Una boda ultraortodoxa en Beitar Illit, en noviembre de 2020, sin barbijos ni distanciamiento social.
Una boda ultraortodoxa en Beitar Illit, en noviembre de 2020, sin barbijos ni distanciamiento social.
Itamar Kirshenbaum
Un religioso ultraortodoxo recibe la dosis de la vacuna en Ashdod.

Entre fake news e incienso, la lucha por cuidar la salud de los ultraortodoxos en Israel

A medida que se propagaba el virus, también lo hacía la desinformación, alimentada por la desconfianza hacia el gobierno y sus instituciones. Las autoridades rabínicas instaban a la precaución, pero algunos líderes ultraortodoxos desobedecieron las normas sanitarias.

Yitzhak Tessler - Adaptado por Rubén Pereyra |
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El lanzamiento de la vacuna contra el coronavirus en Israel, aclamado por muchos en todo el mundo, está siendo recibido con cierta sospecha por los miembros de la comunidad ultraortodoxa.
Desde las afirmaciones de una conspiración entre el gobierno y las compañías farmacéuticas hasta los temores de infertilidad como resultado de la inoculación, las noticias falsas están disponibles en las calles de Bnei Brak, Modi'in Illit y otras ciudades haredí.
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Un religioso ultraortodoxo recibe la dosis de la vacuna en Ashdod.
Un religioso ultraortodoxo recibe la dosis de la vacuna en Ashdod.
Un religioso ultraortodoxo recibe la dosis de la vacuna en Ashdod.
(Reuters)
Los principales medios de comunicación a menudo no son escuchados debido a la prohibición de la televisión e Internet por parte de los líderes religiosos, lo que deja al público desinformado durante la pandemia.
Los datos del Ministerio de Salud muestran que la proporción de ultraortodoxos mayores de 60 años que han recibido su primera dosis de la vacuna es un 20% menor que entre la población general.
Esto sucede aun cuando la tasa de contagio en la población ortodoxa es casi tres veces mayor que en las ciudades judías no religiosas.
Los israelíes ultraortodoxos representan el 34% de todas las pruebas positivas por coronavirus, a pesar de ser sólo un 10% de la población general.
Los funcionarios de salud saben que tienen una batalla cuesta arriba para convencer a los ultraortodoxos de que las vacunas son seguras, importantes y salvan vidas, y los líderes municipales se han apresurado a contar con la ayuda de representantes de todas las facciones religiosas para ayudar en el esfuerzo por aumentar la conciencia pública y el cumplimiento.
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Yaakov Litzman, entonces ministro de Salud, en una conferencia de prensa sobre coronavirus, junto al primer ministro de Israel, Benjamín Netranyahu.
Yaakov Litzman, entonces ministro de Salud, en una conferencia de prensa sobre coronavirus, junto al primer ministro de Israel, Benjamín Netranyahu.
Yaakov Litzman, entonces ministro de Salud, en una conferencia de prensa sobre coronavirus, junto al primer ministro de Israel, Benjamín Netranyahu.
(Amit Shabi)
En los primeros días de la pandemia, muchos líderes judíos religiosos desconocían la gravedad de la enfermedad. Instruyeron a sus seguidores para que ignoraran los esfuerzos de mitigación del gobierno e incluso les dijeron a los que llegaban del extranjero que debían asistir a la sinagoga a pesar de que el Ministerio de Salud les indicó que se aislaran.
Esto resultó en la propagación inesperada y masiva de COVID-19 en la comunidad y fue sólo después de la intervención del entonces ministro de Salud, Yaakov Litzman, jefe del partido Judaísmo Unido de la Torá, que se revocó el decreto religioso.
Casi al mismo tiempo se difundieron rumores de curas caseras para el coronavirus que incluían comer ajo y una gran cantidad de remedios naturales, en particular semillas de incienso.
Chaim Greidinger, un asesor de medios que trabajaba con el Ministerio de Salud en ese momento, dijo que la gente creía lo que escuchaba. "Consideraron que las semillas eran una cura segura que podía salvar vidas", señaló. El ministerio respondió estableciendo un equipo especial para preparar folletos, anuncios e incluso automóviles para viajar por los barrios ortodoxos, con altavoces, para explicar que no había cura para el virus y que las medidas sanitarias eran la única línea de defensa.
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Un religioso ultraortodoxo, con barbijo, por las calles de Bnei Brak.
Un religioso ultraortodoxo, con barbijo, por las calles de Bnei Brak.
Un religioso ultraortodoxo, con barbijo, por las calles de Bnei Brak.
(Nadav Abas)
Aún así, no todos estuvieron expuestos a los hechos o tal vez simplemente no se sintieron convencidos por estos esfuerzos.Haim Kanievsky, un rabino de 92 años que es considerado una autoridad en el mundo ultraortodoxo, insistió en que su rebaño debe continuar su aprendizaje religioso a pesar de los cierres impuestos en el país que incluían el cierre de todas las instituciones educativas.Kanievsky dijo primero que no había oído nada sobre el coronavirus y luego anunció que el estudio de la Torá era más importante y protegería a las personas de la enfermedad.
Para entonces, su nativo Bnei Brak estaba invadido por el contagio, encerrado y rodeado por la policía para evitar que las personas infectadas se fueran y transmitieran el virus a otros que estaban afuera.
Eso fue visto como un asalto antisemita por muchos en su comunidad y la brecha entre los ciudadanos ortodoxos y el estado se amplió.
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El rabino Jaim Kanievsky y su nieto, quien hace de conducto hacia el mundo fuera de los estudios de Torá.
El rabino Jaim Kanievsky y su nieto, quien hace de conducto hacia el mundo fuera de los estudios de Torá.
El rabino Jaim Kanievsky y su nieto, quien hace de conducto hacia el mundo fuera de los estudios de Torá.
(Ilya Melnikov )
Cuando llegó la segunda ola de la pandemia, las organizaciones benéficas locales hicieron correr la voz de que una donación sustancial al fondo de Kanievsky para los pobres garantizaría una buena salud y los protegería del coronavirus.
El propio Kanievsky probablemente desconocía la empresa comercial lanzada en su nombre.
Mientras tanto, algunos líderes del movimiento jasídico, una facción religiosa separada pero grande y poderosa, se negaron a adherirse a las regulaciones sanitarias.
El rabino Yissachar Dov Rokeach, jefe de la dinastía Belz que tiene decenas de miles de seguidores en Israel y en el extranjero, celebró una ceremonia de boda masiva para su nieto en Jerusalem. Llegaron invitados de todos los rincones del mundo, congregándose sin máscaras, bailando sin distanciamiento social y propagando el coronavirus a todos los presentes.
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El rabino Yissachar Dov Rokeach, centro, asiste a la boda de su nieto en Jerusalem.
El rabino Yissachar Dov Rokeach, centro, asiste a la boda de su nieto en Jerusalem.
El rabino Yissachar Dov Rokeach, centro, asiste a la boda de su nieto en Jerusalem.
(EPA )
Otros líderes dinásticos siguieron su ejemplo con sus propias celebraciones familiares, días festivos o meras reuniones semanales, lo que llevó al país a su tercera ola de la pandemia.
Habrá inmunidad colectiva, gritaron los difusores de noticias falsas. Ninguna prueba científica podría convencerlos de lo contrario.
Erez Garty, quien dirige el departamento de medios en el Instituto Davidson de Educación Científica , dijo que se estaba difundiendo información falsa que citaba incorrectamente estudios científicos y promovía teorías de conspiración sobre las vacunas.
Entre las historias que monitoreó estaba la idea de que el coronavirus fue causado por la red celular 5G y que la vacuna causaba efectos secundarios debilitantes.
"No sólo se informó que los líderes religiosos respetables de la comunidad advirtieron contra las vacunas, lo que nunca fue el caso, sino que una publicación distribuida por miles afirmaba que las vacunas eran parte de un plan del gobierno para causar infertilidad y acabar con la comunidad ortodoxa" añadió. Bill Gates también estaba detrás del plan, afirmaba la publicación, y lo financiaba. Este cuento de hadas fue seguido por advertencias de que la vacuna podría incluso alterar el ADN de los receptores.
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En una época, Windows era el centro de su vida. Ahora es el fondo filantrópico de él y su esposa.
En una época, Windows era el centro de su vida. Ahora es el fondo filantrópico de él y su esposa.
Bill Gates fue presentado por las noticias falsas como interesado en una conspiración contra la comunidad ortodoxa.
(Twitter)
El Dr. Gilad Malach, del Instituto de Democracia de Israel, señaló que el miedo a las vacunas se alimenta de abajo hacia arriba y que la mayoría de los líderes rabínicos, en realidad, apoyan los esfuerzos de vacunación.
Malach cree que las teorías de la conspiración están basaden una desconfianza generalizada hacia el gobierno y sus instituciones. "Se estaban difundiendo rumores de pacientes gravemente enfermos que eran desatendidos o maltratados por profesionales médicos en los hospitales", agregó.
La lucha contra las noticias falsas y la desinformación se libra desde el centro de información del Ministerio de Salud para la comunidad ultraortodoxa. Meni Haddad, quien dirige el centro, dijo que es consciente de que la información verificada a menudo no llega a ese sector del público. "Incluso cuando la información llega a algunas de las personas, no pueden determinar si es más creíble que otra información que se difunde", dice.
"Es fácil sembrar el pánico. Por lo tanto, tratamos de hacer disponible información que pueda contrarrestar las historias falsas. Hemos podido demostrar que muchas de las mentiras están siendo difundidas por partes interesadas, como grupos misioneros que trabajan contra la comunidad ultraortodoxa.
"Afortunadamente, hay muchas personas inteligentes que comprenden que las vacunas son la forma más rápida de salir de la crisis", agregó Haddad.
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