El presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi es una figura clave en los procesos entre Israel y las organizaciones terroristas palestinas en Gaza, como se pudo ver durante la última ronda de violencia.
Hamás, apoyado y financiado por el rico emirato de Catar, intenta conseguir reconocimiento internacional como único gobernante de la Franja de Gaza, y así logró evitar casi totalmente tomar parte en los combates en la última ocasión.
El presidente palestino Mahmoud Abbas siente temor ante las relaciones entre Israel y su archienemigo, Hamás, pero tiene cuidado de mantener las suyas con Israel y cooperar con el Estado judío.
Al-Sisi, como un observador y gobernante de uno de los países líderes de la región, puede usar esto para consolidarse como el máximo intermediario.
Esta conducta no es sin precedente. Menachem Begin y Anwar Sadat eran enemigos, pero también líderes carismáticos que sabían cómo hacer la paz.
El tratado de paz egipcio-israelí no hizo que los dos países sintieran afecto mutuo, pero provocó una rasgadura en el muro del odio árabe hacia Israel, una rasgadura que ha crecido desde entonces, al igual que las relaciones de Israel con Arabia Saudita.
Mientras tanto, los procesos que toman lugar en paralelo en Medio Oriente, especialmente los disturbios que han atravesado Irán, Irak y Libia en los últimos años, fortalecen el frente anti israelí en la región.
Pero al-Sisi actúa con determinación. Admite que “habla mucho” con el primer ministro Benjamín Netanyahu, y también se le reconoce su apoyo a la solución de dos Estados en una forma que concuerde con las necesidades de los palestinos y asegure la seguridad de Israel.
El presidente egipcio incluso se reunió con Netanyahu en septiembre del 2017 durante la Asamblea General de la ONU en Nueva York, y expresó su deseo de asistir en los esfuerzos de alcanzar la paz entre Israel y los palestinos.
Como es usual en tales asuntos, no sabemos mucho de lo que toma lugar detrás de escena, pero todas las señales indican que lo que dice al-Sisi no es palabrería.
Esas relaciones son complejas por naturaleza. En su momento, fui parte del equipo de Begin durante las negociaciones de paz con Egipto. Fui testigo de cambios en la relación de Begin y Sadat hasta que el tratado fue firmado.
Los vi navegar en sus conversaciones mucho más allá del esquema de las negociaciones de paz, y es posible que si el presidente egipcio no hubiera sido asesinado habrían tratado de hacer realidad la idea de construir un nuevo Medio Oriente, un proyecto que ambos líderes discutieron algunas veces.
Pero, pese a los esfuerzos de al-Sisi, la historia plantea ciertas preguntas. El antiguo miembro del Directorio de Inteligencia Militar Eli Dekel, un teniente coronel experto en las relaciones entre Israel y Egipto, afirma que el considerable armamento egipcio indica que busca restaurar su antigua gloria y guiar al mundo árabe sin tener la “joroba del acuerdo de paz con Israel”.
¿Deberíamos esperar hasta entender completamente las intenciones de al-Sisi? ¿O deberíamos echar una mirada al nuevo submarino de Egipto que ha llamado tanto la atención en Israel?