Miles de palestinos salieron a la calle en los últimos días para protestar contra el presidente Mahmoud Abbas y la Autoridad Palestina (AP), cuyas fuerzas de seguridad los dispersaron violentamente con gases lacrimógenos y granadas aturdidoras.
Las manifestaciones se dieron luego de que se confirmara la muerte de un crítico declarado de la AP bajo custodia de las fuerzas de seguridad, y se suma a una larga lista de agravios de las autoridades palestinas contra sus mayores críticos.
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Agentes de seguridad palestinos detienen a un manifestante durante una protesta en Ramala por la muerte del crítico de la AP, Nizar Banat.
(AP)
Aunque la AP cuenta con ministerios, fuerzas de seguridad y elementos propios de un Estado, su autoridad se limita a los principales centros de población, que suponen alrededor del 40% de Cisjordania.
La popularidad de Abbas se desplomó luego de que cancelara las primeras elecciones palestinas en 15 años y que se viera marginado por la guerra de Gaza. Desde hace tiempo se considera que la AP está plagada de corrupción y es intolerante con la disidencia de distintos políticos.
La Autoridad Palestina es una de las últimas manifestaciones del proceso de paz, inactivo desde hace más de una década, y es vista por Israel, Estados Unidos y la Unión Europea como un socio clave para promover la estabilidad.
Se creó en la década de 1990 mediante acuerdos de paz provisionales entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que aún representa la causa a nivel internacional. Desde ese momento, se consideró un Estado en espera y se le concedió una autonomía limitada en partes de Cisjordania y la Franja de Gaza.
Israel y la OLP celebraron varias rondas de conversaciones de paz a lo largo de las décadas de 1990 y 2000. Los palestinos pretendían un Estado independiente en Jerusalem Este, Cisjordania y Gaza, territorios que Israel arrebató a Jordania y Egipto respectivamente en la Guerra de los Seis Días de 1967.
Nunca pudieron llegar a un acuerdo, y no hubo conversaciones sustanciales desde 2009.
El grupo terrorista Hamás se hizo con el poder en Gaza en 2007, un año después de obtener una aplastante victoria en las elecciones palestinas, expulsando al movimiento Fatah de Abbas y limitando su autoridad a partes de Cisjordania.
Aunque la AP cuenta con ministerios, fuerzas de seguridad y elementos propios de un Estado, su autoridad se limita a los principales centros de población, que suponen alrededor del 40% de Cisjordania.
Cada vez más autoritaria, la Autoridad Palestina está dominada por Al Fatah y es dirigida por un pequeño círculo de hombres de entre 60 y 70 años. Abbas, de 85 años, cuyo mandato presidencial de cuatro años expiró en 2009, dirige la AP, la OLP y Fatah.
Una encuesta realizada después de la guerra reveló un espectacular aumento del apoyo a Hamás, con más de la mitad de los encuestados diciendo que debería liderar el movimiento palestino.
Pero la larga lista de agravio llevó a los palestinos a considerar que la dirección de la AP es corrupta y egoísta.
Su política de coordinar la seguridad con Israel para perseguir a Hamás y otros enemigos mutuos es extremadamente impopular en Palestina y los manifestantes que se concentraron el último viernes en la mezquita de Al-Aqsa acusaron a la AP de ser colaboradores, una acusación que equivale a traición.
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Miles de personas se reúnen en Ramala para protestar por la muerte del crítico de la AP, Nizar Banat.
(Reuters)
La semana pasada, las fuerzas de seguridad allanaron un domicilio en Cisjordania para detener a Nizar Banat, que había criticado repetidamente a la Autoridad Palestina en publicaciones desde sus redes sociales.
Su familia afirma que lo golpearon con porras antes de llevárselo a rastras y la AP asegura que iniciaron una investigación sobre su muerte.
Banat era candidato en las elecciones parlamentarias que Abbas suspendió, cuando parecía que su fracturado Fatah sufriría una vergonzosa derrota ante Hamás.
Durante la guerra de Gaza que estalló poco después, se consideró que Hamás luchaba por los derechos de los palestinos y defendía Jerusalem mientras la AP no hacía nada.
Una encuesta realizada después de la guerra reveló un espectacular aumento del apoyo a Hamás, con más de la mitad de los encuestados diciendo que debería liderar el movimiento palestino.
