Plevinsky
Yakov Plevinsky.
Gentileza
Ortodoxos y seculares, un conflicto social israelí que la pandemia agudizó.

El facilismo de la ignorancia y el odio a los ultraortodoxos

Opinión. De todos los daños sociales que provocó la pandemia, tal vez el más grande sea la legitimidad del prejuicio sobre la población ortodoxa, una actitud que rompe por dentro a la sociedad israelí.

Yakov Plevinsky - Adaptado por Tom Wichter |
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Las calles de los barrios ultraortodoxos estuvieron convulsionadas en los últimos días por una publicación en redes sociales con un contenido ligado a la Shoá: un usuario de Twitter propuso que las reuniones sociales ortodoxas se debían bloquear e inyectar gas con l la gente adentro.
No hubo nada sorprendente en esa declaración. Después de largos meses de lidiar contra el virus de la hostilidad hacia los ultraortodoxos, es posible que esto simplemente se trate de una nueva mutación. Al igual que las mutaciones del coronavirus, puede ser muy contagiosa y requiere de importantes medidas de prevención para cortar las cadenas de contagio antes de que sea tarde.
Seculares y ortodoxos están de acuerdo en el objetivo de lidiar contra el virus pero no en las formas de trabajar de manera cooperativa. Inclusive antes de la pandemia no existía entre estos sectores un acuerdo sobre cómo trabajar por el mismo objetivo y entender al otro. Un laico no entiende como un ortodoxo puede considerarse aliado si se niega a integrar las FDI, y un ortodoxo no comprende cómo la profanación del shabat puede formar parte de un Estado judío en común.
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Choque entre religiosos ortodoxos y la policía en Jerusalem.
Choque entre religiosos ortodoxos y la policía en Jerusalem.
Ortodoxos y seculares, un conflicto social israelí que la pandemia agudizó.
(Yoav Dudkevitch)
El coronavirus no necesariamente cambió el mundo, en general expuso sus capas ocultas. No inventó procesos, los aceleró. Y esto incluye la conducta de odio hacia los ortodoxos.
Si hay un proceso que el coronavirus aceleró y resulta particularmente preocupante, es la legitimidad pública de la ignorancia. En medio del caos de la pandemia destacó el rasgo humano de expresar opiniones sobre temas que se desconocen. Los periodistas reemplazaron a los epidemiólogos, los políticos se convirtieron en expertos en salud pública y casi toda la ciudadanía defiende con solidez una opinión sobre las vacunas y su impacto en el universo.
Lo mismo ocurre con los ultraortodoxos. A pesar del poco conocimiento sobre ellos, la gente se permite culpar de muchos males a ochocientos mil israelíes. La ignorancia no constituye una barrera para la difamación, la generalización y la blasfemia. En la era de la alfabetización, la ignorancia sigue marcando agenda. Hace poco participé de una discusión en la que un judío secular justificó sus ataques porque afirma conocer a muchos ultraortodoxos. Conocer médicos no lo vuelve un experto en medicina, pero la misma lógica con los ortodoxos funciona bien para él.
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Escuela abierta ilegalmente en Beitar Illit.
Escuela abierta ilegalmente en Beitar Illit.
Protesta ortodoxa por la clausura de una escuela abierta en contra de las pautas sanitarias.
(Ynet)
Quien quiera criticar a la sociedad ultraortodoxa, o quienes anhelan difamarla, deben conocer a su objeto de crítica. Conocerlo de verdad. Comprender que no es un sector blanco o negro, sino diverso y lleno de colores en el medio. No hace falta estudiar la halajá o una investigación exhaustiva sobre todos los movimientos jasídicos, pero si conocer antes de dar una opinión negativa que resulta tan fácil de escribir en una red social.
Un ejemplo: hace unos meses por televisión se emitió un informe sobre un soldado que tiempo atrás integraba una comunidad jasídica “cerrada y extremista” cuyos miembros arrojaban piedras a miembros de las FDI. Un mínimo conocimiento del tema hubiera servido para darse cuenta que el jasidismo no participa en absoluto de acciones de este tipo y hubiera impedido tal difamación hacia los ortodoxos. Pero la ignorancia no fue un freno para impedir la difusión de este informe.
Reconocer que no conocemos tan bien al otro como para juzgarlo puede ser una vacuna eficaz para los males de la sociedad. Tal vez de esta manera nos ahorraríamos la propagación de la mutación de este nuevo virus de hostilidad que destruye desde adentro a la sociedad israelí.
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