Nos encontramos en medio de un tormentoso año político en Israel. En estas semanas Netanyahu intentará nuevamente “formar una coalición” que le permita continuar siendo el primer ministro de Israel. Netanyahu necesita 61 escaños de la Knesset para mantenerse como primer ministro. La Knesset es el “parlamento” Israelí que comenzó a sesionar oficialmente el 14 de Febrero de 1949. El discurso inaugural lo dio el otrora primer presidente de Israel, Jaim Weitzmann. El recién fundado parlamento Israelí tuvo su origen en tres organismos básicos:
1) El modelo parlamentario británico
2) La trayectoria de la asamblea de representantes judíos del nuevo Yishuv en Palestina (AseifatHaNivjarim)
3) Las asambleas del congreso sionista que se venían reuniendo periódicamente desde 1897.
Sin embargo, su nombre y la cantidad de parlamentarios, tienen su origen en un capítulo de la historia mucho más antiguo del pueblo judío. Su historia se remonta a la Knesset HaGdolá, la gran asamblea. Y esta es su historia.
Knesset en hebreo significa encuentro u asamblea. De este término conocemos comúnmente el “Beit HaKneset”, literalmente, la casa de encuentro, o más comúnmente llamada “sinagoga” (synagogé en griego no significa otra cosa que “reunir”, al igual que Iglesia en latín, pero esto es tema para otro artículo). En esta oportunidad nos referimos a la “gran Knesset”, en hebreo Kneset HaGedolá, la que fuera al parecer el cuerpo legislativo del pueblo judío durante la dominación persa sobre Judea. Digo al parecer porque poco se sabe de la historia de la Knesset HaGdolá y hasta algunos investigadores sostienen que esta nunca existió sino que es producto de la imaginación rabínica.
Mito o realidad su origen se remonta a la vuelta del exilio de los judíos de Babilonia (536 a.e.c.), luego de la reedificación del Templo de Jerusalem (516 a.e.c.) bajo el liderazgo político y religioso de Ezra y Nejemia (principio del siglo V a.e.c.). Según narra la leyenda (primordialmente en fuentes rabínicas de los primeros siglos de la era común) estos lideres crean la Kneset HaHagdolá como máximo cuerpo legislativo judío. El mismo funcionaba aparentemente en el propio Templo de Jerusalem. Y su principal función, o al menos como la describe el Talmud, fue ordenar la liturgia judía, canonizar ciertos libros bíblicos, decretar Purim como festividad, etc. Este cuerpo legislativo funciona en el imaginario rabínico como un punto de transición entre la época profética y los primeros rabinos. Si el comienzo mítico de esta asamblea se remonta al siglo V a.e.c., su finalización esta más en disputa, pero la mayoría lo sitúa en algún momento del siglo III a.e.c.
Vemos entonces que la actual Knesset, o su nombre por lo menos, se remonta a una institución “similar” que buscaba legislar en materia política y religiosa en la época del segundo Templo. También dijimos, sin embargo, que el número actual de 120 Javrei Knesset (parlamentarios) también deriva de esta Knesset HaGedolá. ¿Por qué? En algunos pasajes del Talmud se nos dice que esta asamblea estaba compuesta por 120 sabios y profetas, aunque otros hablan de otros números. Al parecer, sugieren algunos académicos, de haber existido este cuerpo legislativo el mismo no tenía un numero fijo de escaños. 120, sin embargo, es un número muy significativo en la cultura judía ya que es considerada, desde los tiempos del diluvio, la expectativa de vida máxima que una persona puede alcanzar y es la edad en la que, según la Torá, murió Moisés.
Para ir concluyendo... Desde los propios orígenes del pueblo de Israel narrados en la Torá siempre “existió” un cuerpo legislativo judío. En la Torá será el consejo de ancianos de Moisés conformado por setenta hombres. Luego tendremos en los tiempos de hegemonía persa la antigua Knesset compuesta por 120 hombres. Ya para la época romana, como atestigua Flavio Josefo, hasta el siglo V e.c. tendremos como máximo cuerpo legislativo judío en la tierra de Israel al famoso Sanedrín liderado por el nasí (presidente) y otros 70 sabios. Luego de la pérdida de la autonomía política y la desintegración judía, a lo largo de la edad media se desarollarán en cada comunidad judía diversas asambleas de sabios para dictaminar las leyes y velar por su aplicación en las diversas comunidades judías del mundo (la más conocida quizás fue “El concilio de las cuatro tierras”). El mismísimo Napoleón al inicio del siglo XIX propuso (sin mucho éxito) revivir el antiguo Sanedrín rabínico para “transformar la vida judía en los albores del iluminismo ilustrado”. Será sin embargo el sionismo, el proyecto más ambicioso del pueblo judío de la era reciente, quien no solo retornará a la tierra de Israel, revivirá el hebreo, sino que volverá a traer a la luz y recreará la antigua (y mítica Knesset) para servir como cuerpo legislativo del recientemente creado Estado de Israel. Esta fue su historia. Ahora veremos como sigue esta nueva Knesset escribiendo su propia historia.
Rabino Uriel Romano
First published: 16:21, 04.09.19