Galit Ronen, embajadora de Israel en la Argentina, dejará su cargo después de 3 años y volverá a Israel. Antes de irse, Ronen visitó en la Casa de Gobierno a Alberto Fernández, presidente del país, con quien tiene una excelente relación a partir de haber gestionado el histórico primer viaje del presidente argentino a Israel. En la Argentina, eso es toda una decisión, pues los presidentes suelen elegir Brasil o algún otro socio comercial importante del país. Eso da una idea de la tarea que se ponía por delante Galit Ronen: lograr avanzar en las relaciones de intercambio comercial, a la vez que abordar los dos temas que unen a los dos países y a la vez los separan: la investigación por los atentados a la embajada de Israel, en 1992, y a la sede de la mutual judía AMIA en 1994.
En una entrevista que le realizó Ynet Español hace algunos meses, la embajadora le quitaba importancia y sólo mencionó que cuando tuvo la oportunidad de reunirse con el aún electo presidente le hizo la propuesta, que Fernández le pidió tiempo para aceptar porque aún no había asumido oficialmente, pero que finalmente la respuesta fue sí. Lo que parecía azaroso era todo un gesto político de la Argentina hacia Israel.
La buena relación que tuvieron el presidente argentino y la embajadora de Israel se plasmó ayer en esa foto que se difundió a la prensa, en donde se ve a la embajadora Ronen sentada en el sillón de Rivadavia, el famoso sillón presidencial argentino.
La foto sucedió en el marco de una reunión que mantuvo el presidente argentino con el presidente de Yad Vashem, Dani Dayan, quien le agradeció al mandatario la gestión de los acuerdos que firmó el museo israelí con el Ministerio de Educación de la Argentina y con el Ministerio del Interior, que le permitió el acceso al Archivo General de la Nación para investigar hechos relacionados con sobrevivientes del Holocausto en la Argentina.
En una reunión que tuvo con la prensa hace algunos días, la embajadora israelí comentó que no era bueno el balance de su gestión desde el punto de vista de los objetivos que se trazó en su gestión; sin embargo, no todos son números y la diplomática rescató las buenas relaciones bilaterales, que aun con los chispazos lógicos por diferencias que se mantienen desde hace años, además del enriquecimiento del intercambio comercial a partir del interés de gobernantes y empresarios argentinos por los avances tecnológicos israelíes.
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Galit Ronen en Tucumán cuando llevó la primera máquina de agua a esa provincia argentina.
(Embajada de Israel)
En ese encuentro la embajadora mencionó a una empresa, Watergen, que elabora agua a partir de la humedad que tomar del aire y que es uno de los productos israelíes destinados a recorrer el mundo, a medida que se agrava la escasez y la contaminación de los suelos en todo el mundo. Ronen destacó a esa empresa y su representante distribuidor en la Argentina, el empresario Gastón Scolnick, como un ejemplo de lo que puede lograr Israel en los intercambios con países de América latina. Dos máquinas de Watergen funcionan oficialmente en la Argentina: una en Tucumán y la otra en San Juan, en sendos acuerdos que se lograron con los gobiernos de esas provincias argentinas.
A la salida del encuentro con el presidente Alberto Fernández, Ronen mencionó que "en este tiempo tuvimos excelentes relaciones con el Presidente y su equipo. De hecho, el primer viaje que hizo el Presidente fue a Israel para el 75° aniversario de la liberación de Auschwitz-Birkenau".
Según mencionó la propia embajadora y también el presidente de Yad Vashem, Dani Dayan, en el debe queda la investigación por los dos atentados y que se haga justicia con los culpables. En ese sentido, Ronen señaló hace unos días lo mismo que le había mencionado a Ynet Español: "los atentados tienen nombre, Hezbolá, y apellido, Irán". Esa es la posición oficial de Israel y hacia donde apunta la investigación que no obstante no ha conseguido detener ni juzgar a los presuntos responsables.
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El ministro del Interior argentino, Wado de Pedro, con el director del museo Yad Vashem, Dani Daya, durante la firma del acuerdo.
(Gentileza)
Se desconoce el próximo paradero diplomático de la aun embajadora de Israel en la Argentina, seguramente permanecerá algún tiempo allí por cuestiones personales. La vida de los diplomáticos, se sabe, está plagada de imponderables. Ronen nunca imaginó, seguramente, que ejercería su cargo en medio de la más grave pandemia que enfrentó la humanidad en un país donde se termina el continente, allá en el Sur, ni tampoco que haría de chofer porque todo el personal de la embajada estaba afectado al cierre establecido en la Argentina a partir de marzo del 2020. Pero la vida sigue, y la carrera de los diplomáticos también.
