A principios de abril la familia Medina viajó a Panamá para celebrar Pésaj, pero no pudieron regresar a Israel debido al estallido de COVID-19 y ahora le contaron a Ynet sobre los días de incertidumbre que viven lejos de su país.
“Llegamos unos días antes de que todo cerrara, y hasta hoy aquí se sigue cumpliendo un aislamiento estricto. Yo como hombre puedo salir a la calle los martes y jueves, y en determinados horarios, mientras que mi esposa mujer puede salir los lunes, miércoles y viernes”, relató Israel sobre las medidas que rigen en Panamá para afrontar la pandemia.
Más allá del duro encierro, bien sobrellevado por la compañía de parientes, a la familia Medina le preocupa el momento de regresar a Israel, ya que debieron desalojar el departamento que alquilaban y no disponen de un hogar que los reciba el día que puedan volver.
“Tuvimos que desalojar a la distancia y con ayuda para empacar todas nuestras cosas, que hoy están distribuidas en casas de amigos y familiares, dispersas por todo el país”, contó, inquieto por no disponer de un domicilio para atravesar el aislamiento domiciliario de 14 días que establece la ley israelí para todos los ciudadanos varados en el exterior.
Además de Pésaj, otro de los motivos del viaje de los Medina a Panamá fue la presentación del pequeño hijo de la pareja. “Tiene seis meses, ya pasó más tiempo acá que en Israel”, relató el padre y se explayó sobre una de las máximas dificultades de su cuarentena: el crecimiento del bebé provocó que la ropa que trajeron desde Israel ya le quedara chica.
“En estos meses creció mucho, la ropa ya no le queda, y aquí no teníamos donde comprar, pero la comunidad judía local nos ayudó mucho”, explicó agradecido.