Australia
La fauna australiana fue sumamente afectada por los incendios
AFP
El fuego en Australia afectó a un área cuatro veces mayor que la superficie israelí

La relación entre el fuego australiano y el agua israelí

Opinión. El director de campañas de Greenpeace Israel vincula las inundaciones en Tel Aviv y los incendios devastadores en Oceanía a través de un denominador común: la crisis climática.

Ionatan Eikenbaum - Adaptado por Tom Wichter |
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Por un lado, incendios de dimensiones sin precedentes en Australia hasta el momento convirtieron en fuego un área que cuadriplica la superficie de Israel, provocó decenas de muertos, destruyó miles de hogares y quemó a medio billón de animales. Por el otro, intensas inundaciones en Tel Aviv, Haifa y ciudades del norte causaron la muerte de cinco personas y enormes daños a la propiedad. A simple vista son dos desastres climáticos diferentes, pero existe una relación. Se trata de una conexión tajante pero que debe explicarse porque, en cierto sentido, contradice la lógica. Y esa conexión, si no la comprendemos, nos llevará a una situación que nos impedirá evitar nuevos desastres que están en puerta y resultarán más graves. El vínculo entre Israel y Australia es la crisis climática. La crisis climática no es la única responsable de inundaciones, incendios, olas de calor y sequías, pero sí afecta al alcance y la gravedad de estos fenómenos. En Australia sufren incendios cada año, ¿pero qué fue diferente esta vez? La cantidad de lluvia en las áreas afectadas por el desastre fue un 50% menor que el promedio. En algunos lugares, los meses de enero a agosto de 2019 fueron los más secos jamás medidos. Las tendencias de larga data de Australia indican un aumento general en la temperatura, la frecuencia de las olas de calor y las sequías.
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Australia
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El fuego en Australia afectó a un área cuatro veces mayor que la superficie israelí
(AFP)
Las tendencias son similares a las de muchos lugares del mundo, y uno de ellos es Israel: el último informe del Servicio Meteorológico señala claramente las graves tendencias de las últimas décadas derivadas de la crisis climática. Hay un aumento constante en el calor, en la frecuencia de las olas de calor, pero también un cambio en los patrones de lluvia, que en líneas generales disminuye pero registra mayor cantidad de episodios de precipitaciones extremas. Las inundaciones que azotaron a Israel parecen no estar relacionadas con la grave sequía de los últimos años y con los incendios en Australia, pero son la cara de una misma moneda. Australia e Israel son una misma historia. Son dos ejemplos de una crisis cuya gravedad comprende mejor el público que la clase política. Y ése es otro punto de contacto: quienes toman las decisiones en Australia e Israel subestiman la crisis climática. No necesariamente niegan la existencia del fenómeno científico del impacto humano en el clima (al quemar combustile o deforestar), pero quizás en un aspecto peor: niegan la gravedad de la situación y nuestra capacidad para actuar. Los gobiernos de estos países (y de muchos otros lugares) actúan "como si". Reconocen la crisis, hablan sobre ella, pero en la práctica se hace lo contrario: ante los problemas recientes Australia destinó un presupuesto de 1.300 millones de dólares. La industria de combustibles fósiles, la principal causa de la crisis climática, recibe un subsidio anual de 29.000 millones.
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Inundación
Inundación
Las inundaciones en Israel provocaron cinco muertos y numerosos daños materiales
(Ynet)
En Israel, el municipio de Tel Aviv culpa a la "crisis climática" de las inundaciones y no está preparado en consecuencia. Yuval Steinitz, ministro de Energía, responsabiliza al clima por la escasez de agua, pero al mismo tiempo su ministerio se niega a comprometerse en un objetivo ambicioso de energía renovable, y promueve las exploraciones de gas y la producción de petróleo a través de esquistos bituminosos. Todos continúan descuidando y construyendo infraestructuras como si no hubiera olas de calor o inundaciones. Los desastres ocurridos en dos lugares del mundo tan distantes nos invitan a reflexionar sobre la magnitud del momento y convertir el cambio climático en un tema central, fundamental en cualquier sistema político. El primer paso es reconocerlo y declarar una emergencia climática. El segundo es promover políticas en dos sentidos: adaptar nuestras vidas a una crisis que ya convive con nosotros y se espera que en los próximos años nos golpee con más fuerza, lo que incluye la promoción de energías renovables y cambiar el diseño de las ciudades para evitar que se conviertan en islas de calor o lluvia; y una segunda área, que requiere de bastante coraje político, es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y renunciar a recursos que pronto se convertirán en una carga enorme. Para ello, Australia debería renunciar a su condición de potencia del carbón, e Israel desechar su aspiración de convertirse en una potencia del gas. *El Dr. Jonathan Eikenbaum es el Gerente de Campaña de Greenpeace Israel.
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