Luego de seis funciones emocionantes que finalizaron el año pasado con el público aplaudiendo de pie, el domingo 15 y el domingo 22 de junio, a las 19, volverá a subir a escena, en el auditorio de Pasteur 633, la obra La silla vacía.
En la segunda temporada de esta propuesta teatral producida por AMIA, cuatro actores que no son actores se subirán nuevamente al escenario para representar una parte de sus vidas, aquella que irrumpió brutalmente cuando la bomba que explotó el 18 de julio de 1994 les arrebató a uno de sus seres queridos.
La obra cuenta con la actuación de Hugo Basiglio, Jennifer Dubín, Adrián Furman y Alejandra Terranova, familiares de cuatro víctimas fatales del atentado terrorista. Adrián, a su vez, es una víctima sobreviviente del 18J.
En su primera temporada, que fue presentada en el marco del 30° aniversario de la masacre perpetrada contra la sede de Pasteur 633, “La silla vacía” cosechó elogios de la crítica y del público.
Fue la primera vez que AMIA incursionó en las artes escénicas, en el marco de las acciones por la memoria y el reclamo de justicia que viene llevando adelante para denunciar, a través de diferentes iniciativas artísticas, la impunidad vigente en la causa y no permitir que el olvido se sume al poder destructivo que el terrorismo ocasionó.
La dramaturgia de “La silla vacía”, a cargo de la directora de la obra Sol Levinton, está basada en los testimonios de los cuatro familiares que ponen el cuerpo para ofrecer una puesta en escena que transita la tristeza, la bronca, la nostalgia y, muy especialmente, el amor y el recuerdo hacia los seres queridos.
En palabras de Elio Kapszuk, director de Arte y Producción de AMIA, de donde surgió la idea, la propuesta teatral que se estrenó el año “es una experiencia íntima, única y genuina, que sólo puede ser generada desde el encuentro y el diálogo entre personas que han atravesado y siguen transitando el mismo dolor. Los testimonios de los protagonistas proponen, con valentía y autenticidad, un recorrido sobre cómo la vida se transforma y cómo se sigue en medio de la injusticia y la impunidad”, aseguró.
Hugo Basiglio, uno de los cuatro actores, señaló: “La convocatoria para hacer la obra significó algo diferente y único que generó sensaciones de alegría, de nervios, de tristeza, al estar recordando la vida misma. Pero más que nada, me hizo sentir muy lleno. Hacer esta obra significó, para mí, lo mejor y algo hermoso, porque siento que de esta forma se le llega a la gente y uno se siente abrazado por mucha gente. También sirve para concientizar. Hay algo que no voy a olvidar nunca. En la primera obra, en el momento que escuchaba el relato de mis compañeros de obra, quería tratar de encontrar a algún familiar en la tribuna, y veía la cara de las personas escuchando atentamente el relato. Les veía esa cara que uno tiene al final de una película que te tiene atrapado las dos horas. Vi eso y me impresionó muchísimo. Toda esa gente se llevó algo a su casa, porque es una historia cruda, una historia viva y se fueron con algo hermoso para su casa. No nos olvidemos que en el público hubo gente que no eran familiares directos.”
Jennifer Dubín, en tanto, rescató que “hacer la obra fue un antes y un después. Si bien hago muchas acciones por la memoria todos los años, hacer esta obra me cambió todo. Se formó también un grupo muy lindo, no solamente con los otros familiares, sino entre todos, entre la directora y los productores. Fue algo hecho con tanto amor que fuimos todos para el mismo lado y fue extraordinario. Y lo hacemos sabiendo por qué lo hacemos más que nada, que es por ellos, Hacer esta obra me llena el corazón. Fue algo realmente hermoso hablar de mí, hablar de mi papá y de mi familia y como estamos hoy parados después de 30 años."