanos son bienvenidos a darse un festín.
"El programa pretende minimizar los roces entre el hombre y el pelícano", explicó Ofir Bruckenstein, de la Autoridad de Parques y Naturaleza de Israel. Desde este refugio seguro, pueden continuar su peligrosa migración.
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Un pelícano blanco vuela sobre un depósito de agua en el valle de Emek Hefer, al norte de Tel Aviv.
(AFP)
Se calcula que alrededor de la mitad de los hasta 500 millones de aves mueren durante el viaje estacional.
La Sociedad para la Protección de la Naturaleza en Israel calcula que alrededor de la mitad de los hasta 500 millones de aves mueren durante el viaje estacional que recorre miles de kilómetros.
Entre los culpables se encuentran los depredadores naturales y la actividad humana, como la destrucción de hábitats y la electrocución con cables eléctricos, según consigna la agrupación.