La reunión en Uganda, el lunes, entre Benjamín Netanyahu y su homólogo sudanés, Abdel Fattah al-Burhan, fue posible luego de que el primer ministro israelí aparentemente abriera las puertas al líder sudanés en Washington.
Pero, contrariamente a las expectativas de Israel, la reunión, que se celebró después de meses de conversaciones secretas, no concluyó con un anuncio conjunto de relaciones diplomáticas y ni siquiera una sesión fotográfica de los dos líderes juntos.
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Abdel Fattah al-Burhan de Sudán, a la derecha, con el presidente de Uganda, Yoweri Museveni.
(Reuters)
Fuentes de la Oficina del Primer Ministro en Jerusalem afirmaron que los dos líderes acordaron comenzar una cooperación que eventualmente conducirá a la normalización y al establecimiento de relaciones diplomáticas.
Un funcionario sudanés declaró a Associated Press que los Emiratos Árabes Unidos organizaron la reunión con Netanyahu en un esfuerzo por eliminar a Sudán de la lista de Estados que patrocinan el terrorismo. Netanyahu aseguró que al-Burhan está tratando de sacar a su país del aislamiento y llevarlo a la familia de las naciones.
Según el funcionario sudanés, sólo un pequeño número de personas en Sudán, Egipto y Arabia Saudita, sabían de la reunión planificada.
De hecho, un portavoz del gobierno de Jartum comunicó el lunes que los ministros no fueron informados o consultados antes de que al-Burhan viajara a Uganda para reunirse con Netanyahu.
La reunión parece haber cumplido su propósito en el lado sudanés: el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, invitó el domingo a al-Burhan a Washington para una reunión que otorgará al líder sudanés reconocimiento internacional.
Entonces, ¿qué obtuvo Israel a cambio? Netanyahu pudo haber esperado una sesión de fotos con al-Burhan para ayudar a su campaña electoral, pero el líder sudanés se negó, tal vez por temor a las críticas del mundo árabe.
Israel también está muy interesado en la repatriación de los ciudadanos sudaneses que actualmente representan una cuarta parte de los refugiados y trabajadores migrantes en el Estado judío.
Finalmente, el permiso sudanés para vuelos israelíes en su espacio aéreo acortaría considerablemente el tiempo de vuelo desde Tel Aviv hacia varios destinos, incluido Brasil.
Nunca ha habido vínculos diplomáticos entre Israel y Sudán, que es considerado como un Estado enemigo en Jerusalem. Las relaciones con el recién reconocido Sudán del Sur se establecieron en 2011.
La renovación de las relaciones entre Israel y el vecino occidental de Sudán, Chad, el año pasado, ya despejó el camino para los vuelos israelíes en algunas partes del continente. A cambio, Israel se comprometió a invertir US$ 18 millones en Chad, lo que no ha hecho hasta ahora, para la gran decepción de Yamena.
El entorno de Netanyahu también afirma que hay varios países musulmanes, árabes y africanos que ahora buscan avanzar en las relaciones con Israel.
Queda por ver si el primer ministro tiene suficiente influencia en la Casa Blanca para entablar vínculos también con ellos.