El 16 de abril de 2001 el grupo terrorista Hamás disparó el primer misil desde Gaza hacia el sur de Israel y desde entonces hubo miles de ataques, algunos especialmente dolorosos. Pero la vida en el sur israelí no se quebró y solamente hace falta una visita por sus comunidades para comprobarlo.
Niños jugando, nuevos centros comerciales, familias jóvenes que construyen sus hogares allí demuestran que el terrorismo no logró imponerse, pese a 20 años de guerras y traumas.
A lo lejos, Gaza sigue siendo la misma de siempre. Hay dos mundos muy diferentes en cada lado de la valla fronteriza. Dos bandos que se comunican a través de la fuerza. Y está claro que si estalla otro conflicto terminará como siempre: con los residentes del sur israelí recuperando sus vidas, mientras que del lado palestino habrá más destrucción.
Estas espirales de violencia deben terminar. Pero ese día parece lejano, a pesar de que el gobierno israelí hace todo lo posible para evitar una mayor escalada, con la facilitación de entrega de ayuda humanitaria y bienes al enclave, y sopesando con cuidado cada respuesta a los sucesivos lanzamientos de cohetes.
Hoy se cumplen exactamente 20 años de que los grupos terroristas de la Franja de Gaza comenzaron a disparar cohetes contra Israel. Al igual que anoche, el primero impactó en un campo a las afueras de Sderot. A lo largo de los años esa ciudad se convirtió en el principal objetivo de los ataques.
Desde los primeros años del Estado de Israel la Franja de Gaza es una amenaza para los israelíes que viven cerca. Hubo períodos de tranquilidad en los que se desarrolló la cooperación y el comercio, pero nunca duraron mucho porque el terrorismo se infiltraba para atacar objetivos dentro de Israel.
Los asentamientos de Gush Katif, dentro de la Franja, también fueron bombardeados con morteros hasta su evacuación en 2005, cuando el entonces primer ministro Ariel Sharon retiró a los colonos y al ejército israelí del territorio gazatí.
Las sirenas que advierten el lanzamiento de cohetes ya forman parte de la banda sonora de las familias que viven en la zona. El control de Hamás sobre Gaza se fortaleció, sus cohetes se volvieron más precisos y mejoraron su alcance. Los civiles tuvieron que adaptarse al peligro. Aún en los días tranquilos la tensión siempre está presente, junto con la triste comprensión de que la reanudación del fuego es solamente cuestión de tiempo.