Dentro de dos semanas, cuando Israel todavía esté ocupada con el coronavirus y sus consecuencias económicas, el comando central de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) deberá ponerse en alerta máxima para un conflicto armado contra la Autoridad Palestina, sus fuerzas de seguridad, las células terroristas de la región o manifestaciones masivas.
Todos los escenarios son posibles debido al anticipado anuncio del gobierno israelí que pretende anexar el Valle del Jordán y partes de Judea y Samaria. Y el ejército se prepara para cada uno de los diferentes grados de violencia, que pueden ir desde un levantamiento popular (intifada) hasta una confrontación total.
Increíblemente, la agenda pública israelí ignora el tema de la anexión. Algunos se niegan a creer que Israel aplicará esta soberanía desde que el gobierno de Trump advirtió que no debía realizarse sin previas negociaciones con los palestinos. Otros creen que el gobierno se conformará con discursos que no aplicará, o que sólo anexará un pequeño grupo de asentamientos que pertenecen a las fronteras anteriores a 1967, tierras que probablemente en un acuerdo de todos modos hubieran permanecido en manos israelíes.
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Un palestino agita una bandera frente a un asentamiento judío en Judea y Samaria.
(Reuters)
De cualquier manera, todos los que subestiman la anexión se están engañando a sí mismos. La sociedad palestina tiene una opinión muy diferente sobre esta situación. Lo que muchos en Israel ven como una indiferencia palestina, puede revertirse rápidamente en las calles de Judea y Samaria.
Si bien es cierto que en los últimos tiempos hubo una clara caída de los incidentes terroristas, eso se puede atribuir al coronavirus y a Eid al Fitr, la fiesta musulmana que marca el final del mes sagrado de Ramadán. Eso cambió y recientemente se produjeron más ataques.
Tampoco es un buen augurio el hecho de que funcionarios israelíes y palestinos no hayan establecido contacto desde que Mahmoud Abbas, líder de la AP, anunciara la interrupción de la coordinación de seguridad con Israel y Estados Unidos. A diferencia de amenazas similares que realizó el presidente palestino en otras oportunidades, su declaración de la semana pasada se produjo en un contexto económico nefasto, en el que su pueblo sufre restricciones de movimiento y laborales debido a la pandemia.
El hartazgo por la corrupción del gobierno, que usurpó los fondos otorgados para combatir el virus para sus propios fines, así como una tasa alta de desempleo en la AP; exacerba a las calles palestinas y aumenta las motivaciones para lanzar ataques contra objetivos israelíes.
El sistema de seguridad israelí sí está tomando en serio estos riesgos. El servicio de inteligencia Shin Bet y las FDI monitorean lo que ocurre en la Autoridad Palestina y se preparan para días difíciles.
El ejército acaba de finalizar una serie de ejercicios militares que involucran grandes despliegues de tropas. Decenas de miles de soldados, ya sean en unidades regulares o de reserva, están listos para desplegarse ante la primera señal de violencia.
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El ejército israelí se prepara para diferentes escenarios de violencia en la AP.
(AP)
Aviv Kochavi, el jefe de Estado Mayor de las FDI, visitó en las últimas horas el comando central, se reunió con comandantes y definió planes de batalla. Los jefes de inteligencia y operativos se reúnen regularmente con los comandantes de campo para estar al tanto de los eventos.
Si el número de trabajadores palestinos con permiso de ingresar a Israel vuelve a ser el mismo previo a la pandemia, existe un camino para evitar la violencia. Además, fuentes militares creen que pronto se podrá reanudar la tarea en cooperación con el sistema de seguridad palestino.
Pero aún si eso ocurre se trataría de una tregua que duraría hasta el 1 de julio, fecha en la que Israel podría comenzar con los planes de anexión prometidos.
