Ben Dror Yemini
Ben Dror Yemini
Alex Kolomoisky
La eliminación de Bin Laden no erradicó su doctrina.

El legado de Osama bin Laden sigue vivo en las universidades de EE.UU.

Opinión: En contraste con lo que afirman los estudiantes norteamericanos que leyeron la carta del ex líder de Al Qaeda, ésta no "les abrió los ojos", sino que más bien se hizo eco de lo que ya habían aprendido.

Ben-Dror Yemini |
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En mayo de 2009 se celebró una conferencia en la Universidad de California, Irvine, titulada "Israel: la política del genocidio". Entre los oradores se encontraba Abdel Malik Ali, un ferviente partidario de Hamás, Hezbolá y la Jihad Islámica. Esta conferencia no fue única, sino más bien una entre muchas, donde académicos e islamistas apasionados compartieron una narrativa común: alegar la participación de Israel en genocidio, afirmar el control judío sobre los medios, la política y la economía, y abogar por una imposición global de la ley Sharia. Algunas figuras judías como Norman Finkelstein e Ilan Pappe expresaron sentimientos similares en tales eventos, rechazando cualquier postura antisemita y criticando a Israel.
La aparición de la "reveladora carta de Bin Laden" no debería sorprender, sino más bien provocar asombro ante la tendencia predominante. Durante dos décadas, se propagó sistemáticamente una narrativa contra Estados Unidos, el sionismo, los judíos, los blancos y los colonialistas, alimentada por propaganda racista llena de mentiras y manipulaciones. Los círculos académicos, no sólo en la Universidad Islámica de Gaza, sino también en Estados Unidos, se vieron influenciados por sentimientos antiestadounidenses, calificando a Estados Unidos como el Gran Satán y a Israel como el Pequeño Satán, a menudo apoyados por una generosa financiación, incluso de Qatar.
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La eliminación de Bin Laden no erradicó su doctrina.
La eliminación de Bin Laden no erradicó su doctrina.
La eliminación de Bin Laden no erradicó su doctrina.
(EPA)
En 2016, la Universidad Amherst de Massachusetts enfrentó críticas por carecer de voces conservadoras en un debate específico. Los estudiantes, indignados por lo que percibían como profesores que promovían opiniones antiamericanas, iniciaron una petición. Los sentimientos que resonaban en la petición estaban alineados con el contenido de la carta de Bin Laden, enfatizando juicios antiestadounidenses atribuidos a temas que van, desde la pobreza en África, hasta ISIS, y remontándolos al imperialismo y capitalismo estadounidenses. La eliminación de Bin Laden no erradicó su doctrina, llena de odio hacia Estados Unidos, el mundo libre y los judíos, que seguía influyendo en los campus universitarios.
Durante años, las instituciones académicas fueron espacios para difundir ideologías antinorteamericanas y antisionistas, a menudo entrelazadas con narrativas antisemitas. El aumento del número de académicos que respaldan ideologías tóxicas se vio facilitado por el continuo lavado de cerebro, no sólo en instituciones como la Universidad Islámica de Gaza, sino también en Estados Unidos. La situación genera preocupación sobre la influencia de narrativas sesgadas financiadas por fuentes externas.
Es crucial reconocer que, si bien hay académicos honestos, no todas las críticas a Israel son antisemitas. Sin embargo, un número preocupante de académicos se convirtió en apologistas y propagandistas de ideologías que alimentan el odio contra Estados Unidos, el mundo libre, los judíos y el sionismo. La prevalencia de tales ideologías plantea un serio desafío a la integridad intelectual dentro de las comunidades académicas.
Es esencial reconocer que el "anticolonialismo" promovido por figuras como bin Laden y otros líderes yihadistas no se alinea con un antiimperialismo genuino. Más bien, representa una forma oscura y asesina de imperialismo, como se evidencia en la imposición violenta de un califato islámico opresivo. Esta ideología extremista carece de los principios de libertad, derechos básicos e igualdad, ejemplificados por el maltrato a las mujeres y castigos brutales como el corte de manos, como se vio en Afganistán.

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Ben Dror Yemini
Ben Dror Yemini
Ben Dror Yemini: "El establecimiento del Estado de Israel tenía como objetivo evitar la repetición de empresas de exterminio".
(Alex Kolomoisky)
El profesor Jasbir Puar, del Departamento de Estudios de Género de la Universidad Rutgers, de Nueva Jersey, escribió un libro titulado El derecho a mutilar. La idea principal de Puar es que Israel mutila intencionalmente a los palestinos, una especie de maldad ilimitada. No había datos ni pruebas en el libro. Era un galimatías progresista. Cuando se trata de un panfleto antisemita disfrazado de académico, no hay necesidad de una base fáctica. Incluso después de duras críticas al libro (después de todo, hay académicos decentes), el libro ganó el premio anual de la Asociación Nacional de Estudios de la Mujer, en 2018.
Entonces, ¿de qué nos sorprendemos?
En términos simplificados, un segmento de la academia estadounidense parece participar en narrativas antiestadounidenses, antisionistas y antisemitas. El contenido de la carta de Bin Laden refleja lo que se enseña en algunas facultades sociales y de humanidades, desafiando las afirmaciones de que "abrió los ojos". Existe la preocupación de que puedan surgir reacciones similares cuando se encuentren ideologías extremas como los Protocolos y los escritos de Hitler.
Los nuevos partidarios de Bin Laden, Hamás y los grupos yihadistas pueden no alinearse con los valores morales, como lo demuestra la mayoría de los ataques terroristas que ocurren en países musulmanes y causan daño a las poblaciones musulmanas. El resurgimiento de la violencia masiva, como en Darfur, Sudán, no parece disuadir a estos seguidores. La maldad y los sentimientos antioccidentales, inculcados en el mundo académico, contribuyen a su forma de pensar.
Expresiones como "la descolonización no es una metáfora" surgen después de acontecimientos importantes, lo que indica un preocupante llamado a la aniquilación. Si bien no todas las críticas a Israel son antisemitas, demasiados académicos parecen respaldar ideologías dañinas. La autenticidad de la carta de Bin Laden es incierta, pero su contenido se hace eco de la imposición violenta de un califato islámico restrictivo que se observa en grupos como Al-Qaeda, Hamás e ISIS.
El entusiasmo por el llamado "anticolonialismo" de los líderes yihadistas puede pasar por alto lecciones históricas, ya que los frenesíes propagandísticos del pasado condujeron a proyectos de exterminio. El establecimiento de un Estado como Israel tenía como objetivo evitar que se repitieran tales esfuerzos. El sionismo, en este contexto, se presenta como una solución más que como un problema.
Ben-Dror Yemini es el autor de La industria de las mentiras.
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