Tras el asesinato del primer ministro Yitzhak Rabin, en Isrel se intentó unir a los diferentes sectores que componen la sociedad. La conmoción y el trauma que provocó este inesperado acontecimiento causaron la necesidad nacional de una idea en común que reconfortara a los israelíes.
Sin embargo, estos intentos fracasaron, los muros entre cada sector solo se hicieron más altos. Marcar a un compatriota como "traidor" se convirtió en la norma.
Finalmente, en aquel momento, la lección la terminó dando nada menos que Leah Rabin, la esposa de Yitzhak, fallecida en noviembre del 2000. Aunque sus palabras recibieron pocas menciones, tuvieron gran importancia.
Después del asesinato, miles de personas se reunieron a las afueras de la casa de Rabin, en un símbolo de apoyo hacia la familia. En un momento dado, Leah se acercó a los manifestantes para agradecerles su presencia: "Qué bueno que hayan venido; es una pena que no lo hayan hecho antes", aseguró.
El comentario de la esposa de Yitzhak no fue sarcástico, ni tampoco expresaba enojo, pero salpicó una pequeña cuota de reprimenda. De hecho, muchos israelíes entendieron el mensaje: no aparezcas después del hecho, sal y hazte escuchar antes de que suceda la peor. No dejes que la aburrida rutina, la fatiga y la desesperación te adormezcan ante los eventos que suceden a tu alrededor.
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Manifestantes se niegan a abandonar el área durante las protesta contra Netanyahu en Jerusalem.
(Reuters)
Aférrate a tu futuro
Rabin fue asesinado durante una manifestación por la paz, a la que asistieron muchos que habían optado por permanecer en silencio hasta esa noche. Los acontecimientos de ese día, en la plaza de Tel Aviv que hoy lleva su nombre, marcaron el fin de la apatía que caracterizaba a la mayoría de la población.
Los que estuvieron presentes aquel día, no podrá olvidar cómo un verdadero héroe de Israel se convirtió en un blanco fácil para los extremistas. En ese entonces no teníamos ni idea a dónde nos podían llevar el odio y el fanatismo. Hoy lo sabemos muy bien.
Desde entonces nos hemos vuelto más sabios. El público ha aprendido a recuperar su futuro y convertirse en su propio líder. Tomemos, por ejemplo, las protestas de 2011, en las que cientos de miles salieron a las calles para protestar por el exorbitante costo de vida en Israel. O tomemos cualquiera de los movimientos no gubernamentales que han dado lugar a generaciones de israelíes obstinados y políticamente activos, que se pronuncian contra el racismo y la incitación.
Las verdaderas manifestaciones son impulsadas por la voz que llevamos dentro, que es más fuerte de lo que pensamos y nos llama a tener en cuenta las amargas experiencias del pasado. Por eso, a seguir luchando aunque las probabilidades estén en nuestra contra. Los días en los que podíamos simplemente emitir nuestros votos y luego dormir profundamente han terminado.