Desde el 7 de octubre estoy pegado a las novedades, como tantos en nuestro país. Sigo de cerca los informes del Sur y del Norte, interpretando los códigos que todos conocemos desde hace décadas: "batalla difícil", "encuentro complejo", "fuerte intercambio de disparos". El corazón da un vuelco, mientras la mente suplica buenas noticias.
Voy a escribir aquí lo que considero obvio. Estoy aprendiendo que lo que parece obvio, no sólo no surge de forma natural, sino que, a veces, ni siquiera se comprende. No tengo intención de discutir con aquellos a quienes les gusta discutir y discutir, pero aún así, me gustaría mencionar lo que durante muchos años se dio por sentado.
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El teniente general Herzi Halevi visita la frontera norte, en medio de intercambios con Hezbolá.
(FDI)
Lo que nos llega como informes de seguridad encarna una de las profesiones más complejas que existen. Los comandantes de las FDI deben asumir responsabilidades y utilizar su experiencia y recursos: tiempo dedicado, ya sea de día o de noche, capacidad de analizar y gestionar, capacidad de comprender, profundizar y aplicar conocimientos en varias disciplinas, mientras los utilizan en el momento adecuado, con discreción; que tenga en cuenta varios escenarios, capacidad de improvisación, capacidad de soportar presiones en situaciones extremas, que no son en condiciones de laboratorio, bajo fuego real y no como expresión; tienen poderes mentales para gestionar personal y, en ocasiones, incluso, liderarlo en combate, etc.
No todo el mundo está deseoso de asumir este compromiso, no todo el mundo se empeña en llevar sobre sus hombros una responsabilidad tan pesada. Y, quienes logran ascender en las filas de las FDI, a menudo sacrifican los mismos placeres de quienes viven una vida donde los límites de la profesión y el profesionalismo son más claros.
Y, aunque no todas las personas quieren un puesto en el ejército, en nuestro país hemos tenido la suerte de que quienes quieren el puesto, también son personas excelentes. Como alguien que conoció a estas personas innumerables veces en la última década, respaldo estas palabras con total responsabilidad: lo mejor de las mejores personas, dedicadas, inteligentes y sofisticadas. Personas que se preocupan por nuestra gente, en esta tierra, en este país. Personas cuya creencia en nuestra justicia es parte de su vida diaria.
Quiero decirles, en estos días, a tres meses de esta dura guerra por nuestra existencia: los veo hermanos. Te veo. Veo que te torturas pensando en dónde te equivocaste. Ver los pensamientos retroceder cientos de veces, hasta el momento en el que podrías haber actuado de manera diferente. Veo en tu mirada el dolor por los muertos, por los secuestrados, por todos aquellos que trabajaron día a día y hora a hora para mejorar sus vidas.
Escucho el eco de tu responsabilidad, por la situación que surgió, incluso, antes de que la asumieras. Siento la magnitud de la culpa que reposa en sus corazones. Te escribo lo que hay en mi corazón y espero que alivie tu corazón pesado, de alguna manera: admiro tu capacidad para levantarte del horror del campo de batalla y seguir avanzando. Agradezco tu fuerza y tu capacidad para soportar el colapso y continuar guiándonos en esta guerra, cuando sólo tus metas y logros están ante tus ojos, como amantes de la vida y amantes de la patria.
Veo en tu mirada el dolor por los muertos, por los secuestrados, por todos aquellos que trabajaron día a día y hora a hora para mejorar sus vidas.
Creo que todos cometemos errores, y a veces los errores son terribles y conducen al abismo, pero sé que en tu compleja profesión eres el mejor y estoy seguro de que tienes el conocimiento y la capacidad para levantarte del colapso. Eso es porque son el ejército que no se rinde, que investiga incansablemente y mejora sin reservas.
Y a usted, Teniente General Herzi Halevi, nuestro Jefe de Estado Mayor, se encuentra entre los únicos cuya personalidad puede utilizarse para comprender la terrible y maravillosa expresión de "la sal de la tierra". Eres descendiente de una familia que se sacrificó por la preservación de esta tierra. Tu tío cayó en la Guerra de los Seis Días, en la batalla por la liberación de Jerusalem. Sé de dónde vienes y cuáles son tus valores, que todos tuvimos el privilegio de ver plasmados en tu actuación y en tus declaraciones, que no contienen el menor intento de ofuscación. Tenemos el privilegio de verlo liderar nuestro ejército en este momento. Te veo, mi hermano Herzi. El ángel que me redime de todo mal bendiga a los muchachos. Todos, todos ustedes, regresen sanos y salvos a casa.
(*) Décimo presidente de Israel.
