Después de más de un año de incertidumbre e interrupciones de nuestras vidas, los últimos cuatro meses que precedieron al último brote de coronavirus fueron un sueño: volvimos a vivir con una sonrisa y creímos que el virus había quedado atrás. Por eso el miedo ante esta nueva ola de infecciones es el doble de pesado para la sociedad israelí.
Las tasas de infección aumentan y son preocupantes. Pero el efecto de ello sobre nuestras vidas esta vez debe cambiar. En el último año la sociedad israelí pagó un costo económico, mental y físico muy alto por la pandemia, y las heridas todavía se siguen lamiendo. Pero vivimos en una realidad en la que la mayoría de los israelíes se vacunó contra el maldito coronavirus y todos conocemos bien los protocolos de distanciamiento social. Por eso la mira debe estar puesta en un nuevo desafío: convivir con el virus.
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La ciudadanía israelí se vacunó, y así previno casos graves de COVID-19 en el rebrote actual.
(Reuters)
Sin dudas se trata de una tarea que requiere de una mentalidad valiente y creativa de parte del liderazgo del país, y también de la cooperación del público. Así lo entiende el nuevo gobierno encabezado por el primer ministro Naftalí Bennett, al igual que Nitzan Horowitz, el ministro de Salud. Sin embargo diferentes actores, entre ellos importantes funcionarios del Ministerio de Salud, presionan con políticas restrictivas motivadas en los casos diarios y las cifras de contagios, en lugar de enfocarse en lo principal: la cantidad de casos graves y la capacidad del sistema de salud para atenderlos.
Durante un año el temor de que en Israel se repitan las horribles escenas que se vieron en Italia, India o Los Angeles primaron sobre las políticas del Ministerio de Salud. Pero el miedo no es un plan de acción, especialmente cuando afecta a la vida de nueve millones de ciudadanos.
El pueblo de Israel cumplió con su parte del acuerdo con el gobierno y se vacunó. Salvo una minoría marginal que se opone a las vacunas, el país acudió en masa a los centros de vacunación y depositó allí su confianza. Ahora es el momento de que el gobierno cumpla con su parte.
Estudios en todo el mundo, incluidos los datos recientes emitidos por el Ministerio de Salud, indican que la vacuna sigue siendo muy eficaz para prevenir enfermedades graves derivadas del COVID-19. Los hospitales israelíes son la prueba de ello, ya que el número de internados sigue siendo insignificante pese al rebrote. Por eso siempre se debe estar atento al sistema de salud, pero también a los elevados precios que se pagarían por nuevas restricciones.
