Desde que se convirtió en primer ministro británico, en julio de 2019, Boris Johnson mantuvo una estrecha relación con Donald Trump. En múltiples ocasiones expresó admiración por el magnate y hasta sugirió que era merecedor del Premio Nobel de la Paz. Sin embargo, tras los disturbios en el Capitolio del pasado miércoles 6 de enero, algo se rompió en su relación.
El mandatario británico dijo que el republicano había alentado la violenta insurrección en el Congreso de los Estados Unidos y discutido los resultados de una “elección libre y justa”. “Está completamente equivocado”, agregó.
Estas palabras representaron un giro radical para alguien que a menudo fue comparado con el propio presidente norteamericano y durante mucho tiempo se abstuvo de criticarlo abiertamente. Si bien Trump fue un líder difícil de tratar y los mandatarios del mundo debieron tener mucha cintura política para mantener las relaciones con Washington, los críticos de Johnson aseguran que se acercó demasiado y todos los halagos que tuvo para con el nacido en Nueva York han dañado la autoridad internacional del Reino Unido y envenenado su cultura política.
Leslie Vinjamuri, directora del programa de Estados Unidos y las Américas en el grupo de expertos de Chatham House, dijo que la cuestión de cómo lidiar con Trump ha sido "la pregunta más importante en la diplomacia occidental” durante los últimos cuatro años. "Y yo diría que el Reino Unido estuvo en el lado equivocado", añadió.
Johnson no es el único líder que buscó hacerse amigo, persuadir o aplacar al republicano. El presidente francés, Emmanuel Macron, también tuvo un romance con el magnate: lo invitó a París en 2017 para un desfile militar del Día de la Bastilla y una cena en la Torre Eiffel. A su vez, la predecesora del actual primer ministro británico, Theresa May, visitó la Casa Blanca pocos días después de la toma de posesión de Trump y fue fotografiada junto a él. Pero ambas relaciones pronto se desmoronaron.
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El primer ministro británico y el presidente de los Estados Unidos durante una reunión en la Asamblea General de la ONU.
(AFP)
En 2019, cuando llegó Johnson al poder, se ubicó rápidamente del lado del todavía ocupante de la primera magistratura estadounidense. El republicano lo recibió con los brazos abiertos y hasta llegó a definirlo como "el Trump de Gran Bretaña".
"El secreto a voces en Europa durante la era Trump es que todos pensaban que era una amenaza", declaró Brian Klaas, profesor asociado de política global en el University College London. Y agregó: "Es solo que Boris pensó que era una amenaza que potencialmente podría servir a sus propios intereses".
Los partidarios de Johnson argumentan que no tuvo más remedio que cortejar al líder del aliado más importante del Reino Unido, especialmente cuando Gran Bretaña abandonó la Unión Europea y buscó un acuerdo comercial clave con Washington. Si bien por momentos el mandatario conservador trató de cambiar el rumbo de Trump, no tuvo éxito al intentar convencerlo, por ejemplo, de que regresara al acuerdo nuclear con Irán. Tampoco pudo resistir la presión sobre el conflicto con Huawei y debió prohibir a la empresa de tecnología china de la red de telecomunicaciones 5G de Gran Bretaña.
Los críticos dicen que Johnson llevó su relación con el republicano demasiado lejos y recibió poco a cambio, ya que el acuerdo comercial que esperaba el conservador todavía no ha llegado a buen puerto. Emily Thornberry, una importante legisladora de la oposición británica, dijo que la actitud indulgente del Reino Unido para con Trump había sido "humillante e innecesaria". "Hicimos todo lo que pudimos para encantarlo", afirmó para The Associated Press. Y agregó: “Pero no había ningún encanto para este hombre; es un matón y la forma de lidiar con los matones es enfrentándolos”.
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El presidente de Estados Unidos, Trump, y el primer ministro británico, Johnson, durante la Cumbre del G7 de 2019 en Francia.
(Gettyimages)
Al igual que Trump, Johnson se ha involucrado en trucos populistas, promesas exageradas y, a veces, lenguaje racista e incendiario. Sin embargo, ideológicamente, está más cerca del presidente electo Joe Biden que del magnate. El líder del Partido Conservador británico sí cree en las alianzas internacionales como la OTAN y piensa que la lucha contra el cambio climático debería ser una prioridad.
A algunos políticos y funcionarios del Reino Unido les preocupa que la relación de Johnson con Trump, acusado el miércoles por la Cámara de Representantes de Estados Unidos, pudiera generar problemas con la nueva administración de la Casa Blanca. Sucede que Biden no confía plenamente en el primer ministro británico, quien alguna vez criticó duramente al ex presidente Barack Obama.
Kim Darroch, quien perdió su trabajo como embajador del Reino Unido en Washington después de que se filtraron sus sinceros comentarios confidenciales sobre Trump en 2019, escribió en el Financial Times que “habrá un precio que pagar, en algún momento, por nuestra obsequiosidad con el predecesor de Biden".
Netanyahu, su otro gran amigo
El cambio en el liderazgo estadounidense también es incómodo para el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, un aliado incondicional del republicano que, por ejemplo, ni siquiera mencionó a Trump cuando condenó el "vergonzoso" motín del Capitolio. Esta actitud no fue una sorpresa. En los últimos cuatro años, el estadounidense ha colmado al líder del Likud con obsequios diplomáticos: desde reconocer a la ciudad de Jerusalem como la capital de Israel hasta mediar una serie de acuerdos de paz entre el Estado judío y países árabes.
Netanyahu se ha apoyado innumerables veces en el líder del Partido Republicano, imitándolo en sus medidas y actitudes. De hecho, al igual que el mandatario estadounidense, a menudo critica a los medios de comunicación y menosprecia a sus oponentes con un discurso incendiario. Incluso, en el marco del juicio en su contra por actos de corrupción, también ha llegado a atacar a las instituciones democráticas del país.
Por todo eso, al igual que Johnson, el primer ministro israelí también deberá hacer un cambio si quiere mantener los lazos con la Casa Blanca. Si bien en el pasado también tuvo cruces con Obama por el acuerdo nuclear con Irán, Netanyahu buscará ganarse a Biden para que lo ayude a mantener la influyente posición de Israel en Medio Oriente y conseguir más acuerdos de paz con países árabes.
