En el contexto del anuncio de la liberación de cincuenta secuestrados, donde varios de ellos son niños, se plantean numerosos interrogantes sobre las luchas y traumas que vivieron durante los días en cautiverio por Hamás.
Por eso, se preparó un esquema para la acogida de los niños secuestrados por parte del Instituto "Harov" a cargo del Ministerio de Bienestar Social.
"Nadie en el mundo tiene experiencia con niños secuestrados", confesó Asher Ben Aryeh, director general del instituto y decano en la Universidad Hebrea. "Hace un mes, en un acierto, el Ministerio de Bienestar se dio cuenta de que necesitaba prepararse para esta situación y solicitó que se construyera un modelo para ello. En las últimas semanas hemos estudiado lo que pasó en el mundo, pero no hay mucho material sobre el tema", agregó.
Después de su llegada desde su ubicación en Gaza, los miembros del sistema de seguridad, salud y trabajadores sociales entrarán en contacto con niños. El esquema presenta, entre otras cosas, directrices para los miembros de las fuerzas de seguridad que serán los primeros en acoger a los niños.
En el manual se explica que es correcto que se presenten y luego le enfaticen al niño que está en un lugar seguro. Además, se pide que se hable al niño por su nombre tanto como sea posible.
"Los niños harán preguntas como '¿Dónde está la madre? ¿Dónde está el padre?'. Los soldados no deben responder a estas preguntas, incluso si saben las respuestas", contó Aryeh. "Cada pregunta debe responderse del siguiente modo: 'Cariño, lo siento, no lo sé. Mi trabajo es llevarte a un lugar seguro, donde personas que conoces te estarán esperando y responderán a todas tus preguntas", agregó.
Además, está escrito que "se pueden ofrecer algunos contactos como apretones de manos y abrazos, pero todo debe ser como una oferta. No levantar ni sostener al niño sin su permiso. Es importante recordar que cualquier toque puede percibirse como invasivo y debemos dejar que el niño lo elija, aunque sea muy pequeño", remarcó.
"Estamos muy perturbados", afirmó el profesor Ben Aryeh. "Los interrogatorios incorrectos son un daño que tardará años en corregirse y no por tener malas intenciones. Simplemente hay cosas que no se preguntan, o hay que saber preguntar. En los últimos días, hemos capacitado tanto al personal del Shin Bet en materia de investigaciones infantiles como al personal médico y militar que se supone que debe acoger a los niños en primer lugar. Después hicimos capacitaciones para los trabajadores sociales que acompañarían a las familias. Al mismo tiempo, el Ministerio de Bienestar Social creó una base de datos de terapeutas especializados en atención de traumatología, que también fueron formados por nosotros", planteó.
El esquema subraya que el encuentro con niños que vivieron acontecimientos traumáticos y abrumadores también puede socavar la regulación de los profesionales que entrarán en contacto con ellos.
"Es importante intentar garantizar reacciones tranquilas, seguras y reguladas frente a los niños", sostuvo.
"No sabemos cuántos de estos niños saben que sus padres fueron asesinados, no sabemos cuántos de ellos saben lo que pasaron sus padres que los esperan en casa o si tienen sus padres en cautiverio", manifestó Ben Aryeh. Vivimos en la oscuridad, lo único que sabemos es que quedaron traumatizados", agregó.
La guía incluye principios rectores para la primer etapa y también para más adelante. En el plano médico, los profesionales hacen hincapié en evitar pruebas médicas invasivas, pero también en hacer todas las pruebas necesarias para comprender si el niño sufrió daños y si se cometieron crímenes de guerra.
"La instrucción es no doblar, interrogar o preguntar específicamente sobre esto, se les debe permitir hablar en su propio tiempo", afirmó Yael Sherer, directora del lobby de lucha contra la violencia sexual. "Quien esté con el niño o la niña debe tener la menor cantidad posible de pruebas invasivas y el mayor apoyo psicosocial y acompañamiento médico", sumó.
El esquema también hace referencia a la primera semana después del regreso de los niños, "para permitirle un diálogo abierto con las personas importantes en su vida sobre lo que experimentó, prioridad para permanecer en un espacio seguro y familiar y construir una rutina intermedia con objetivos realistas, que incluyen descanso, comidas equilibradas, actividad física moderada al aire libre y reuniones limitadas con amigos para permitir el aislamiento, la mirada fija y un sueño prolongado", subrayó.
Según el Dr. Nir Isher, fundador del Instituto Psagot, que creó el Centro de Emergencia Psagot Goldin para las familias de los secuestrados el 10 de julio, "Nos enfrentamos a una nueva situación psicológica para la que no existe experiencia ni tratamiento a largo plazo".
"No existe ningún protocolo en la literatura profesional y médica sobre cómo se supone que debe comportarse uno con una persona que ha regresado del cautiverio. En muchos temas existen protocolos que brindan herramientas para que los miembros de la familia puedan lidiar con un cierto trauma como durante el abuso sexual, aquí no hay protocolos de los que se pueda hablar. Lo segundo es que tampoco hay un modelo de cómo se supone que debemos comportarnos como ciudadanos con las familias y con los que regresaron de cautiverio. Los modelos son escritos hoy por profesionales", remarcó.
"Hay que entender que la palabra clave es paciencia", añade Rona Ackerman, abogada, psicoterapeuta y responsable del área de emergencia y resiliencia de la asociación Centro Ela, que ofrece asistencia psicológica para afrontar el trauma de estar en cautiverio.
"Debemos recordar que la experiencia del cautiverio es difícil en sí misma. Se produjo después de un trauma muy grande por el momento del secuestro, el momento de la infiltración de los terroristas y las pérdidas que experimentaron en ese momento. El cautiverio sólo se suma al trauma existente", planteó.
"El secreto es mayor porque no sabemos en qué condiciones estuvieron expuestos o si fueron separados de los otros miembros de la familia que fueron secuestrados con ellos", cerró Rona.
