En una votación marcada por la poca participación, Ebrahim Raisi, jefe judicial de línea ultraconservadora, fue electo nuevo presidente de Irán. El candidato, que había recibido el apoyo de líder supremo Alí Jamenei, se impuso con más del 60% a su favor, casi unos 18 millones de votos. De este modo, reemplazará a Hassan Rouhani y deberá tomar cartas en temas latentes como las actuales negociaciones en Viena, Austria, con las potencias occidentales para revivir el acuerdo nuclear.
Según el Ministerio de Interior, un total de 28,9 millones de iraníes se acercaron a la urnas a emitir su voto, cifra que representa apenas al 48,8% del padrón habilitado a sufragar y una disminución significativa con respecto a las últimas elecciones presidenciales, en 2017. Muchos opositores al régimen denunciaron falta de legitimidad y manipulación por parte de los ayatolas para la victoria de Raisi, por lo que decidieron no participar.
En segundo lugar quedó Mohsen Rezaee, un viejo comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria de Irán, quien obtuvo alrededor de 3,4 millones de votos. El tercer puesto lo ocupó Abdolnasser Hemmati, antiguo presidente del Banco Central, con alrededor de 2,4 millones de votos. Además, hubo alrededor de 3,7 millones de votos en blanco.
Tanto Rezaee como Hemmati reconocieron su derrota. Este último, mediante una carta, incluso felicitó a Raisi: "Espero que su administración, bajo el liderazgo del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, enorgullezca a la República Islámica, mejore los medios de vida y garantice el bienestar de la nación", escribió.
¿Quién es Raisi?
El nuevo presidente de Irán es un clérigo chiíta de 60 años. Más de una vez ha sido considerado para reemplazar a Alí Jamenei y, actualmente, se encuentra sujeto a sanciones estadounidenses por presuntos abusos contra los derechos humanos: se lo acusa de haber participado en la ejecución masiva de opositores políticos en 1988.
Si bien en Irán la última palabra en cuestiones estatales la tiene el líder supremo y no el presidente, Raisi jugará un papel fundamental en las negociaciones con las potencias occidentales para retornar al acuerdo nuclear (abandonado por Donald Trump en 2018). Si bien el candidato conservador no ofreció ningún programa político o económico detallado durante su campaña electoral, ha respaldado la reactivación del pacto, un paso que le permitiría a Teherán salvaguardar su golpeada economía.
4 צפייה בגלריה
Este viernes, tras emitir su voto, Raisi ofreció una conferencia de prensa en Teherán.
(Arash Khamooshi para The New York Times)
Para sus partidarios, la estrecha identificación de Raisi con el líder supremo y, por extensión, con la Revolución Islámica que llevó a los líderes clericales de Irán al poder en 1979, es parte de su atractivo. Durante las últimas semanas, los carteles de campaña mostraban el rostro de Raisi junto con el de Jamenei y su predecesor, el ayatolá Ruhollah Khomeini, o el general de división Qassim Suleimani, comandante iraní asesinado durante un ataque aéreo estadounidense el año pasado.
La indignación de los opositores
A pesar de las diversas exhortaciones del líder supremo a participar en las elecciones, la participación fue muy baja. Las últimas semanas, en Teherán se pudieron ver pancartas con una imagen de la mano amputada del general Suleimani, que todavía llevaba su característico anillo rojo oscuro, instando a los iraníes a votar "por él". Otros carteles mostraba una calle bombardeada en Siria, advirtiendo que Irán corría el riesgo de convertirse en ese país devastado por la guerra si los votantes se quedaban en casa.
Sin embargo, estos intentos ayatolas no lograron su objetivo. El principal factor disuasorio para muchos votantes fue la prohibición de candidatos moderados. A pocos días de las elecciones, un organismo electoral de línea conservadora anuló varias candidaturas, despejando el camino para una victoria de Raisi.
4 צפייה בגלריה
El líder ayatola Alí Jamenei emitiendo su apoyo a Raisi.
(Arash Khamooshi para The New York Times)
En este sentido, hace algunas horas, en clara referencia a la descalificación de candidatos, un portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos afirmó: "A los iraníes se les negó el derecho a elegir a sus propios líderes en un proceso electoral libre y justo".
Años anteriores, el régimen ayatola supo permitir candidaturas de diferentes ideologías. No obstante, desde que estallaron las protestas en 2009 por acusaciones de que las elecciones presidenciales de ese año fueron manipuladas, las autoridades han reducido gradualmente los límites de la libertad electoral.
