¿Pfizer o Sinopharm? ¿Estados Unidos o China? En Oriente Medio y el norte de África, los pedidos de nuevas vacunas contra el COVID-19 están impulsados por consideraciones diplomáticas y logísticas, lo que refleja la creciente influencia regional de Beijing.
Israel es uno de los países que encabeza la vacunación contra el coronavirus en todo el mundo. En diciembre comenzó a recibir las dosis de la farmacéutica estadounidense Pfizer y ha logrado inmunizar -por lo menos con la primera de las dos inyecciones necesarias- a más de 25% de su población.
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Song Aiguo, embajador de China en Egipto, presenta al ministro egipcio de Educación Superior e Investigación Científica, Khaled Abdel Ghaffar, un envío de equipos médicos.
(Cortesía)
En los últimos días, las autoridades de Jerusalem hicieron públicos documentos que muestran el alcance de su colaboración con la farmacéutica y explican la exitosa campaña de vacunación. Sucede que, a cambio de una rápida entrega de las dosis, Israel, con sus vastas bases de datos médicas digitalizadas, está proporcionando a la empresa estadísticas sobre la eficacia y los posibles efectos secundarios de la vacuna en función de indicadores como la edad y el historial médico.
Una cooperación de este tipo no es una novedad teniendo en cuenta que el Estado judío es el principal aliado estratégico de Washington en la región. De hecho, Jerusalem también se aseguró millones de dosis de la vacuna desarrollada por la firma Modera, también de origen estadounidense.
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Un anciano recibe su segunda dosis de la vacuna contra el coronavirus de Pfizer en una clínica en Jerusalem.
(United Hatzalah)
Ahora bien, ¿y el resto de los países de Medio Oriente? Algunos como Arabia Saudita, Qatar, Kuwait y Omán también cerraron acuerdos con Pifizer. Mientras que otros como Irak, Jordania, Emiratos Árabes Unidos y Bahrein cubrieron sus necesidades ordenando, además de algunas dosis de Pfizer, la vacuna de Sinopharm, desarrollada en China.
Para Yahia Zoubir, especialista en relaciones diplomáticas entre China y las naciones árabes, la elección de la vacuna se basa en consideraciones como el precio y los requisitos de almacenamiento. No obstante, la política nunca se hace a un lado.
Desde el inicio de la pandemia, la administración de Donald Trump "se cerró sobre sí misma, mientras que China desplegó la diplomacia sanitaria", afirmó Zoubir. Y agregó: "Los chinos han estado mucho más activos y cooperativos".
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El presidente del Departamento de Salud de los EAU, el jeque Abdullah bin Mohammed Al-Hamed, participa en la tercera fase de un ensayo clínico para la vacuna de Sinopharm en Abu Dhabi.
(AFP)
Desde marzo de 2020, Beijing ha exportado millones de máscaras y batas a Oriente Medio, el norte de África y otras regiones, además de proporcionar respiradores y realizar seminarios en línea con autoridades médicas de varios países. "Crearon una nueva ruta de la seda saludable", aseguró el especialista, refiriéndose al impulso de infraestructura mundial de China.
La salud se está convirtiendo en parte de la política exterior de Beijing, lo que le permite ampliar su “círculo de amigos" en una región que representa la mitad de sus importaciones de petróleo. Según Jonathan Fulton, especialista en relaciones entre China y Oriente Medio y profesor de la Universidad Zayed de los Emiratos Árabes Unidos, "hay mucha presión sobre los aliados de Estados Unidos para que no cooperen con China".
Mientras Estados Unidos fracasaba en su propia batalla contra la pandemia, se produjo una transición en la que el gigante asiático pasó de víctima a actor confiable y solidario. Con su proyecto Belt and Road, Beijing está buscando “ampliar su presencia en Medio Oriente, pero no necesariamente para reemplazar a Washington”, añadió Fulton.
