El servicio de inteligencia Shin Bet y la policía de Israel revelaron que dos ciudadanos operaban como agentes encubiertos de Hamás, el grupo terrorista que gobierna en la Franja de Gaza.
Rami al-Amudi, de 30 años y ciudadano de Tel Aviv, es hijo de un residente de Gaza y una madre israelí. Después de criarse con su padre, hace dos años recuperó su vínculo con la rama materna de la familia, y a través suyo consiguió la ciudadanía y pudo cruzar la valla de seguridad para mudarse.
Una situación parecida aprovechó Rajab Dacha, de 34 años y cuya mamá nació en Lod, y a partir de esa relación obtuvo su documento israelí. Su esposa y cinco hijos viven en Gaza, lo que facilitó su habilitación para transitar de uno y otro lado de la frontera.
Según la acusación, emitida por el abogado Gilad Erlich, agentes del Hamás se contactaron con ambos para realizar tareas de espionaje y establecer un contacto periódico clandestino con las autoridades gazatíes a través de la aplicación Telegram.
Entre los hechos que se les endilgan a Dacha y al-Amudi, figuran fotografías de diferentes recursos: baterías del sistema Cúpula de Hierro, instalaciones de la policía de Tel Aviv, unidad central LB 433 en Lod, una base militar cercana a Rantis (Cisjordania) y una unidad penitenciaria en la zona de Sharón. También fueron señalados por difundir información sobre la llegada y caída de misiles en las regiones de Tel Aviv Modihin, Ashdod, Ashkelon y el Consejo Regional Ashkelon.