El halterófilo iraní Mostafa Rajaei fue sancionado de por vida este miércoles por las autoridades iraníes tras estrechar la mano de su colega israelí Maksim Svirsky durante una competición mundial.
La federación de halterofilia de Irán dictó la prohibición y destituyó al jefe de la delegación, Hamid Salehinia, tras el incidente, según medios de comunicación estatales iraníes. La prohibición impide a Rajaei, de unos 40 años, acceder a cualquier instalación deportiva del país. Este atleta había sido miembro del equipo nacional iraní durante los Campeonatos Asiáticos de Halterofilia en 2015.
En 2021, el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, prohibió a los atletas estrechar la mano a los representantes israelíes que ganaran medallas. A menudo, los atletas de la República Islámica lograron evitar competir contra israelíes al ser descalificados o presentar certificados médicos alegando que no se encontraban en buen estado de salud.
Otro ejemplo es el del prodigio del ajedrez, Alireza Firouzja, que abandonó Irán y se nacionalizó francés después de que la federación de este deporte le prohibiera participar en el campeonato mundial de 2019 para evitar que se enfrentara a un jugador israelí.
En un incidente similar, Saeid Mollaei, judoka iraní, se enfrentó a la presión de las autoridades de su país para que perdiera intencionadamente combates para evitar enfrentarse a un oponente israelí en el Campeonato Mundial de Judo de 2019 en Tokio.
Mollaei se negó a acceder. A medida que aumentaban las presiones, decidió abandonar el equipo iraní y solicitar asilo en Alemania para proteger a su familia y su carrera. Compitiendo como refugiado bajo el Equipo Olímpico de Refugiados del Comité Olímpico Internacional, Mollaei obtuvo más tarde la ciudadanía mongola en 2020, lo que le permitió continuar su carrera de judo bajo la bandera de Mongolia.
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El judoka iraní Saeid Mollaei sufrió presiones de las autoridades iraníes para que perdiera partidos intencionadamente y así evitar enfrentarse a un rival israelí.
(Oren Aharoni)
Su caso desencadenó una conversación mundial sobre la intersección de la política y el deporte, destacando los retos a los que se enfrentan los atletas atrapados entre aspiraciones personales y agendas políticas.
La valentía y el compromiso de Mollaei con el juego limpio fueron reconocidos con la Medalla Pierre de Coubertin del COI, un honor que se concede a quienes encarnan los valores olímpicos.