Ultraortodoxos en el Muro de los Lamentos.
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EPA
Comercio en Jerusalem de productos de plástico.

Ultraortodoxos y cambio climático: poca conciencia, grandes resultados

El sector haredí consume bastante artículos de plástico pero genera menos desechos per cápita que el israelí promedio: no usan electricidad los fines de semana, no viajan en avión con frecuencia y tienen muy pocos automóviles.

The Media Line |
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Mientras las familias de todo Israel se reúnen para la cena, las comunidades ultraortodoxas se sientan a una mesa con vasos, platos y cubiertos de plástico desechables. El gran uso de estos productos por parte del sector haredí salió a la luz recientemente cuando el gobierno decidió duplicar el impuesto sobre estos artículos, lo que provocó una protesta del sector.
Gritando persecución, los políticos y los medios de comunicación haredíes criticaron la decisión, alegando que apunta al sector minoritario y tiene pocas ventajas ambientales. Los defensores del proyecto de ley, sin embargo, señalaron el hecho de que los hogares israelíes usan cinco veces más artículos de plástico desechables que sus equivalentes europeos.
La preferencia ultraortodoxa por el plástico de un solo uso se puede atribuir al hecho de que las familias haredíes tienen, en promedio, el doble de tamaño que las familias no haredíes. De este modo, aumenta naturalmente la carga de limpieza después de la comida, lo que empuja a muchos hogares a elegir plástico desechable en lugar de artículos más permanentes y menos derrochadores.
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Comercio en Jerusalem de productos de plástico.
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(The Media Line)
La ley entró en vigor a principios de noviembre, precedida por una furiosa carrera por parte de las familias ultraortodoxas por abastecerse de artículos de plástico antes de la suba de precios. Dos meses más tarde, se siente una clara disminución de la demanda, aseguran los tenderos del barrio haredí de Geula, en Jerusalem.
Fuera de la carretera principal, una entrada discreta por debajo del nivel de la calle conduce a un laberinto aparentemente interminable de habitaciones, "The Bazar of Dinner Table Artistry", una tienda especializada en artículos desechables. Desde servilletas hasta vajillas de plástico decoradas, dentro de la gran tienda se puede encontrar todo lo necesario para servir la mesa.
"Desde que los precios han subido, las ventas han disminuido en un 40%, en mi estimación”, dijo Rafael, un trabajador de la galería. Es mediodía y la tienda está tranquila, una imagen atípica, según los comerciantes, ya que a esa hora -antes de la subida de impuestos- las salas de la tienda estaban llenas de clientes.
Rafael expresa un apoyo cauteloso a la decisión del gobierno, en pos del beneficio ambiental. En ese sentido, cuenta que en el pasado, después del fin de semana, las calles del barrio se llenaban de bolsas de basura, repletas con la vajilla de las comidas de Shabat.
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Comercio en Jerusalem de productos de plástico.
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(The Media Line)
Shmuel, que administra el Express Market adyacente, es claro en su oposición a la decisión. Afirmó que “es un duro golpe” para las familias del área y agregó que el supermercado ha visto una disminución de más del 25% en las ventas, que ahora ocurren principalmente antes del fin de semana. Shmuel señaló también que los precios de algunos productos se han triplicado, lo que los hace muy caros para las familias numerosas.
La repentina atención prestada al tema reforzó la noción, presente en Israel como en otros lugares, de que la conciencia ambiental está ligada a una disposición liberal y secular. Por el contrario, la apatía hacia el problema climático, según el estereotipo, es sinónimo de tradicionalismo y religiosidad. De hecho, ¿qué puede expresar mayor desprecio por el calentamiento global que usar un vaso de plástico para beber un vaso de agua, antes de agregarlo a las pilas de desechos del mundo? Sin embargo, una mirada más cercana al sector haredí cuenta una historia completamente diferente.
Los números sorprendentes: demostrablemente verdes
No hay debate sobre el despilfarro y la nocividad de los artículos de plástico desechables. Sin embargo, la información recopilada por la Oficina Central de Estadísticas de Israel muestra que, a pesar del uso generalizado de plásticos por parte del sector haredí, los ultraortodoxos generan menos desechos que el promedio y significativamente menos desechos que los bastiones de la prosperidad financiera israelí.
En 2019, cada israelí, en promedio, generó 1,8 kg (casi cuatro libras) de desechos al día. No obstante, los residentes de la próspera ciudad de Kfar Shmaryahu en el centro de Israel produjeron casi 5,5 kg de desechos por día. En Tel Aviv, el residente medio generó 2,6 kg de basura al día. En contraste, los residentes de la gran ciudad haredí de Bnei Brak produjeron 1,4 kg por día, por debajo del promedio. En las ciudades ultraortodoxas más pequeñas de Emmanuel, El'ad y Beitar Illit, el promedio fue de alrededor de 1 kg por día.
Esta tendencia continúa cuando se examina el número de automóviles per cápita. Beitar Illit tiene menos de un vehículo por cada 10 habitantes; Bnei Brak alrededor de un automóvil por cada nueve personas que viven en la ciudad. En El'ad, la tasa es de un automóvil para siete residentes.
La apatía hacia el problema climático, según el estereotipo, es sinónimo de tradicionalismo y religiosidad. Sin embargo, una mirada más cercana al sector haredí cuenta una historia completamente diferente.
En comunidades mayoritariamente seculares, las cosas son diferentes. Sin embargo, en Tel Aviv, un automóvil es compartido por menos de dos personas en promedio. En Herzliya, la tasa es casi exactamente de dos residentes por vehículo, y en Ramat Gan había casi 100.000 automóviles en 2020, que atendían a poco menos de 165.000 residentes.
En términos más generales, parece que los hogares ultraortodoxos consumen menos. Un informe de 2021 del Instituto de Democracia de Israel (IDI) muestra que los hogares haredíes gastan un 16% menos que sus contrapartes no haredíes en bienes y servicios, y esto a pesar de ser un 70% más grande en promedio. Además, los miembros del sector ultraortodoxo viajan menos al extranjero.
El 46% de los judíos israelíes no ultraortodoxos mayores de 20 años se fueron de vacaciones al extranjero en 2019 y 2020, dice el informe de IDI, mientras que solo el 15% de los adultos haredíes optaron por subirse a un avión por un tiempo. Cabe destacar que los viajes aéreos contribuyen notablemente al impacto de una persona en el medio ambiente.
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Enfrentamientos entre ultraortodoxos y grupos judíos liberales en el Muro de los Lamentos.
Enfrentamientos entre ultraortodoxos y grupos judíos liberales en el Muro de los Lamentos.
Enfrentamientos entre ultraortodoxos y grupos judíos liberales en el Muro de los Lamentos.
(TPS)
El informe también señala que los ingresos de las familias haredíes promedio son significativamente más bajos que los de una familia israelí no haredí, lo que sugiere que un factor socioeconómico está impulsando las diferencias. Esther Keynan, coordinadora de educación ambiental del municipio de Bnei Brak y una voz destacada del ambientalismo en el sector haredí, cree, sin embargo, que es una cuestión de valores ante todo.
“Podría haber prosperidad financiera, pero aún así, ser consumidores modestos es algo que está profundamente arraigado en el estilo de vida haredí”, dijo Keynan. En primer lugar, comprar menos y reciclar ropa y otros productos son parte del estilo de vida ultraortodoxo, lo que da como resultado, naturalmente, menos desperdicio.
Keynan también apunta a observar que en Shabat los judíos ortodoxos se abstienen de usar maquinaria y electricidad, como un punto de alineación entre los valores judíos y haredí, y limitan el impacto en el medio ambiente.
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Judíos ultraortodoxos rezan en el Muro de los Lamentos.
Judíos ultraortodoxos rezan en el Muro de los Lamentos.
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(EPA)
El rabino Benayahu Tvila, educador y superintendente de escuelas secundarias ortodoxas en el Ministerio de Educación de Israel, le da más importancia al elemento socioeconómico. Señala que la mayor prosperidad financiera se traduce rápidamente en una mayor compra. "Cuando se trata de diferentes estilos de vida, el estilo de vida haredí es más ecológico que el de otras comunidades", expresó Tvila. Sin embargo, apuntó que el problema radica en que, a pesar de que “este sector está evolucionando y cambiando", no se está volviendo más consciente ecológicamente.
Hay varias razones para esta falta de interés, lo que conduce a una falta de conciencia. Comprender el cambio climático “exige un nivel básico de conocimiento científico”, dijo Tvila. “Pero en nuestro sector, lamentablemente, el sistema educativo no le da suficiente atención a las ciencias", añadió.
Keynan ve las cosas de manera diferente y explica que “los conceptos y acciones ecológicos están integrados al estilo de vida ortodoxo, y que es solo el lenguaje profesional y científico que les resulta desconocido. "Las ideas ecológicas, como tener en cuenta lo que compras y limitarte, se traducen en el idioma haredí al valor judío de autocontrol y moderación", explicó.“El problema es principalmente de términos, pero cuando se traducen, cuando los ajustamos a conceptos clave conocidos por el público haredí, su cooperación es increíble, no menos que en cualquier otra comunidad”, agregó.
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