Nadav Eyal
Nadav Eyal.
Ynet
Facebook, Whatsapp e Instagram forman parte del mismo conglomerado de empresas.

Hay que desmontar el monopolio de Facebook

Opinión. No existe ninguna corporación en la historia que sea responsable de una distribución de mentiras tan masiva. Se debe exigir la escisión de sus empresas y el seguimiento del contenido.

Nadav Eyal - Adaptado por Tom Wichter |
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Este lunes, cuando comenzaron a escribirse estas líneas, los principales productos de la mega corporación Facebook seguían fuera de servicio, producto de uno de los errores más graves en la historia de la empresa.
Los israelíes, como en todo el mundo, descubrieron qué significa que no funcionen Instagram, WhatsApp, Facebook y Messenger. Este incidente demostró hasta qué punto nuestra vida depende de esta sociedad gigante, y cómo un mal funcionamiento puede dañar a sus usuarios al ser todos productos centralizados en una sola empresa.
La falla técnica fue la frutilla del postre de un día malo para Facebook. Lo que más preocupa a la corporación debería ser Frances Haugen, una ex empleada que copió decenas de miles de páginas de documentación interna de la empresa, y entregó el material al Wall Street Journal y otros medios de comunicación.
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Miles de usuarios de Facebook, Whatsapp e Instagram no pueden utilizar las aplicaciones.
Miles de usuarios de Facebook, Whatsapp e Instagram no pueden utilizar las aplicaciones.
Facebook, Whatsapp e Instagram forman parte del mismo conglomerado de empresas.
(Shutterstock)
En una entrevista al programa “60 Minutes” fue entrevistada Haugen y allí volvió a explicar algo que se conoce hace años: que Facebook sabe muy bien que su algoritmo prioriza la ira y el resentimiento, que la polarización genera ingresos, que la verdad es irrelevante, y que informes internos de Instagram dejaron claro cuánto puede afectar la red a la imagen corporal de mujeres jóvenes.
Haugen no dijo nada nuevo y ella misma se incorporó a la empresa después de las elecciones estadounidenses de 2016, en las que Facebook fue una herramienta de difusión de desinformación. Muchas de estas Fake News fueron producidas por una industria con fines de lucro o por elementos asociados con el régimen de Putin. Y la contratación de Haugen también ocurrió después de que se supiera que Facebook fue pieza clave del genocidio de la minoría rohingya en Myanmar.
Frances Haugen, una ex empleada de Facebook, copió decenas de miles de páginas de documentación interna de la empresa, y entregó el material al Wall Street Journal y otros medios de comunicación.
La importancia de la decisión de Haugen no es el heroísmo vacío de alguien que fue parte del sistema y ahora trata de reinventarse, sino en exponer documentos que podrían complicar a Facebook ante las propias autoridades estadounidenses.
Pongamos de ejemplo la lucha por la vacunación en Israel, que no se desarrolla en los diarios o en la televisión, sino en las redes sociales. Hace unos meses en un suplemento de Yedioth Ahronot publiqué cómo Facebook vendía anuncios a un negacionista del coronavirus y afirmaba que la pandemia era una “estafa”. Es decir que Facebook no solamente no se preocupaba por el contenido de estos posteos, sino que se beneficiaba directamente de ellos.
Aunque Facebook insiste en que tomaron medidas para restringir Fake News, la impresión es que en Israel la mayor parte de la propaganda contra las vacunas y la descabellada afirmación de que el virus no existe aparece en los posteos de la plataforma. ¿Cuántas personas se infectaron por esto? ¿Cuántos de ellos contagiaron a personas mayores? ¿Cuántos murieron? ¿Y cuánto dinero ganó Facebook por su rol en el debate público por las vacunas, una pelea en la que uno de los lados difunde mentiras sistemáticamente? ¿Hay alguna corporación en la historia que sea responsable de una distribución de mentiras tan masiva?
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Haugen
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Frances Haugen reveló documentación interna de Facebook y reavivó un debate mundial.
(Ynet)
Quedó lejos la época en la que los políticos analógicos hablaban con admiración sobre “Internet” y pensaban a Facebook como una organización humanitaria. El percance del lunes, y especialmente los hechos revelados por Haugen, obligan a actuar sobre esta enorme corporación. Se debe desmantelar el monopolio, escindir las distintas empresas y monitorear las redes sociales de manera que no permita una constante siembra de odio y mentiras en el debate público, además de una total violación a la privacidad.
Que este tropiezo de Facebook no nos haga equivocarnos: hace no mucho tiempo la empresa alcanzó un pico en el valor de sus acciones y no es tan débil como afirman muchos especialistas críticos. Esta batalla recién comienza.
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