Asistí a tres funerales en cuestión de horas, entre el sábado por la tarde y el domingo por la noche, y no me resultó nada fácil, al contrario. De funeral en funeral, la magnitud de la tragedia se hacía cada vez más patente. Ver cómo las familias se desmoronaban en medio de su terrible pérdida y cómo los padres lloraban la muerte de sus hijos era simplemente incomprensible.
La banalidad del mal se repite una y otra vez. La mente es incapaz de comprender cómo un vil terrorista fue capaz de matar a sangre fría a Ilya Sosanssky, un joven que era todo amor.
¿Cómo pudo disparar a Rafi Ben Eliyahu, que sólo intentó ayudar a Asher Natan, de 14 años, que boqueaba antes de morir? ¿Cómo pudo luego volver su arma asesina contra Eli y Natali Mizrachi y contra Irina Korolyova?
Este terrorista no nació asesino. Puede que empezara su vida como un miembro productivo y positivo de la sociedad. Pero una vez atrapado en el fuego de la incitación, su muerte "heroica" estaba decidida.
La incitación es una calle de sentido único y el terrorista era un producto del lavado de cerebro sistemático que produce tales asesinos.
Las celebraciones en los barrios palestinos de Jerusalem fueron una muestra del apoyo a sus acciones. Entre los que aplaudieron la masacre estaba el próximo terrorista, que tal vez aún no se haya dado cuenta de en qué se va a convertir.
El niño de 13 años que llevó a cabo el ataque a tiros, que hirió gravemente a dos israelíes, en la entrada de la Ciudad de David en Jerusalem, justo un día después del tiroteo en la sinagoga, también fue víctima del mismo experimento social.
Este niño había estado expuesto al sistema educativo palestino desde una edad temprana. Un sistema que encarna una máquina de incitación bien engrasada y promueve valores asesinos con la misma ferocidad con la que enseña matemáticas y lectura.
Glorifica el derramamiento de sangre y el uso de las armas, dejándole pocas opciones.
La sociedad palestina debe preguntarse cómo ha podido criar a semejantes monstruos. Debe preguntarse si, en nombre de una lucha nacional, ha perdido su humanidad. Una sociedad que convierte a un niño de 13 años en asesino no puede alegar inocencia.
Tendemos a tratar la incitación a la ligera. A lo largo de los años, algunos grupos israelíes se han negado a considerarla una amenaza y a exigirles respuestas.
Estos grupos nos han dicho que la incitación se utiliza con fines políticos internos y busca unir a la sociedad palestina. Lo califican de mentalidad diferente. Pero en la era de las redes sociales, la incitación en línea es similar al uso de armas peligrosas. Es un poderoso motor que puede motivar a un joven, que tiene toda la vida por delante, a sacrificarse mientras acaba con la vida de inocentes.
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Escandalosa incitación en los libros de texto palestinos de la escuela de un terrorista adolescente.
(Ynet)
Nuestros servicios de seguridad tienden a evaluar la amenaza del terror en términos mensurables. Las organizaciones, la planificación localizada y las iniciativas se consideran amenazas inmediatas que requieren intervención.
La incitación se considera un obstáculo insalvable.
Pero en los tiempos que corren, se ha convertido en una cuestión estratégica que afecta a la seguridad de los ciudadanos israelíes. Es invisible. Trasciende muros y pantallas y requiere herramientas y recursos especiales.
Hago un llamamiento para que se establezca un amplio foro multiministerial, con la participación de los organismos de seguridad, funcionarios municipales y otros profesionales, que puedan decidir una estrategia clara para hacer frente a la incitación organizada que emana de la Autoridad Palestina.
Esta debe ser reconocida como la principal amenaza, que no es menos peligrosa que el flujo de armas a manos de bandas criminales en el sector árabe.
Tal vez sólo una nueva legislación liberaría a las fuerzas del orden para actuar contra la incitación en línea.
Tal vez la solución sería transferir a decenas de miles de estudiantes palestinos al sistema educativo israelí -algo que ya hemos adoptado en Jerusalem-, lo que reduciría su exposición a la incitación.
La incitación es el mecanismo más eficaz para producir asesinos a partir de mujeres y niños. Debemos detenernos y observarla como lo que es: la mayor amenaza estratégica para la seguridad de Israel.
