Uno de los principales problemas del futuro comité estatal, creado para examinar la conducta del gobierno durante el brote de coronavirus, será el precio que pagó Israel por no asignarle al aparato de seguridad la supervisión de la crisis.
A su debido tiempo, la respuesta será clara: el primer ministro Benjamín Netanyahu no quería transferir autoridad sobre el manejo de la situación al ministro de Defensa, Naftali Bennett, su rival político.
Cuando Bennett comenzó a pedir pruebas masivas, el Ministerio de Salud se opuso, contradiciendo directamente la postura de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de los funcionarios de salud en Corea del Sur, un país que en poco tiempo impidió la propagación de la enfermedad.
Cuando Bennett pidió que los pacientes con COVID-19 fueran sacados de sus casas y colocados en centros de recuperación dedicados, también de acuerdo con las recomendaciones de la OMS, el Ministerio de Salud se opuso una vez más, abogando por la hospitalización domiciliaria que pone en riesgo a los familiares de los pacientes.
Hay que decir que en los últimos días, el ministerio ha comenzado a dar un giro drástico con respecto a su política sobre el número de pruebas y hospitalización en los centros de recuperación.
Pero, el problema más grave sigue siendo la falta de respiradores.
Todos los israelíes que leen las noticias ya conocen las historias devastadoras que llegan de España e Italia, donde los médicos se ven obligados a desconectar a los ancianos para atender a los pacientes más jóvenes.
El martes por la noche, Netanyahu ordenó al jefe del Mossad, Yossi Cohen, establecer un centro de comando y ser responsable de la adquisición necesaria de equipos médicos para satisfacer las necesidades del sistema de salud, incluidos los respiradores artificiales.
¿Dónde estaba Netanyahu hasta ahora? ¿Por qué el Ministerio de Salud desperdició tanto tiempo tratando en vano de adquirir equipo médico y el Ministerio de Defensa, un experto en este campo, fue dejado de lado?
El Ministerio de Defensa puede, por ejemplo, usar sus unidades tecnológicas especiales para convertir respiradores simples en un modelo más efectivo, que es lo que el Departamento de Tecnología Especial en la Dirección de Inteligencia Militar ya está haciendo.
Las empresas privadas podrían haber sido utilizadas para ayudar con la tarea, pero también fueron ignoradas.
El primer ministro y el ministro de Salud han perdido un tiempo valioso que puede significar la pérdida de vidas humanas.
Podría ser que en este punto, poner al mando al Ministerio de Defensa no sea nada inútil, pero deberían haberlo hecho hace mucho tiempo. Pero Netanyahu temía que Bennett "robara" los desafíos por delante al abordarlos antes y mejor que el primer ministro.
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El primer ministro Benjamin Netanyahu y el ministro de salud Yaakov Litzman, responsables politicos de la pelea contra la pandemia.
(Amit Shaabi)
El Ministerio de Defensa debería haber recibido el visto bueno para tomar el mando de esta crisis hace meses, cuando la situación en China reveló por primera vez su peligroso potencial.
Sin embargo, desafortunadamente, no sucedió. En este caso, Netanyahu ganó la batalla política, pero eso podría significar que Israel pierda la guerra del coronavirus.
