La historia la escriben los vencedores y en Estados Unidos se reescribe cada cuatro u ocho años. Hasta hace solo unos meses, muchos en el Medio Oriente percibían a Donald Trump como el presidente que debilitó a Irán, forjó acuerdos de paz entre Israel y países árabes (Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Marruecos y Sudán) y elevó la posición de Jerusalem a la de intermediario de poder para cualquier país de la región que desee mejorar los lazos con Washington.
Pero la historia ya se está reescribiendo. Irán, al aumentar su producción de uranio al 20%, está dejando en claro que la retirada de Trump del acuerdo nuclear de 2015 fue un error grave que debe revertirse cuanto antes para evitar que la República Islámica obtenga capacidad nuclear.
Entonces, las estrechas relaciones con la administración Trump, que antes se consideraban una bendición, ahora pueden ser una maldición. Probablemente, con Joe Biden en la Casa Blanca, algunos gobiernos árabes encontrarán una recepción mucho más fría en Washington, por lo que las amistades forjadas durante la administración anterior serán puestas a prueba.
¿Se podría forjar una coalición árabe-israelí que presente posiciones conjuntas a los Estados Unidos? Es dudoso. Jerusalem, a pesar de estar encantado con los acuerdos recientemente firmados en la región, no está interesado en proporcionar a sus nuevos amigos servicios gratuitos de cabildeo en Washington.
En el hipotético caso de que Israel aceptara proporcionar tales servicios a sus nuevos socios, al menos debería exigir un mensaje unificado sobre Irán a cambio: mientras que los estados árabes están más preocupados por el alcance de los misiles de la República Islámica, Benjamín Netanyahu pone el foco en el programa nuclear.
Los líderes árabes, mientras tanto, están ansiosos por esa codiciada sesión de fotos con el nuevo presidente estadounidense, Joe Biden. El miércoles, Egipto renovó las relaciones diplomáticas con Qatar, rotas en 2017 luego de que una coalición de naciones sunitas acusara a Doha de cooperar con Teherán.
Por su parte, Arabia Saudita está explorando formas de ayudar en el conflicto sirio. Y Jordania, que está mejor posicionada que la mayoría, está ansiosa por avanzar en las negociaciones israelo-palestinas.
En cuanto a los palestinos, a pesar de su alegría por el final de la era Trump, dudan de que Biden pueda ofrecerles un mejor resultado. El presidente Mahmoud Abbas está decidido a convertirse en un actor importante de la región, pero para ello, Estados Unidos aboga que se celebren elecciones limpias.
En Israel, los políticos se despidieron de Trump con emotivas palabras y se presentaron ante Biden con la construcción de nuevos asentamiento en Cisjordania. Aunque Netanyahu y Benny Gantz, ministro de Defensa, tuvieron meses para adelantar cualquier plan de construcción, optaron por encender el fuego y crear una crisis justo cuando el nuevo presidente se trasladaba a la Casa Blanca. Esperemos que esto no provoque retornar al viejo mundo de condenas Israel.