Andrzej Duda
Andrzej Duda.
AFP
Andrzej Duda y Benjamín Netanyahu.

¿Una ceremonia por el Holocausto? No sin Polonia

Opinión: la ausencia del presidente polaco Andrzej Duda en la ceremonia que tomará lugar en Yad Vashem es un error que aún puede enmendarse.

Sever Plocker - Adaptado por Iñaki Landivar |
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El evento que se realizará en Jerusalem para conmemorar el 75° aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau incluirá a los líderes de Rusia y Alemania, pero no Polonia.
El presidente polaco Andrzej Duda estableció varias condiciones para su asistencia que los organizadores en Jerusalem no quisieron o pudieron cumplir, especialmente la exigencia de Duda de que se le permitiera hablar en la ceremonia.
En una reunión con funcionarios de organizaciones judías en Varsovia, el mandatario afirmó que era impensable que el presidente de un país cuyos ciudadanos formaron la mayoría de los asesinados en el campo no pudiera hablar en la ceremonia mientras que el de Alemania sí.
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Duda y Netanyahu
Duda y Netanyahu
Andrzej Duda y Benjamín Netanyahu.
(EPA)
La declaración de Duda no era completamente precisa -menos de un tercio de los 1,2 millones de judíos asesinados en Auschwitz-Birkenau eran ciudadanos polacos, mientras que el resto eran traídos de toda Europa.
Sin embargo, la ausencia del presidente polaco en la ceremonia en Yad Vashem no parece algo correcto.
El verdadero motivo detrás de la exigencia de Duda de hablar en el evento es el descarado ataque del presidente ruso Vladimir Putin contra Polonia, presentándolo como responsable del comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
En un discurso de una hora el 19 de diciembre en San Petersburgo, Putin repudió el antisemitismo polaco (pero no el ruso) y afirmó que el gobierno de Polonia antes de la guerra admiraba a Hitler y estaba listo para “erigir una estatua de él en Varsovia” si cumplía con su idea de deportar a los judíos de Europa del Este a África. Putin también llamó al embajador polaco en Berlín de esa época “un cerdo antisemita”.
Todo esto mientras justificaba el acuerdo de no agresión que Stalin firmó con Hitler en agosto de 1939, conocido como el Pacto Molotov-Ribbentrop, el cual dio a Alemania la luz verde para invadir Polonia el mes siguiente.
Este intento de Moscú de presentar al acuerdo como un acto supuestamente diseñado para contener a Hitler y proteger a los judíos polacos es una distorsión absoluta de la historia al servicio de la propaganda rusa contemporánea.
Uno no puede negar las duras políticas antisemitas del gobierno polaco entre 1933 y 1939, pero tampoco se puede negar que Polonia fue víctima de la agresión nazi y soviética y que las dos potencias totalitarias explícitamente buscaban destruir al Estado polaco, al que veían como un producto artificial de la diplomacia occidental, y esclavizar a su pueblo para la “Lebensraum” alemana.
El discurso de Putin escandalizó a Polonia, desatando una ola de protestas por parte del gobierno y la oposición. Duda temió que Putin repita sus acusaciones en su discurso en Jerusalem y exigió el derecho a responder.
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Putin
Putin
Las declaraciones de Putin desataron la controversia en Polonia.
(AFP)
Israel rechazó el pedido de Duda, involuntaria e innecesariamente involucrándose en la disputa histórica entre Rusia y Polonia, o, más precisamente, entre los nacionalismos ruso y polaco.
Con el debido respeto al presidente ruso y ante las objeciones del gobierno polaco actual, es simplemente justo permitir al líder del Estado de Polonia ser escuchado en el evento.
Aún no es tarde. El presidente Reuven Rivlin puede presionar para cambiar las decisiones de los organizadores para que Duda pueda hablar en Jerusalem.
Debería destacarse que el primer ministro Benjamín Netanyahu firmó un vergonzoso y escandaloso documento de reconciliación hace dos años con el primer ministro de Polonia lleno de distorsiones históricas, y aún debe explicar el motivo detrás de la firma del documento.
No dar al presidente polaco el derecho a hablar en una ceremonia que marca los 75 años desde la liberación del campo de Auschwitz-Birkenau, el símbolo internacional del Holocausto, es una medida irrazonable e incorrecta política y nacionalmente por parte de Israel.
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