Marcelo Figueroa
Marcelo Figueroa

La Shoá en los diálogos con Bergoglio y Skorka

Opinión: algunas consideraciones sobre el Holocausto que surgieron en el programa televisivo de diálogo interreligioso "Biblia, diálogo vigente".

Marcelo Figueroa |
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Este año se cumplen diez años del comienzo de los programas de televisión que mantuve junto al entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio, ahora Papa Francisco, y el Rabino Abraham Skorka. El ciclo denominado “Biblia, diálogo vigente” contó con algo más de treinta programas sobre diferentes temas cada uno. Estas temáticas, muchas veces relacionados a las problemáticas sociales y humanas tuvieron algunos puntos en contacto que los atravesaron. Sin duda, el que más estuvo presente fue el del horror de la Shoá.
La memoria lacerante del Holocausto reaparecía una y otra vez como un recuerdo de un espanto incalificable que no queríamos dejar de poner sobre la mesa de diálogo. Las atrocidades indescriptibles de Auschwitz y otros campos de exterminio ocuparon espacio en estos diálogos sin libretos previos, la mayoría de las veces por el Rabino Skorka, pero también derivaba en reflexiones profundas de parte del Cardenal Bergoglio y de quien suscribe.
En estos tiempos de memoria especial, por los 75 años del fin de aquel horror inenarrable, quisiera acercar algunas consideraciones que surgen de la desgravación de esos programas de diálogo interreligioso.
En una oportunidad, Abraham Skorka trajo a la memoria un hecho acaecido en el año 1945 cuando se debía inaugurar en Israel, el año lectivo de la Universidad Hebrea. En ese contexto el rabino expresó: “En aquel momento estaba todavía el mandato británico sobre Palestina y todos estaban impactados por las noticias de la Shoá. Gran parte de la judería europea, que era el corazón del pueblo judío, había sido totalmente exterminada. El presidente de la Comisión contó un relato jasídico en donde un rabí miro al cielo y le gritó a D-os: 'Yo no te pregunto el porqué de nuestro dolor, lo único que quiero saber es si lo que estamos sufriendo es por vos, para vos. Y si de alguna manera te sirve todo esto'. Lo único que nos puede quedar de los tiempos terribles del pueblo judío es: 'Quiero saber si fue por vos'.
En otro momento el Cardenal Bergoglio reflexionando sobre las raíces del mal humano y las actitudes sociales ante el horror, especialmente del Holocausto expresó qué: “Muchas veces se produce una actitud negadora que nos anestesia la memoria para no sufrir con el recuerdo. E inmediatamente asociamos todo a una órbita histórica y sin consecuencia; pero la verdad es que la historia tiene consecuencias. Esa actitud negadora de la sociedad muchas veces tiene su raíz en algo que los monjes egipcios descubrieron, sobre todo Doroteo de Gaza, que es la incapacidad social de acusarse a sí misma. Es una tendencia en donde no asumir las tragedias que nos pasan a la humanidad y se separan como un escape para poder vivir en paz. Sin embargo, una persona o una sociedad no puede hallar paz en su corazón, si no aprende la ciencia de acusarse a sí mismo. No acusarnos a nosotros mismos es no hacernos responsables de las cosas que han nacido de nosotros. Y las guerras y sus horrores han nacido de nosotros. Algunas veces pregunto que hubieran hecho en aquellos momentos. Y con frecuencia les respondo que en ese momento hubieran hecho lo que 'les dio el cuero', y quizá lo que les hubiera dado el cuero es una gran cobardía. Entonces, hay que asumir ese rasgo pecador, defectuoso y malsano de la humanidad. No podemos olvidarnos de esas calamidades sociales que nos afectan tan cerca, como es el caso de la Shoá. Más aún, si hoy hubiera un régimen similar al de aquel entonces, donde en el fondo se quita a Dios, acompañado por un proceso de endiosamiento de proyectos culturales y de personas, y te resultara económicamente más conveniente mirar para otro lado ¿qué harías? Y si la respuesta es: 'No sé lo que haría', entonces debés hacerte responsable de lo que hicieron nuestros mayores. Porque hoy, por esa comunidad mundial que es la humanidad, nosotros también somos responsable de los pecados de nuestros mayores. Hacernos cargo de los pecados de la historia consiste en hacer la oración de los desterrados de Baruc: 'Piedad, Señor, escucha y perdona'. Esa actitud hace que el alma esté muy abierta a que Dios actúe y me cambie para no volver a hacer lo mismo que hicieron otros”.
En otro programa, el Rabino Skorka trajo a la memoria a Elie Wiesel. Al citar a ese pensador mencionó que “En un libro que tiene acerca del jasidismo y la Shoá, cuenta cómo en uno de esos campos de la muerte vio a un alumno del Rabí Najman de Bresolv repetir un aforismo que rezaba: 'No desfallezcan, no pierdan la esperanza'.
Siguiendo con esa temática, tocada mi participación traje a la memoria el prólogo del libro “El hombre en búsqueda de sentido” de Viktor Frankl cuando relata su entrada en Auschwitz. Recordé que: “al quitarle la ropa, y darle la de una persona que había sido asesinada en el campo, cuando pone la mano en el bolsillo, encuentra un papelito que tenía escrita la oración del Shemá Israel. Fue una señal del cielo que lo alentó durante toda su estadía y lo llevó a elucubrar lo que después se transformó en la tercera corriente psicoanalítica, la logoterapia. Entonces, cuando uno lee los libros de Viktor Frankl, se está leyendo a alguien de una fe profunda que creciendo en el sufrimiento muestra una postura realista de esperanza y propósito en la vida”.
Por cuestiones de espacio en esta columna, culminaré citando una reflexión del Rabino Skorka cuando en otro programa, referenciando a Martin Buber dijo: “Cuando Buber quiso hablar de la Shoá y se preguntó qué había pasado con Dios en ese momento, habló del 'eclipse de D-os'. Esa expresión se refiere al ocultamiento de D-os, como que se alejó de lo humano, cerró su rostro por las barbaridades que se estaban dando.
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