¡Diez escasos segundos para decidir la muerte de 185 vidas y sus tiempos inconmensurables! La tolerancia que solo requiere un mínimo instante para gatillar es el fruto de años de intolerancia en la recamara del odio. La “confusión” de un soldado conviviendo con sus pesadillas construidas y su capacidad de destruir los sueños de casi dos centenas de personas fusionadas en un mismo fuego mortal, no puede ser un “error”.
El argumento de una “interferencia en las comunicaciones” que impidió confirmaciones, es paradójicamente la confirmación de que la línea comunicativa del horror no puede ser argumentada. “Asumir la responsabilidad” de este horror y a la vez catalogarlo de “accidente” aleja la esperanza de una justicia responsable.
Ni siquiera la preferencia del general iraní de “morir antes que ser testigo de un accidente semejante”, reparará la vida de los ocupantes del avión que segura y simplemente solo hubiera preferido llegar a destino.
Ante semejante espanto, el tiempo se detiene en el universo. Para la muerte no sirven los eufemismos colaterales de siempre. La intolerancia muchas veces se mantiene enmascarada en el silencio, pero aparece con su rostro más atroz cuando se la explica en su propio lenguaje.
Las reflexiones del párrafo precedente surgen de las declaraciones del comandante de la sección aeroespacial de los Guardianes de la Revolución iraní, general de brigada Amirali Hajizadeh, y del canciller iraní Javad Zarif al reconocer la responsabilidad del derrribo del avión ucraniano. Las palabras centrales utilizadas en la reflexion inicial son tomadas de la noticia publicada hace minutos.
Es que esta intolerancia de los diez segundos, a mi parecer, no requería de tantos argumentos y palabras. Muchas veces el silencio ante ese enunciado tan escalofriante son preferibles a días de lecturas explicativas. Por ello citas textuales como “total responsabilidad”, "hubiera preferido morir antes que ser testigo de un accidente semejante", “un soldado disparó sin poder obtener la confirmación de una orden de tiro debido a una interferencia en las comunicaciones”, “el soldado confundió el avión con un misil de crucero”, “reconoció el "error humano" o “la situación se generó en tiempos de crisis”, resultan sobrantes ante el golpe infinito de los diez segundos.
El soldado - se defiende el comunicado - tuvo ese tiempo para tomar semejante decisión. Es el tiempo de la intolerancia. La unidad de medida del horror. El reloj del odio. La locura instantánea. Un grano de arena oscura en el desierto arenoso de la humanidad. ¡Que llegue el tiempo de la justicia medida en los relojes del D-os de la eternidad de vida!