La Autoridad Palestina no ha podido imponer medidas de contención del COVID-19 para detener un aumento de casos en algunas aldeas de Cisjordania desde que rompió la cooperación de seguridad con Israel, aseguran funcionarios palestinos.
Si bien la Autoridad Palestina ha impuesto estrictos toques de queda para frenar en el contagio de coronavirus en el 40% de Cisjordania bajo su control, principalmente áreas urbanas, ya no puede llegar a áreas bajo control israelí.
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Un miembro de las fuerzas de seguridad palestinas controla los automóviles que ingresan a la ciudad cisjordana de Hebrón.
(AFP)
Los Acuerdos de Oslo israelí-palestinos firmados en la década de 1990 dividen Cisjordania en las áreas A, B y C. El área A está bajo control palestino completo mientras que B está bajo control administrativo palestino e israelí.
Las autoridades palestinas afirman que sus fuerzas de seguridad tienen prohibido establecer puestos de control en muchos cruces y en el Área C.
El presidente palestino, Mahmoud Abbas, anunció el fin de la coordinación de seguridad con Israel en mayo en respuesta a la amenaza del primer ministro Benjamín Netanyahu de anexar partes de Cisjordania que incluyen asentamientos israelíes, así como el Valle del Jordán.
Según el acuerdo de coordinación con Israel, las fuerzas de seguridad de la AP podían ingresar al Área C si contactaban primero con el ejército israelí. Después de que la AP suspendió los lazos de seguridad, su policía se retiró al Área A.
El portavoz del Ministerio del Interior de la Autoridad Palestina, el Dr. Ghassan Nemer, dice que no tener a la policía palestina en el Área C presenta un gran desafío para contener la pandemia.
"No hay duda de que tenemos un problema en el Área C", menciona. "Nuestros equipos de emergencia no pueden imponer medidas restrictivas. Solo el 10% de los residentes allí se adhieren a nuestras pautas".
Mohammed Ghafary, administrador en Sinjil, una aldea al oeste de Ramallah en el Área C, explica que al comienzo de la pandemia, las fuerzas de seguridad de la AP ayudaron a hacer cumplir las normas de salud.
"La seguridad palestina siempre estuvo presente en nuestra ciudad", menciona.
"Solo su presencia fue suficiente disuasión para evitar el incumplimiento de las medidas sanitarias, y para imponer un cierre completo".
Sin embargo, Ghafary sostiene que la decisión de detener la coordinación de seguridad no es la única razón de la propagación del virus.
"En la primera ola, las fuerzas de seguridad palestinas fueron reemplazadas por comités de emergencia populares, compuestos por voluntarios de la aldea", cuenta. “Pero la gente está agotada física y financieramente. Agotaron sus ahorros y no hay nadie para compensarlos económicamente por su tiempo".
Él dice que en estos días, los residentes de Sinjil mantienen sus tiendas abiertas, socializan en cafés y celebran bodas en casa.
"No tenemos ni las unidades populares ni la policía de la AP para imponer restricciones", dice.
“Solíamos desinfectar todos los autos que ingresaban a la aldea, pedíamos a los comerciantes que cerraran sus tiendas y distribuyeran paquetes de alimentos a los necesitados. Todo eso tuvo que terminar porque el ejército israelí nos impide operar dentro de la aldea, obligándonos a detener nuestro trabajo voluntario”, afirma Ghafary.
La Autoridad Palestina impuso un bloqueo durante varias semanas durante el primer brote de COVID-19. Con la segunda ola, ha impuesto un toque de queda limitado. Pero ahora, no puede coordinarse con Israel y enviar sus fuerzas de seguridad a las partes palestinas del Área C.
Abdul Majeed Swailem, profesor de estudios regionales en la Universidad Al-Quds en Jerusalem, cree que estos son tiempos muy difíciles para la AP.
"El liderazgo está tratando de equilibrar sus esfuerzos entre el coronavirus y cómo mantener seguros a los palestinos en ausencia de la coordinación de seguridad", explica.
Hay más de 10.000 casos de COVID-19 en los territorios palestinos (incluida Gaza) y 67 muertes totales.
Areej Assi, alcalde de Beit Liqya, dentro del Área C, menciona que su aldea de 12.000 habitantes fue un ejemplo para otros durante la primera ola de coronavirus.
“Fuimos un modelo de compromiso en Beit Liqya. La seguridad de la AP nos ayudó mucho en la implementación de las decisiones, restricciones y cierres del gobierno”, asegura.
Pero ahora, las cosas son diferentes.
"Estamos enfrentando un gran problema porque no tenemos control sobre nada", sostiene.
"No podemos obligar a la gente a obedecer órdenes. En el pasado, si nadie respondía, llamaríamos a las fuerzas de seguridad, pero ahora no tenemos a nadie para ayudar a hacer cumplir los cierres”.
Assi está de acuerdo en que las cosas han empeorado desde que se detuvo la coordinación de seguridad con Israel.
“La seguridad en las aldeas palestinas en el Área C al noroeste de Jerusalem fue coordinada con Israel. Si hay coordinación de seguridad, entonces la situación está bajo control", advierte, "y si no, hay caos".