Cuatro años después de que la elección de Donald Trump alterara gran parte de las políticas, lo intereses y las relaciones de los Estados Unidos, los países del mundo vuelven a mirar hacia Norteamérica y observan con detenimiento lo que pueda llegar a pasar con la votación del próximo 3 de noviembre. Sucede que, dependiendo quién se haga cargo de la Casa Blanca, muchos aspectos relacionados a la geopolítica pueden dar un importante giro.
La participación e influencia estadounidense en el escenario internacional han evolucionado drásticamente desde que Trump asumió el cargo en 2016. Barrió acuerdos con algunas naciones, enfiló a aliados de larga data y se retiró de las obligaciones multilaterales que, según considera, no sirven a los intereses de Estados Unidos.
De este modo, naciones de todo el mundo aguardan expectantes lo que decidan los ciudadanos norteamericanos, ya que su voto no definirá sólo quién ocupará la Casa Blanca, también el destino de unos cuantos países. A continuación, un vistazo por algunos temas que están atados directa e indirectamente a lo que decida el nuevo presidente de Estados Unidos.
Acuerdos, aliados y adversarios
En cuanto al conflicto entre israelíes y palestinos, los más relevante será ver qué sucederá con el Acuerdo del Siglo", propuesto por Trump a principio de año y que no cayó muy bien en Ramallah. Efectivamente, este plan da luz verde a la anexión israelí de sus asentamientos en Cisjordania, revirtiendo décadas de políticas más parciales por parte de la mayor potencia mundial y promulgando por una solución de dos Estados.
De esta manera, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, será uno de los líderes que estará observando de cerca estas elecciones. Lo mismo por parte de la Autoridad Palestina, cuyos dirigentes ya se mostraron a favor de Joe Biden, el candidato demócrata.
En cuanto a las relaciones con Irán, marcadas por el pacto nuclear alcanzado durante la administración de Barack Obama, Trump llevó a cabo un cambio radical. Calificó el acuerdo como “el peor de todos los tiempos" y se retiró, lo que deleitó a Israel y Arabia Saudita pero consternó a otros.
Además, en enero de este año, fuerzas norteamericanas asesinaron a la figura militar más importante de la República Islámica, el general Qasem Soleimani, en Bagdad. Irán, por su parte, respondió con un ataque con misiles balísticos contra las bases iraquíes que albergaban a las tropas estadounidenses.
Hace pocas semanas, desde la Casa Blanca anunciaron nuevas sanciones contra Teherán, lo que señala cómo podría continuar el rumbo de las relaciones en caso de una victoria de Trump. Biden, quien fue vicepresidente de Obama, podría volver a comprometerse con el acuerdo nuclear e intentar llegar a una solución mediante caminos más pacíficos.
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Iraníes durante el funeral de Qasem Soleimani, asesinado por fuerzas norteamericanas.
(AFP)
En cuanto a los lazos con la Unión Europea y la OTAN, históricamente estrechos, durante los último cuatro años también se produjeron importantes baches. Pues la gran mayoría de los países europeos siguen estando profundamente comprometidos con los bloques multilaterales que Trump tanto ha criticado.
Biden, heredero de una tradición de política exterior más en línea con la de los años de Guerra Fría, ha dicho que adoptaría un enfoque más conciliador con sus aliados de toda la vida.
Unos de los puntos cúspides del mandato del actual presidente estadounidense fue el asombroso acercamiento a Kim Jong Un, líder de Corea del Norte. Sin embargo, las cumbres no produjeron resultados tangibles. Durante la campaña se prestó poca atención a la “reconciliación” con Pionyang y el candidato demócrata no ha dado señales de estar interesado en volver a llevar el tema a escena.
Geopolítica de virus
Durante la pandemia de coronavirus, Trump arremetió contra la Organización Mundial de la Salud y rechazó en gran medida el multilateralismo. Esta actitud dio paso a que otros líderes con ideas afines, como el brasileño Jair Bolsonaro y el británico Boris Johnson, sigan el mismo camino.
Lejos de estar resuelto, el COVID-19 continúa siendo un problema central. EE.UU. ya cuenta con más de 220.000 muertes y las últimas semanas un importante rebrote golpeó a Europa. Además, las altas tasas de infección se sostienen en India, Irán y otras naciones.
Lo que haga o deje de hacer la principal potencia del mundo puede ser primordial para la contención del coronavirus. Por lo que muchos opinan que un triunfo de Biden podría generar un cambio de actitud de la Casa Blanca en cuanto a la pelea contra el virus.
Batalla de las superpotencias
El resurgimiento de Rusia y el ascenso de China han puesto fin a un período posterior a la Guerra Fría en el que Washington era la única gran potencia. Trump ha hecho esfuerzos para mantener relaciones con Vladimir Putin, a pesar de la confirmación de que agencias de inteligencia de Moscú interfirieron en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016. Sin embargo, todo podría cambiar en caso de que Biden sea electo, ya que avisó que actuaría agresivamente para contrarrestar cualquier infiltración de este tipo.
Desde hace tiempo, China y su creciente “amenaza” se han convertido en el foco de las críticas de Trump. El republicano impuso tarifas punitivas, hizo comentarios racistas sobre los orígenes del coronavirus y tomó medidas sobre cuestiones de ciberseguridad. Si bien Biden podría no ser tan directo, gane quien gane el 3 de noviembre, las relaciones entre Washington y Beijing no parecen tener futuro y todo indica que la tensión irá en aumento.
