"Ganamos", exclamó el primer ministro Benjamín Netanyahu a fines de la semana pasada después de otra ronda de combates en la Franja de Gaza. Luego volvió a ocuparse de su principal objetivo político: mantener el poder de su bloque derechista y religioso.
Sin embargo, durante la madrugada del sábado, dos días después de que se alcanzara la llamada tregua, la ciudad sureña de Beer Sheva fue atacada por cohetes desde Gaza, lo que arruinó la descripción optimista de los acontecimientos del primer ministro.
En los diez años de gobierno de Netanyahu, la posición de su gobierno durante los enfrentamientos siempre ha sido que "la calma será respondida con calma".
A pesar de que suena bien, este eslogan demuestra la falta de ambición de Israel para tomar una determinación frente a los repetidos ataques de los grupos terroristas en la frontera sur, así como cualquier esfuerzo para resolver la crisis humanitaria que asedia a la población civil de Gaza.
Por lo tanto, un análisis detallado de esta política, que en realidad debería llamarse "Las mentiras serán respondidas con mentiras", muestra que Netanyahu está vendiendo la noción engañosa de que no hay solución a la creciente amenaza que proviene desde Gaza, excepto los civiles que se esconden bajo la protección de la ‘Cúpula de Hierro’ y esperan que no les suceda nada malo. Y, lo más importante, después de cada escalada de violencia, es crucial declarar la victoria sobre el enemigo sin importar los hechos sobre el terreno.
El estallido de la semana pasada, denominado por las FDI como ‘Operación Cinturón Negro’, comenzó después de que Israel eliminara a un importante comandante militar de la Yihad Islámica, Baha Abu al-Ata. La operación logró debilitar al grupo respaldado por Irán sin molestar a Hamás que aparentemente no participó del enfrentamiento.
Sin embargo, Hamás todavía está allí, y nunca se distanció realmente del segundo grupo terrorista más grande de Gaza, ni planea ser cómplice de Israel para destruirlo. Además, cualquier posible acuerdo de alto el fuego a largo plazo con Hamás requeriría también de un acuerdo con la Yihad Islámica.
Un acuerdo implica negociaciones directas con el gobierno de Gaza, a saber, Hamás. Esto es lo único que podría generar una relativa calma duradera en la frontera sur y facilitaría la vida de los residentes locales.