Si bien hay quienes aquí en Israel, incluidos los políticos, creen (y dicen) que podemos arreglárnoslas sin Estados Unidos, parece que la mayoría entiende que el apoyo estadounidense es vital, pero parece creer que es un derecho inherente e incondicional. Esta suposición merece ser examinada.
El pasado mes de abril, el AIPAC (Comité de Asuntos Públicos América-Israel), uno de los actores más poderosos e influyentes de Washington, emitió una declaración con motivo de los 75 años de la independencia de Israel. Allí señala que "... Israel ha sido un aliado confiable de Estados Unidos que encarna nuestros valores de libertad, democracia, igualdad y pluralismo. El Estado judío es una democracia robusta que comparte los intereses y valores de Estados Unidos, y es el único aliado del que Estados Unidos puede depender constantemente en una región inestable dominada por regímenes autocráticos".
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El primer ministro Benjamin Netanyahu con la bancada bipartidista del AIPAC.
(Kobi Gideon)
Este es el mensaje que cientos de empleados y miles de voluntarios transmiten a las sucesivas administraciones y a los demócratas y republicanos en el Congreso, todos los cuales están comprometidos, con diverso énfasis, con los derechos humanos y los valores liberal-democráticos. Estas verdades se repiten con cada solicitud regular, como la generosa asistencia y apoyo anual en organizaciones internacionales, o con solicitudes irregulares, como el paquete de ayuda sin precedentes diseñado para hacer frente a la crisis actual y la financiación para desarrollar un sistema de armas único.
Israel y sus partidarios están acostumbrados a que esta doble declaración –somos la única democracia de Oriente Medio, una isla de estabilidad que garantiza los intereses estadounidenses– sea suficiente para asegurar que se cumplan todos nuestros deseos. Sin embargo, para evitar sorpresas desagradables, vale la pena examinar los supuestos básicos en los que los israelíes y sus partidarios basan su confianza en la continua generosidad del contribuyente estadounidense.
Un ejemplo: las directrices de la actual coalición se abren con "El pueblo judío tiene un derecho exclusivo e indiscutible a todas las partes de la Tierra de Israel. El Gobierno promoverá y desarrollará los asentamientos en todas las partes de la Tierra de Israel: Galilea, el Néguev, el Golán y Judea y Samaria (Cisjordania)". Esto significa que, contrariamente a la política de todas las administraciones estadounidenses, Israel no reconoce los derechos palestinos y no pretende alcanzar una solución política, sino que pretende profundizar su control civil (que no debe confundirse con una presencia militar de seguridad). ¿Cuál es la respuesta al congresista que pregunta cómo la realidad binacional se relaciona con la democracia, la libertad y la igualdad, e incluso puede usar la palabra "apartheid"?
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La ultraderecha de la coalición de gobierno (Smotrich y Ben-Gvir) socavan las relaciones con Estados Unidos.
(Alex Kolomoisky, Haim Zach)
En cuanto al pluralismo, un valor lo suficientemente importante como para aparecer en la lista del AIPAC: se ha hablado mucho de la actitud de Israel hacia la mayoría de los judíos estadounidenses, que no son ortodoxos y son los primeros en estar con nosotros en tiempos de necesidad. Recuerdo el desaire continuo de un congresista estadounidense que lideraba los asuntos israelíes, y cuya esposa se convirtió al judaísmo como conservadora.
Si eso puede ser ignorado como un asunto interno judío, no así el acoso al clero y a las instituciones cristianas. Un legislador podría preguntarse qué está haciendo el Israel pluralista para poner fin a esos actos y castigar a los perpetradores. O bien, desearía saber por qué el acceso de los árabes-israelíes al Monte del Templo podría estar limitado durante el mes sagrado del Ramadán, a pesar de su conducta ejemplar desde el 7 de octubre. Preservar la coalición puede ser una razón legítima, pero no pasa la prueba del pluralismo.
En cuanto a la vitalidad de la democracia israelí, han pasado unos cinco meses desde que los principales actores de Estados Unidos expresaron su preocupación por la intención del gobierno de difuminar la separación de poderes, legislar sobre los medios de comunicación y emprender otras acciones que socavarían la base de la democracia israelí tal como la conocemos.
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A pesar de la tensión, se mantienen algunas restricciones para las oraciones durante el Ramadán.
(Reuters)
Lo que queda de la mencionada declaración del AIPAC es la fiabilidad de Israel como aliado. No es necesario describir la conmoción que causaron Israel y sus partidarios cuando su poderosa imagen se hizo añicos el 7 de octubre de 2023. Mientras tanto, y antes de la restauración de la disuasión de Israel, rechaza repetidamente las sugerencias estadounidenses, incluidas las que afectan a los intereses estadounidenses.
El lector preguntará justificadamente si estoy insinuando que Israel debe renunciar a intereses vitales para complacer a los Estados Unidos. La respuesta es clara: absolutamente no. Un país debe determinar sus prioridades y actuar en consecuencia. Es prerrogativa de Israel retener los territorios indefinidamente. El país tiene derecho a ocuparse de la libertad religiosa como quiera. No hay nada que impida la dispersión de las manifestaciones por cualquier medio que la policía considere oportuno. Y hacer caso omiso de las peticiones estadounidenses que no coinciden con las prioridades de Israel está totalmente justificado.
Pero debe recordarse que no son sólo los funcionarios electos de Israel los que están motivados por las encuestas y por consideraciones políticas internas. Los responsables de la toma de decisiones israelíes harían bien en tener en cuenta que, a medida que los políticos estadounidenses tratan de ayudar a Israel a superar los recientes golpes, les resulta cada vez más difícil ignorar las cuestiones relativas a Israel como una encarnación de la democracia que busca la libertad, la igualdad y el pluralismo, y en la que se puede confiar en relación con los intereses estadounidenses compartidos.
(*) Ex embajadora de Israel en Sudáfrica y los Países Bálticos, también fue enlace entre el Congreso de Estados Unidos y la Embajada de Israel en Washington.
