Después de que Ariel Sharon anunciara su intención de retirarse de Gaza, pero meses antes de que Israel lo hiciera en 2005, pronuncié un discurso en la ciudad de Gaza ante el Consejo Palestino de Relaciones Exteriores.
Asistieron entre 200 y 300 palestinos, y señalé que los palestinos tenían una oportunidad real. Aprovechen la retirada israelí para promover el desarrollo económico y el buen gobierno en Gaza. Háganlo, y la comunidad internacional (y el público israelí) dirá: ‘si funciona en Gaza, ¿por qué no también en Cisjordania?’, manifesté aquella vez.
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Un reunión llevada a cabo en 2016 entre el entonces vicepresidente estadounidense, Joe Biden, y el líder de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, en Ramallah.
(Archivo)
Alternativamente, si Gaza se convierte en una plataforma para los ataques contra Israel, o en un semillero del terrorismo, ¿quién va a defender la aplicación de ese modelo fallido en cualquier otro lugar?, dije.
Al presentar este caso, no esperaba transformar inmediatamente las mentes de la audiencia, pero quería presentarles lo que estaba en juego y las posibilidades para los palestinos.
El público presente optó por desentenderse de mis dichos y prefirió en casi todas las preguntas y comentarios decir que Estados Unidos no podía ser un intermediario honesto.
Habiendo sido enviado de paz de Bill Clinton, señalé que yo no formaba parte de la administración de George W. Bush, quien había elegido no ser un intermediario en absoluto; no fue un intermediario honesto o deshonesto, simplemente optó por no involucrarse como lo había hecho la administración Clinton.
Por lo tanto, le pregunté a la audiencia, dado que Estados Unidos no había desempeñado el papel de intermediario durante los últimos cuatro años, ¿están mejor los palestinos? En una audiencia que no era tímida, de repente, nadie levantó la mano.
No es de extrañar que la Segunda Intifada no sea tan fuerte como antes, pero no ha terminado, y casi 4.000 palestinos (y más de 1.000 israelíes) han muerto. Continué y dije que, aunque Estados Unidos había decidido no ser un intermediario, la administración Bush no hizo ningún esfuerzo por evitar que nadie más desempeñara este papel.
Sin embargo, nadie quiso hacer cargo de la situación, ni los europeos, ni los rusos, ni otros. Todos entendieron que un intermediario debe tener los medios para influir sobre ambas partes en un conflicto y el hecho de que nadie más haya dado un paso al frente para llenar el vacío decía mucho.
Solo Estados Unidos podía aplicar una influencia real, positiva y negativa, tanto en israelíes como en palestinos, los demás no.
Concluí diciendo que la cuestión no es si uno es un mediador honesto, sino si uno es un mediador eficaz.
Un intermediario eficaz es aquel que entiende que ningún trato es posible a menos que aborde las necesidades, no los deseos, de ambas partes. Para cumplir con ese papel, el mediador debe comprender realmente lo que es esencial para cada parte.
Por supuesto, si las partes no están dispuestas a tomar decisiones difíciles, no será posible resolver el conflicto.
Hoy en día, las diferencias entre israelíes y palestinos, tanto en el aspecto psicológico como en los asuntos centrales, son demasiado amplias para solucionarlas. No nos acercaremos más a la paz impulsando propuestas que están destinadas al fracaso, eso sólo profundiza el cinismo y la desconfianza.
En cambio, ahora, lo que se necesita es restaurar la confianza. Y aquí hay una oportunidad para que Estados Unidos desempeñe el papel de intermediario.
El proceso de normalización de los países árabes con Israel es una nueva realidad en la región. Seguirá adelante porque responde a los intereses de las naciones árabes, y los palestinos ya han visto que no pueden detenerlo.
Si bien las relaciones con un país como Omán pueden simplemente normalizarse, es probable que los saudíes se muevan por etapas. Mientras lo hacen, como me dijo un alto funcionario del Golfo, querrán que Israel tome algunas decisiones positivas respecto de los palestinos.
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Firma de los tratados de paz de Israel con Emiratos Árabes Unidos y Bahrein en la Casa Blanca, en septiembre del 2020.
(GPO)
Como ejemplo, digamos que los saudíes podrían acordar establecer una oficina comercial en Israel, podrían pedirle al Estado judío que alivie la escasez de viviendas palestinas y el desempleo al permitir la construcción legal para los palestinos en el Área C de Cisjordania.
Por supuesto, si los palestinos van a recibir algo, ellos también deben dar algo a cambio. En este sentido, la Autoridad Palestina dejaría de pagar el triple en beneficios sociales a las familias de aquellos que cometen actos de violencia contra israelíes.
De esta manera, Estados Unidos, como intermediario, podría dar impulso al proceso de normalización y aprovecharlo para poner fin al estancamiento entre israelíes y palestinos.
Este no es el momento para grandes iniciativas, pero es un momento para negociar medidas prácticas sobre el terreno que puedan restaurar un sentido de oportunidad
*Dennis Ross fue el enviado especial de paz al Medio Oriente bajo el expresidente de Estados Unidos Bill Clinton.
