La eliminación del líder de Hamas, Ismail Haniyeh, en Teherán, presumiblemente por parte de Israel, contiene un doble mensaje demoledor. Primero a Irán: que las FDI pueden atacar donde, cuando y contra quien quieran dentro de su país. En segundo lugar a Hamas: que sus líderes ya no están seguros en ninguna parte del mundo y nunca lo estarán.
El golpe devastador en la capital de Irán en el momento de la toma de posesión del nuevo presidente redobla los mensajes anteriores entregados a los ayatolas. Por ejemplo, se sintieron humillados cuando Israel repelió cientos de misiles y aviones no tripulados disparados contra el país el 14 de abril.
El insulto se añadió a la herida cuando Israel devolvió el golpe en el lugar más fuertemente defendido de Irán, Isfahán, el centro del programa de armas nucleares de la República Islámica. Las fuerzas de Teherán ni siquiera pudieron detectar, y mucho menos derribar, los misiles de Israel.
Habrá que ver hasta qué punto el asesinato de Haniyeh disuade la beligerancia iraní. Pero una cosa es segura: esta nueva señal de impotencia alentará la creciente disidencia dentro de Irán contra un régimen represivo que ha destruido la economía del país mientras invierte tanto mucho dinero en la agresión imperialista en toda la región. Cualquiera que sea su respuesta ahora, los ayatolas no pueden permitirse arriesgarse a una humillación mucho mayor.
Para Hamás, uno de los principales representantes iraníes, la acción de Israel resonará en todo lo que queda del movimiento. Hamás en Gaza ya está de rodillas, con miles de terroristas muertos y capturados, muchos kilómetros de túneles volados y municiones confiscadas y destruidas. Ya no es capaz de operar como una organización militar coherente, y sus líneas de suministro desde Egipto han sido cortadas. El líder terrorista en Gaza, Yahya Sinwar, se ha visto obligado a sobrevivir. Su lugarteniente militar, Mohammed Deif, murió en un ataque aéreo israelí a principios de este mes que fue un tremendo golpe para la organización. La semana pasada pude comprobar con mis propios ojos en Gaza hasta qué punto las FDI han garantizado la libertad de operaciones en todas partes.
La misma noche en que fue eliminado Haniyeh, Israel eliminó en Beirut a Fu'ad Shukr, comandante militar de Hezbolá y número dos del secretario general Hassan Nasrallah. Shukr estuvo detrás de la masacre de 12 niños en Majdal Shams el fin de semana pasado, el lanzamiento de miles de misiles y aviones no tripulados hacia el norte de Israel desde el 7 de octubre y muchos otros ataques violentos contra Israel y los israelíes.
Estos líderes serán reemplazados rápidamente, pero sus muertes socavarán la capacidad de sus ejércitos terroristas, al menos en el corto y mediano plazo. Ambos tenían un largo historial en el terrorismo. Shukr estuvo estrechamente involucrado en el atentado suicida de Hezbolá en Beirut en 1983 que mató a 241 militares estadounidenses. Haniyeh se unió a Hamás cuando se formó, a finales de la década de 1980. Gran parte de su eficacia se basa en redes personales establecidas desde hace mucho tiempo, tanto dentro de sus organizaciones como a nivel internacional. El Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán aún no se ha recuperado del todo del asesinato de su comandante de la Fuerza Quds, Qasem Soleimani, por un ataque con drones ordenado por el expresidente Donald Trump hace cuatro años.
La fuerza demostrable importa por encima de la mayoría de las otras cosas en esta región donde Israel está rodeado de enemigos terroristas para quienes la debilidad es siempre una provocación. Un ataque con aviones no tripulados contra Tel Aviv por parte de los representantes hutíes de Irán en Yemen fue respondido con ataques aéreos masivos israelíes contra su infraestructura logística en el puerto de Hudeida. Eso tenía una importancia mucho mayor que simplemente interrumpir las líneas de suministro de armas iraníes hacia Yemen. El comercio a través del puerto también es fundamental para financiar el aparato terrorista de los hutíes y para su control sobre el país. Hudeidah también destruyó la imagen de invencibilidad de los hutíes en la región, lo que estaba llevando a importantes concesiones de algunos de sus oponentes. Queda por ver si ese ataque frenará su agresión, pero sin duda se verán obligados a ejercer mucha más precaución a la hora de equilibrar las medidas que ahora pueden permitirse tomar.
Los Acuerdos de Abraham, en virtud de los cuales Israel normalizó las relaciones con cuatro Estados árabes en 2020 y 2021, se lograron porque sus líderes veían a Israel como un baluarte fiable contra Irán, la amenaza número uno para la mayoría de los países de la región. La fuerza israelí se había vuelto cada vez más importante a raíz de las políticas de Barak Obama de apaciguar y empoderar a Irán, que los líderes árabes miraban con desesperación.
La reputación de Israel como un caballo fuerte se vio empañada por los fallos militares y de inteligencia que condujeron a la masacre del 7 de octubre, liderada por Hamás, socavando la confianza en el Estado judío en toda la región. Por eso es tan importante que Israel obtenga una victoria decisiva en Gaza y devuelva el golpe con gran fuerza a Hezbolá y a los cerebros terroristas de Teherán.
A pesar de los repetidos llamamientos de Joe Biden y otros políticos occidentales a mostrar moderación, los líderes de Jerusalem saben que la supervivencia de su país siempre ha dependido del tipo de voluntad política y destreza militar que llevó a la erradicación de Haniyeh y Shukr.
(*) Ex comandante de las Fuerzas Armadas del Reino Unido.
