Bajo una montaña en las afueras de Jerusalem, los trabajadores llevan tres años construyendo una necrópolis subterránea compuesta por 1,5 km. de túneles con sepulcros.
Arriba, el cementerio Har Hamenuchot domina la ladera la cual dirige su vista hacia la carretera principal que une a Jerusalem con Tel Aviv. En octubre, la administración del cementerio planea abrir la primera sección de un complejo de catacumbas en expansión que, cuando se complete, proporcionará 23.000 tumbas para un país cada vez más poblado.
"La gente siempre morirá", mencionó Arik Glazer, director ejecutivo de Rolzur Tunneling, la compañía que construye los túneles, "así que hay que conseguir espacio para eso", sentenció.
La tierra es escasa en Israel, y las costumbres de entierro judías y musulmanas requieren enterrar a los muertos en el suelo y prohibir la cremación. El cementerio de la colina está casi lleno, con casi un cuarto de millón de tumbas. La primera sección subterránea que se abrirá en octubre tendrá capacidad para 8.000 cuerpos, mientras que las secciones restantes están programadas para inaugurarse en los próximos años.
Al igual que otras metrópolis cada vez más pobladas, Tel Aviv ha adoptado estructuras de cementerios verticales para satisfacer la creciente demanda, pero ahora Israel está buscando soluciones bajo tierra.
Las bóvedas laberínticas mantienen una temperatura constante de 23 grados centígrados durante todo el año, incluso durante el ardiente calor del verano.
Las paredes de piedra caliza alojan cuatro filas de tumbas que se asemejan a los pequeños hoteles cápsula japoneses. Las lámparas de poliedro gigante con tonos rojos, diseñadas por el artista alemán Yvelle Gabriel, cuelgan sobre las intersecciones entre las avenidas y las calles en lo profundo de la montaña.
El proyecto completo costó aproximadamente US$ 50 millones y tardó poco más de tres años en completarse. Los túneles ocupan solo el 5% del área subterránea total de la montaña disponible para futuras tumbas, comentó Glazer.
Parte de la inspiración detrás de este proyecto fue la antigua costumbre judía de cavar sepelios en sitios alrededor de Tierra Santa, desde Beit She'arim, hasta las laderas rocosas alrededor de Jerusalem.
"El plan de acción de este proyecto fue el cementerio de Beit She'arim", explicó Adi Alphandary, jefe del desarrollo comercial de Rolzur. Esas catacumbas, activas entre los siglos II y IV, fueron reconocidas por las Naciones Unidas como Patrimonio de la Humanidad en 2015.
El arqueólogo de la Autoridad de Antigüedades de Israel, Amit Reem, manifestó que en el pasado las familias enterraban los restos del fallecido en las catacumbas y luego sellaban la puerta con una piedra durante ocho meses.
"Cuando abrían la puerta de la cueva, dentro solo estaban los huesos sin carne", sostuvo Reem. Los huesos se recogían y, a menudo, se colocaban en cajas de piedra, conocidas como osarios, dentro de la cueva.
Si bien las cámaras funerarias de hoy en día simplemente se sellarán con una lápida, Hananya Shahor, directora ejecutiva de la asociación judía de entierros en Jerusalem, mencionó que los rabinos ortodoxos consultados afirmaron que el sitio es "100% aceptable según la tradición judía".
"Estamos casi seguros de que a la gente le gustará mucho más que los viejos sistemas de entierro", sentenció.
First published: 11:06, 30.08.19