En menos de dos años, los israelíes han sido llamados a las urnas cuatro veces, ante la incapacidad de sus partidos políticos de formar coaliciones gubernamentales estables. ¿Cómo fueron estos meses plagados de campañas electorales? ¿Qué tendrá de diferente esta votación?
El 9 de abril de 2019, los israelíes votaron en unas elecciones legislativas anticipadas en las que el primer ministro, Benjamin Netanyahu, en el poder desde 2009 y con causas abiertas por corrupción, buscó una victoria que lo mantuviera en el cargo. Su principal adversario fue Benny Gantz, ex jefe del ejército y líder de Kajol Labán, una flamante alianza de centro.
Tanto el Likud de Netanyahu como Kajol Labán obtuvieron 35 escaños. El 17 de abril el presidente, Reuven Rivlin, encargó a Netanyahu que forme un nuevo gobierno y el 29 de mayo, ante la incapacidad de éste para formar una coalición, el parlamento votó por su propia disolución y convocó a nuevas elecciones en septiembre.
Fue la primera vez en la historia del Estado de Israel que no se logró formar un gobierno tras las elecciones. Pero no fue la última: el 17 de septiembre Kajol Labán y Likud quedaron virtualmente empatados. El partido de Gantz logró 33 escaños y el Likud 32, pero ninguno de sus bloques sedujo a una mayoría de 60 parlamentarios que les permitiera formar un gobierno.
Gantz abogó por “un gobierno de unidad amplio” y Netanyahu declaró que el país tenía dos opciones: “Un gobierno que dirijo yo o un gobierno peligroso que depende de los partidos árabes”, en referencia a la Lista Árabe Conjunta, una alianza árabe que se convirtió en la tercera fuerza política y que recomendó a Rivlin que Gantz sea el primer ministro.
El 25 de septiembre Netanyahu fue designado para formar el gobierno y Gantz declaró su negativa “a sentarse en un gobierno cuyo líder está bajo una grave causa judicial”. Al no reunir las voluntades suficientes, Netanyahu regresó al presidente el mandato para formar gobierno y el 21 de octubre lo recibió Gantz.
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Netanyahu, Rivlin y Gantz, durante negociaciones de coalición en septiembre de 2019.
(Jaim Tzaj)
Exactamente un mes después, ante el fracaso de Gantz, el 25 de octubre el presidente Rivlin ordenó a la Knesset a que encontrara a un primer ministro que contara con el apoyo de al menos 61 parlamentarios. Sin resultados, el 11 de diciembre se votó nuevamente la disolución del parlamento y se convoca a elecciones para marzo de 2020.
El 2 de marzo, en medio de la epidemia de coronavirus que ya había llegado a Israel, el Likud logró 36 escaños y Kajol Labán 33. El 16 de ese mes el presidente Rivlin le encargó a Gantz que intentara formar gobierno. Y a fin de mes, al no haber reunido a la mayoría necesaria, decide unirse con Netanyahu para formar un “gobierno de emergencia” que haga frente a la situación sanitaria y le ponga fin a la crisis política.
El 20 de abril los dos partidos acordaron un gobierno de tres años de duración, que iba a ser liderado por Netanyahu durante los primeros 18 meses y por Gantz durante la otra mitad del período. El 6 de mayo la Corte Suprema valida la legalidad del acuerdo.
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El Likud de Netanyahu, líder en las encuestas. Gideon Saar (Tikva Jadashá), Yair Lapid (Yesh Atid) y Naftalí Bennett (Yamina), los principales opositores.
(Ynet)
El tratado de coalición, que establecía la rotación en el cargo de primer ministro, también sostenía la disolución automática del gobierno en caso de que la Knesset no lograse aprobar un presupuesto estatal. Tras meses de disputa y acusaciones sobre este punto, el 23 de diciembre se disolvió el parlamento y se convocó a elecciones para el 23 de marzo de 2021.
El día llegó y, a diferencia de las tres campañas anteriores, el panorama es bien diferente: ninguna encuesta afirma que Kajol Labán pueda sumar una cantidad de votos similar a la del Likud. Desde el bloque de centro izquierda Gantz fue acusado de “traición” por haberse aliado con Netanyahu, y el partido sufrió una dura fragmentación tras la salida de Yair Lapid, su otrora socio en la lista.
Así, bajo la lista Yesh Atid, Lapid se perfila como uno de los tres principales oponentes a Netanyahu en la carrera para liderar el gobierno israelí. Los otros dos partidos que buscan posicionarse lo mejor posible dentro de la oposición son Tikvá Jadashá, de Gideon Saar, desertor del Likud; y la alianza de derecha nacionalista Yamina, liderada por Naftalí Bennett.