Junto a la playa de Palmachim, al sur de Rishon Lezion, en el centro de Israel, hay una base aérea de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Por sí sola, no es especialmente digna de mención, pero cuando se incluye una reserva natural dentro de la base, con comunidades enteras de animales salvajes que deambulan libremente, no es algo que se vea todos los días.
Dentro del parámetro militar y de las altas y aseguradas vallas, la fauna local dispone de franjas enteras de terreno para deambular y hacer su vida, sin ser molestada por la actividad humana o militar. Incluso se puede ver galopar a una manada de 90 ciervos israelíes en peligro de extinción. Fuera de la base sus vidas no son tan seguras, ya que la caza furtiva redujo su número a sólo cinco ejemplares en las zonas adyacentes.
Ynet recibió una autorización militar especial para entrar y fotograiar a coyotes, zorros, ciervos, aves depredadoras, serpientes e incluso lagartos grises. Un espectáculo digno de contemplar para cualquier amante de la naturaleza. Con el sol de la mañana pintando el cielo de un tono rojizo, entramos después de que los soldados realizaran el control de seguridad en la puerta. Estamos dentro de lo que parece un safari, y el coronel local nos lleva de visita.
Durante muchos años, el respeto por el hábitat de la fauna no estuvo en la lista de tareas pendientes de las FDI, pero la nueva generación de oficiales superiores lo considera una vocación. "Tenemos la responsabilidad de familiarizar a los soldados con la fauna local", comenta el coronel del lugar. "También tenemos una responsabilidad con la naturaleza. Es difícil encontrar un terreno tan variado que sustente la vida salvaje", agrega.
El coronel conduce el jeep y observa atentamente los alrededores. "Aquí viven muchos ciervos. Los contamos todos los años. El último Hanukkah contamos 80, junto con chacales, aves y jabalíes, por nombrar algunos", sostiene.
Llegamos a una torre de observación que permite una vista más amplia de la zona. Antiguamente servía para ver los aviones, pero ahora sirve como punto de observación de animales, con prismáticos militares y carteles que explican cada especie salvaje de la zona.
En algún momento nos preguntamos: ¿Los ciervos que se pasean por las pistas no suponen ningún impedimento para los vuelos de llegada y salida? El coronel sonríe y dice que no nos preocupemos: "Sabemos cómo combinar la presencia de fauna salvaje con la actividad militar. Disuadimos a los ciervos de que se paseen por las pistas y, si es necesario, retrasamos algunos despegues".
"También hay un sistema de sonido envolvente que utilizamos para ahuyentarlos si es necesario. Hacemos todo lo posible por respetar la vida salvaje e inculcar su importancia a los soldados que sirven en la base", agrega.
Observamos cómo un ciervo y su cervatillo caminan despreocupadamente en la distancia, desapareciendo entre la maleza. Luego, un pequeño grupo de codornices se abre paso por la arena. Un hermoso chacal se pasea como si fuera el dueño del lugar, porque lo es. (Bueno... más o menos)
No es tarea fácil tomar imágenes nítidas y agradables de ciervos galopando al amanecer. Cuando llegamos a un punto de observación, los animales nos ven y huyen, pero un observador profesional de la Autoridad de Parques y Naturaleza acude en nuestro rescate. "Las FDI y nuestra oficina tienen una buena relación", dice. "Siempre ayudamos cuando hay un problema. La vegetación crece de forma salvaje y, por desgracia, a veces un animal encuentra su final cuando un coche se cruza con él", sostiene.
"Fuera de la base, hay mucha gente que utiliza el espacio para recreo, como conducir su 4X4 por la arena. Eso asusta a los animales. Además, hay cazadores furtivos que persiguen a los ciervos y luego envían a los perros a rematarlos cuando están exhaustos. Intentamos controlar la zona, pero es difícil. Sin embargo, dentro de la base es el paraíso para la fauna", plantea.
En otro momento, divisamos un ciervo adulto sentado, inmóvil. Una gran oportunidad para una instantánea de calidad. Por desgracia, para cuando nuestro fotógrafo coge el trípode de la cámara para estabilizar la toma, el ciervo se da cuenta de que estamos allí y desaparece.
Aunque en África es habitual fotografiar la fauna salvaje junto a fuentes de agua, aquí no hay muchas, así que la solución lleva tiempo pero merece la pena: creamos una red de camuflaje y nos tumbamos debajo de ella, con sólo el objetivo de la cámara sobresaliendo. Y café. Mucho café.
Al final, funciona. Un ciervo pasó justo por delante del objetivo con la suficiente claridad como para obtener una bonita serie de instantáneas de las que podemos estar orgullosos. Lástima que no podamos volver con niños...
