Trabajo con la llegada de los heridos.
Trabajo con la llegada de los heridos.
Yaron Sharon
Heridos en el Hospital Barzilai, en Ashkelon.

El equipo del Hospital Barzilai, en Ashkelon, el primero en recibir los heridos

"Nos secamos las lágrimas y seguimos adelante", dice una enfermera de urgencias sobre la conmoción y el horror tras el ataque de Hamás.

Yuval Haninovitch |
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El Hospital Barzilai, en Ashkelon, fue atacado por cohetes de Hamas que cayeron sin ningún aviso. El miércoles, uno de ellos impactó en la guardería. No había niños en ese momento porque la mayor parte del hospital fue trasladado bajo tierra, pero su director fue rescatado de la habitación segura que estaba cubierta por concreto y vidrios rotos. Fue la segunda vez que el hospital, que nunca ha dejado de operar ni de tratar la afluencia masiva de víctimas, recibió un golpe directo.
Desde el 7 de octubre, 685 heridos fueron atendidos, 100 hospitalizados con lesiones graves y a finales de la semana pasada, 25 permanecían, la mayoría habían sido operados. "Las lesiones que hemos visto han sido graves. Disparos a corta distancia, que requieren cirugía de emergencia. Nuestros equipos se apresuran a entrar en los quirófanos. Hemos transferido muchos de los casos graves a otros hospitales para que reciban la atención urgente que necesitan", dice el Dr. Hezy Levy, director del hospital.
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Heridos en el Hospital Barzilai, en Ashkelon.
Heridos en el Hospital Barzilai, en Ashkelon.
Heridos en el Hospital Barzilai, en Ashkelon.
(Yaron Sharon)
"El hospital, debido a su ubicación en el sur, se utiliza para responder al fuego entrante y prepararse para una afluencia de heridos en la sala de emergencias y en las salas quirúrgicas. Creo que hemos respondido bien, gracias a nuestro increíble equipo", señala Orit, miembro del personal durante los últimos 30 años, quien relata que nunca ha visto nada remotamente similar a las heridas tratadas por sus colegas en su crueldad. "Es difícil para nosotros, pero ésta es nuestra vocación", dice, pero está de acuerdo en que todo el personal siente la sensación de conmoción.
El doctor Assaf Ozen viene a trabajar desde su casa en Sderot. Está cerca de la frontera con Gaza, ha sido invadida por terroristas asesinos y está bajo fuego de cohetes casi constante. "Esto nos tomó por sorpresa y asestó un golpe a nuestra sensación de seguridad que no había sido tan buena al principio", dice. "Mi esposa y mis hijos están ahora en Haifa, que por el momento es un mejor lugar para estar, y yo estoy aquí", agrega.
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Personal de salud trabaja con la llegada de ambulancias al Hospital Barzilai.
Personal de salud trabaja con la llegada de ambulancias al Hospital Barzilai.
Personal de salud trabaja con la llegada de ambulancias al Hospital Barzilai.
(Yaron Sharon)
El 40% que había permanecido en Sderot durante la primera semana de la guerra, finalmente estaba siendo evacuado por el gobierno, mientras que los que podían se habían ido para alejarse de los interminables bombardeos y el miedo constante de que más terroristas pudieran infiltrarse en su ciudad.
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Trabajo con la llegada de los heridos.
Trabajo con la llegada de los heridos.
Trabajo con la llegada de los heridos.
(Yaron Sharon)
"Soy optimista", dice Ozen. "Espero que lo que ha pasado no vuelva a suceder y que la situación sea diferente. Esto podría suceder en otro lugar mañana. Creo que hay unidad de nuevo entre los israelíes y podremos volver a ser como eran las cosas hace cinco años. En este momento tengo una casa a la que volver, pero no sé si mi esposa estaría dispuesta a volver", arriesga.
El doctor Amir abu-Asal está de pie y escucha hablar a su amigo Ozen. Es un médico superior de medicina de emergencia y entró corriendo tan pronto como escuchó lo que había sucedido y escuchó los gritos cuando llamó por teléfono a la sala. Su ciudad beduina de Rahat también fue atacada. "El sábado fue el día más difícil de mi carrera en medicina de emergencia", dijo.
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Daños en una calle de Ashkelon tras un ataque con cohetes.
Daños en una calle de Ashkelon tras un ataque con cohetes.
Daños en una calle de Ashkelon tras un ataque con cohetes.
(Bomberos y Rescate)
"Llegué a una verdadera batalla con mucha gente, sangre y heridas –agregó–. Era una situación indescriptible. Pero cuando estás allí te desconectas de las emociones y del trabajo. Esto es lo que te enseña la formación en medicina de urgencias. Sólo nos dedicamos a salvar vidas. Sólo ahora estoy tratando de comprender con lo que lidiamos y todavía estamos lidiando, pero al menos ahora no nos enfrentamos a los mismos niveles de lesiones y muertes como las de ese día".
El hospital está preparado y en constante disposición para recibir heridos. Suena la sirena, las ambulancias se apresuran, los vehículos militares o los coches particulares dejan a los heridos en la puerta de la sala de emergencias y siguen adelante. El equipo espera que las cosas se calmen, pero las camas y el equipo están preparados, y ellos también.
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Entrada de emergencias en el Hospital Barzilai, de Ashkelon.
Entrada de emergencias en el Hospital Barzilai, de Ashkelon.
Entrada de emergencias en el Hospital Barzilai, de Ashkelon.
(Yaron Sharon)
El profesor Ronen Debi es jefe de la sala de emergencias ortopédicas. "Durante 24 horas intentamos salvar las extremidades de cientos de personas. El Frente Interno trató de trasladar a los heridos que no sufrían heridas que pusieran en peligro su vida o sus extremidades, a otros hospitales del centro del país. Incluso ahora nuestros quirófanos están trabajando de salvar estas vidas y están preparados para lo que aún puede venir. He estado recibiendo mensajes de texto de muchos médicos de Israel y del extranjero, que quieren venir aquí y ofrecerse como voluntarios para ayudar", relata.
"He estado recibiendo mensajes de texto de muchos médicos de Israel y del extranjero, que quieren venir aquí y ofrecerse como voluntarios para ayudar"
Ron Sirkin, un enfermero de urgencias, dice que no tienen otra opción y se presentan para hacer lo mejor que pueden. "Te alejas un minuto para llorar y luego vuelves al trabajo. No hay otra manera de manejar lo que has visto. Esas imágenes están grabadas en la memoria", dice con dolor.
Lotem Aken, otra enfermera de urgencias que vive en Ashkelon, expresó que el equipo está en piloto automático. "Sabemos nuestro trabajo y cómo tratar a los heridos, pero no tantos. Nos secamos las lágrimas y seguimos adelante para dar lo mejor de nosotros", cuenta.
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