Nagasaki anunció que todos los países con misiones diplomáticas extranjeras en el país serán invitados a la ceremonia conmemorativa de las víctimas de la bomba atómica lanzada sobre la ciudad en 1945, incluidos Israel, Rusia y Bielorrusia, según anunció el alcalde Shiro Suzuki.
Al hacerlo, el alcalde revisó la decisión del año pasado, después de que el año pasado se abstuviera de enviar invitaciones a los embajadores de Israel, Rusia y Bielorrusia con el argumento de que quería permitir que la ceremonia se llevara a cabo en una "atmósfera de paz".
Tras la negativa a invitar a Israel el año pasado, debido a la guerra en la Franja de Gaza, los embajadores occidentales, encabezados por Estados Unidos, decidieron boicotear la ceremonia, que en su momento se consideró una gran bofetada para Suzuki. Este año, la ciudad decidió no meterse en problemas con Israel y lo invitó a la ceremonia. El alcalde dijo: "Ahora que la división en la comunidad internacional está creciendo, quiero que todos participen y experimenten con sus ojos, oídos y corazones la crueldad del uso de armas nucleares".
Este año, también, Nagasaki recibió un mensaje de los estadounidenses de que sería muy deseable que Israel fuera invitado, para no repetir el boicot a la ceremonia por parte de los Estados Unidos y la mayoría de los países occidentales.
El embajador de Israel en Japón, Gilad Cohen, expresó que "Israel, que se defiende contra el cruel terrorismo, se mantendrá con la cabeza en alto en cada foro y en cada ceremonia internacional". Ahora, la embajada israelí está a la espera de la invitación oficial a la ceremonia, que se celebrará el 9 de agosto.
Además de Estados Unidos, los embajadores del G7 de Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y Canadá también boicotearon la ceremonia del año pasado en Nagasaki, enviando allí a diplomáticos jóvenes. Muchos de los embajadores de la UE tampoco asistieron, incluido el propio embajador de la UE. Los embajadores de Australia y Ucrania tampoco participaron.
Las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki mataron a decenas de miles de personas, algunas inmediatamente después del impacto y otras en los meses y años siguientes, debido a enfermedades causadas por la radiación. Fue el lanzamiento de las bombas atómicas lo que finalmente llevó a la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial.