Cada año, en los días previos a la Navidad, el joyero Melad al-Amash exhibe en un mercado de Gaza sus figuras de oro sobre la Navidad. Sin embargo, en 2020, la pandemia provocó una fuerte diminución en las ventas, ya que los potenciales clientes se distancian de ferias multitudinarias de este estilo.
El mercado de oro, de más de 500 años de antigüedad, en el que se pueden encontrar todo tipo de esculturas hechas a base de este metal precioso, está ubicado en una calle estrecha y bajo un techo abovedado. Amash asegura que los gazatíes temen acercarse a lugares como este, por lo que su negocio se redujo a la mitad en comparación con el mismo período en 2019.
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La joyería, al igual que otros tantos rubros, se ha visto afectada por los bloqueos.
(Reuters)
"Era la profesión de mi abuelo. Se la pasó a mi padre y mi padre me la pasó a mí", cuenta el cristiano palestino de 27 años, sin abandonar su tienda. Todos los años, los miembros de la pequeña comunidad cristiana de Gaza, de alrededor de 1.000 personas, se acercan al mercado interesados en comprar los artículos navideños. Pero este año han decidido resguardarse.
Al igual que muchos otros rubros, la joyería está sintiendo el aguijón económico de la crisis sanitaria y los bloqueos. "El coronavirus ha impactado nuestro trabajo, la gente tiene miedo de venir al mercado. También tienen miedo de comprar, prefieren ahorrar su dinero a comprar oro", afirma Amash.
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En los últimos 15 años, la población cristiana de Gaza se ha visto disminuida considerablemente.
(Reuters)
Gaza, donde viven dos millones de personas en barrios densamente poblados, ha registrado más de 26.000 casos de coronavirus y 169 muertes, la mayoría desde agosto. Por eso, desde entonces, las autoridades de Hamás, el grupo islamista al frente del enclave, aplicó nuevas restricciones.
En los últimos 15 años, la población cristiana de Gaza ha disminuido considerablemente. Se generó una ola de emigración alimentada por las dificultades económicas y el deseo de escapar de las luchas entre grupos militantes e Israel. "No se puede vivir en un país bloqueado y en guerra, por lo que es normal que las personas se vayan y cuiden sus intereses ", exclama, desahuciado, el joyero de 27 años.
