Dobry
Hernán Dobry, autor de "Los Rabinos de Malvinas".
Gentileza
Ceremonia de Shabar encabezada por el rabino Plavnick en Comodoro Malvinas, durante la Guerra de Malvinas, en 1982.

Historia de los rabinos de las Malvinas

En abril de 1982 cinco rabinos fueron autorizados a asistir espiritualmente a los soldados judíos argentinos que lucharon por la recuperación de las islas. El rabino Baruj Plavnick cuenta su experiencia junto a las tropas. El periodista Hernán Dobry, autor del libro “Los Rabinos de Malvinas”, analiza este hecho histórico para la comunidad judía argentina. Exclusiva de Ynet Español, en un nuevo aniversario del inicio de la guerra entre Argentina y Gran Bretaña.

Tom Wichter |
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Un sábado de abril de 1982, poco después de un sorpresivo desembarco del ejército argentino en las Islas Malvinas, un espacio comunitario de debate plantó la semilla de un hecho histórico: se propuso el viaje de un grupo de rabinos para asistir espiritualmente a los soldados judíos que se trasladaban al sur, en vísperas de los inminentes combates.
“Y si vos sos tan argentino, explicame: ¿Por qué no hay un capellán judío en el ejército?”, preguntó desafiante el rabino Marshall Meyer, un rabino estadounidense que vivió 25 años en Argentina, y que es reconocido internacionalmente por su lucha por los derechos humanos vulnerados por la dictadura militar que gobernó en Argentina entre 1976 y 1983, etapa en la que se desarrolló la Guerra de Malvinas. “Yo voy”, fue la respuesta del rabino Baruj Plavnick, asistente y discípulo de Meyer, que entonces tenía 30 años y con dos palabras cambió el eje de la discusión.
La escena transcurrió durante un “kidushito”, como en ese momento llamaban coloquialmente en la comunidad Bet El a las reuniones que se celebraban en la casa del rabino Meyer después de cada ceremonia de Shabat. Ese día la discusión diferenciaba dos bandos. Por un lado, aquellos que, como Meyer, consideraban que estaban en contra del desembarco en Malvinas porque era obra de un régimen que estaba asesinando a miles de compatriotas. Y otros, como Plavnick, ponían por delante el derecho argentino a la soberanía sobre ese territorio, que pertenece a la plataforma continental argentina y que permanece ocupado por Gran Bretaña desde 1833.
“No hay dudas de que era una dictadura represora, asesina y también antisemita. Pero las Malvinas son argentinas. Nací y me crié en este país, soy argentino, y defiendo el derecho de la nación argentina sobre el territorio y los recursos en el Atlántico Sur”, reivindica el rabino Plavnick, 39 años después, en diálogo con Ynet Español.
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Plavnick Comodoro Malvinas
Plavnick Comodoro Malvinas
Ceremonia de Shabar encabezada por el rabino Plavnick en Comodoro Malvinas, durante la Guerra de Malvinas, en 1982.
(Editorial Perfil)
Plavnick recuerda que, ante su respuesta, el contundente “yo voy”, Meyer se levantó de la ronda, se fue hasta su oficina y la treintena de personas presentes escucharon el diálogo telefónico que mantuvo con Nicanor Costa Méndez, ministro de Relaciones Exteriores y Culto de la junta militar, a quien le pidió sin rodeos que autorizara el envío de un capellán judío a las Islas Malvinas.
Las gestiones demoraron algunos días y también involucraron a la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA). El resultado fue el permiso para que cinco rabinos de distintas corrientes viajaran al sur argentino para recorrer destacamentos del ejército y asistir espiritualmente a soldados judíos. Y que Plavnick, en representación del movimiento conservador, cruzaría a las islas para realizar la misma tarea.
“Es un hecho histórico”, lo define Hernán Dobry, periodista autor del libro Los Rabinos de Malvinas, que investigó lo que ocurrió aquellos días. “Los cinco rabinos viajaron en calidad de capellanes, una institución de jerarquía en las Fuerzas Armadas, que oficialmente hasta hoy está permitido sólo para católicos. Fue la primera vez que cumplió ese rol un hombre que profesa otra religión, y hasta hoy nunca más se repitió algo así”, describe a Ynet Español.
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El rabino Marshall Meyer
El rabino Marshall Meyer
Marshall Meyer, rabino estadounidense que vivió 25 años en la Argentina, reconocido por su lucha por los derechos humanos durante la dictadura en Argentina.
(Ynet)
Cambio de planes
El 12 de mayo, cuando los combates ya habían empezado, el rabino Plavnick aterrizó en Comodoro Rivadavia, la ciudad costera del sur argentino que funcionaba como único puente aéreo del Ejército Argentino. Fue recibido y agasajado por personal militar jerárquico, en una ceremonia retratada por la gran cantidad de periodistas de todo el país que cubrían las alternativas de la guerra desde allí, ante la imposibilidad de volar hacia las islas.
Pero, a pesar de los honores de la recepción, Plavnick admite que tenía un poco de miedo. “Sentía que estaba entrando en la boca del lobo”, afirma y explica por qué lo invadía esa sensación al iniciar una convivencia con el ejército: “En la comunidad Bet El, y Marshall Meyer en particular, estábamos muy comprometidos por la lucha por los derechos humanos, causas que estaban en una confrontación abierta y radical con la dictadura militar que gobernaba en Argentina. Participamos en marchas, éramos la rama judía de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos…”
Entonces, ¿por qué el Ejército Argentino aceptó a los rabinos? “Para mí los militares recibieron a los rabinos por un tema de imagen, para mostrarse abiertos y plurales durante la guerra”, opina Dobry. El rabino Plavnick está de acuerdo: “Nosotros hicimos esa evaluación, pero no fuimos por una cuestión política, sino humanitaria con las decenas de chicos judíos que estaban en el sur”, explica.
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Los Rabinos de Malvinas
Los Rabinos de Malvinas
Los Rabinos de Malvinas, el libro de Hernán Dobry que cuenta en detalle el viaje de cinco rabinos para asistir a soldados judíos.
(Hernán Dobry)
Pero, tras la recepción al rabino, la situación cambió: el Ejército le informó a Plavnick que por su condición de civil iba a cruzar las Islas Malvinas en un avión con personal de la Cruz Roja. Y que el permiso para el vuelo humanitario estaba demorado por negativas del ejército británico. Funcionarios de la Cruz Roja, alojados en el mismo hotel que Plavnick, le contaron que en realidad era el Ejército Argentino el que se negaba a autorizar ese vuelo.
Plavnick nunca pudo llegar hasta las Islas Malvinas.
¿Por qué el Ejército le impidió llegar? Según Dobry, no existe un solo motivo sino una mezcla de varios: “Estrategia militar y para mí también una parte de antisemitismo”, lo resume.
“A Baruj le dijeron que no podía cruzar a las islas en aviones militares porque era un civil. Pero es mentira. Los periodistas que llegaron no cruzaron nadando”, cuenta Dobry, sobre un pequeño grupo de periodistas que trabajaban para las agencias oficiales de noticias, y que sí habían logrado llegar hasta las islas para realizar sus corresponsalías.
Al respecto, sobre las motivaciones antisemitas, Plavnick recuerda una incómoda conversación que mantuvo con un general, de quien no recuerda su nombre, a quien le consultó sobre la posible existencia de soldados judíos muertos para realizar sobre esos cuerpos un tratamiento según el ritual judío. “No se preocupe, todos los muertos son de los nuestros”, respondió el militar, abonando el tradicional latiguillo antisemita de los judíos como sujetos apátridas. “Le aclaré que todos los soldados muertos, judíos o cristianos, son argentinos”, dice Plavnick.
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Malvinas
Malvinas
Cementerio de soldados argentinos caídos en la Guerra de Malvinas.
(AFP)
La explicación estratégica para negarle a la Cruz Roja el paso hacia las islas era que el avión debía aterrizar en Puerto Argentino, en una pista que durante los primeros combates había sido bombardeada por las fuerzas inglesas, y posteriormente camuflada por el Ejército Argentino para permitir que siguieran llegando soldados.
“Si el avión de la Cruz Roja hubiera aterrizado en Puerto Argentino, se hubiera revelado ante los británicos que la pista estaba operativa y al día siguiente la hubieran bombardeado de nuevo”, explica Dobry, y recalca que los rabinos fueron autorizados a viajar a las Islas Malvinas cuando los combates todavía no se habían iniciado, y que cuando Plavnick aterrizó en Comodoro Rivadavia la situación ya era muy diferente. Cansados de esperar, los miembros de la Cruz Roja viajaron a Buenos Aires, cruzaron hasta Uruguay y se subieron a un barco inglés que viajó a las islas. “Llegaron a las islas el 14 de junio, cuando la guerra ya había terminado”, agrega el autor de Los Rabinos de Malvinas.
Un tercer motivo, según Dobry, era que “los militares sabían quién era Baruj” y que “no lo consideraban un enemigo pero estaba cerca de eso”, en función de su cercanía a Marshall Meyer. “Era un civil externo a las fuerzas que si hubiera tenido la libertad de ver lo que estaba pasando, nadie les podía asegurar que a la vuelta no contara sobre el hambre y el frío que padecían los soldados argentinos”, argumenta.
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Plavnick
Plavnick
Baruj Plavnick, rabino de la Fundación Pardes en Buenos Aires.
(Fundación Pardes)
Una parte de la misión, cumplida
A la espera de una autorización que nunca llegó, el rabino Plavnick aprovechó sus días en Comodoro Rivadavia para asistir espiritualmente a los soldados judíos de todos los destacamentos cercanos a esa ciudad. “El Ejército me puso un jeep a disposición y soldados para limpiar la sinagoga de Comodoro, que estaba cerrada hacía mucho tiempo y tenía una capa de polvo que ni se podía abrir la puerta”, recuerda.
Allí realizó una ceremonia de Shabat junto a soldados judíos que el Ejército autorizó a viajar especialmente desde diferentes destacamentos, y que también tuvo una amplia repercusión mediática. Además, Plavnick recorrió diferentes puestos militares desplegados sobre esa región de la costa sur argentina.
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Malvinas
Malvinas
Soldados argentinos almuerzan en las Islas Malvinas durante la guerra.
(AFP)
“Viajé kilómetros y kilómetros, les llevaba chocolates, hablábamos un rato”, afirma Plavnick sobre esa parte de su misión que sí pudo cumplir. Y destaca dos recuerdos especiales sobre aquellos encuentros. Uno es que “los soldados en el continente tampoco estaban en buenas condiciones”. El otro, más trivial y personal, es el recuerdo de las camperas Dubón, típicas del ejército de Israel, que abrigaban también a los miles de soldados argentinos que vio por aquellos días de 1982.
“Eran exactamente las mismas, son muy identificables, Israel le vendió esas camperas y seguramente también armas”, dice el rabino. Y Hernán Dobry suscribe. “Israel fue el único país fuera de Perú, algo de Ecuador, alguna pizquita de Venezuela y un envío fugaz de Libia, que se prestó a ayudar a Argentina, un país que estaba bloqueado por todas las grandes potencias del mundo durante el conflicto bélico”, asegura el periodista, que detalla esa historia en su libro Operación Israel.
Plavnick sigue en contacto con algunos de los soldados que conoció en su misión de capellán en el sur. Y por su condición de rabino argentino, actualmente en la Fundación Pardes, el 39° aniversario del desembarco en las Islas Malvinas tiene un significado doble: este 2 de abril coincidió con un viernes, vísperas de Shabat. Así que, además de todo, será un momento de reencuentro: “Uno de los combatientes me dijo que va a venir esta noche a la sinagoga”.
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