Si bien la Autoridad Palestina se encuentra sumida en un estado de profunda depresión, el secretario general de Fatah, Jibril Rajoub, se adelanta en la carrera por suplantar al actual presidente, Mahmoud Abbas. ¿Qué postura tendría ante Jerusalem en caso de asumir el liderazgo?
Desde que se conoció el acuerdo entre Israel con Emiratos Árabes Unidos y Bahrein, Rajoub ha encabezado las críticas contra la decisión de los países árabes de acercarse al Estado judío. Esta postura radical lo llevó a fortalecerse en el escenario político palestino y a abrirse camino hasta el asiento de Abbas, para cuando éste decida dar un paso al costado.
En sintonía con su posición, Rajoub pidió la anulación de los Acuerdo de Abraham y trabajó en las conversaciones de paz entre la Autoridad Palestina (dominada por Fatah) y la organización terrorista Hamás. Además, ha promovido un modelo de "resistencia popular" contra Israel a través de los disturbios.
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Jibril Rajoub, izquierda, reunido con el ministro de Relaciones Exteriores de Egipto, Sameh Shoukry, el mes pasado.
(AFP)
El resto de la dirección de la Autoridad Palestina, incluido Abbas, ha mostrado cautela e incluso desgano hacia las medidas impulsadas por Rajoub. Sin embargo, su vigorosa promoción lo ha llevado a ganar protagonismo en el escenario político.
La asunción al poder de un personaje de estas características significaría el retorno de un líder de la línea de Yasser Arafat (primer presidente de la Autoridad Palestina). Pues Rajoub refleja a la generación que impulsó a los palestinos hacia la Primera Intifada, en 1987.
Rajoub está desarrollando una ventaja sobre otros candidatos presidenciales debido a su ambición y los atributos personales necesarios para convertirse en el próximo líder nacional palestino. El miembro del Comité Central de Fatah pertenece a una familia de la pequeña ciudad de Dura, 11 kilómetros al sur de Hebron, donde viven miembros tanto de Fatah como de Hamás.
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Mahmoud Abbas, de 84 años, transita sus últimos años en el liderazgo palestino.
(Reuters)
No obstante, a pesar de sus buenos indicadores, nada está garantizado. Rajoub tiene muchos enemigos cuya animosidad aumenta día a día. Y no se descarta que la hostilidad de sus contrincantes derive en disputas violentas.
Además, si quiere llegar al poder, Rajoub aún tiene que venderse ante los ojos de la generación palestina más joven. Una camada cansada de la corrupción política y la propaganda revolucionaria que nunca ha logrado traducirse en un futuro colectivo mejor.
A pesar de su intensa preocupación por la pandemia de coronavirus y sus consiguientes repercusiones políticas y económicas, Israel debe permanecer alerta a cualquier cambio en el sistema político palestino en general y a la fuerza política de Rajoub en particular. Si continúa exacerbando sus lemas antiisraelíes, o intenta traducirlos en acciones, puede terminar convirtiéndose en un sucesor del nacionalista árabe y extremista Yasser Arafat.