Ofer Shelah
Ofer Shelah.
Omer Messinger
Protesta contra el nuevo gobierno de Israel.

La hora de escuchar verdades incómodas

Opinión. Aunque la lucha por la reforma judicial es importante, la centro-izquierda israelí debe recordar que la democracia israelí también corre peligro a medida que la derecha gana terreno e Israel se acerca a convertirse en un estado binacional.

Ofer Shelah - Adaptado por Tom Wichter |
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La preocupación por la solidez del sistema judicial y el destino de la democracia israelí, amenazado por las reformas judiciales impulsadas por el nuevo gobierno, es un movimiento sincero, justificado y compartido por muchos israelíes; tal como se vio reflejado en la intensidad y magnitud de la manifestación del último sábado.
Pero quienes verdaderamente desean defender la democracia israelí deben entender que congregarse bajo el denominador común de una resistencia al ataque contra las instituciones puede llevar miles de personas a una plaza, pero no puede ser la única respuesta. La lucha es contra grupos que impulsaron esta reforma judicial y persiguen un objetivo mucho mayor: un país conservador de derecha que combine valores de origen religioso, una perspectiva económica al borde del libertarismo, la disolución del sistema legal y el control sobre toda la Tierra de Israel, desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo.
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Activistas contra Netanyahu sostienen una pancarta durante una protesta contra el nuevo gobierno.
Activistas contra Netanyahu sostienen una pancarta durante una protesta contra el nuevo gobierno.
Protesta contra el nuevo gobierno de Israel.
(Moti Kimchi)
No hay diferencias entre el Smotrich colono y el Smotrich que desde el ministerio de Finanzas ataca a los sindicatos. No hay diferencias entre el ministro de Justicia, Levin, que busca el control político sobre los jueces y el Levin que organiza una conferencia en la Knesset sobre la anexión de Judea y Samaria. No hay diferencias entre el Netanyahu que permite todo esto y el Netanyahu que lleva a Israel por el camino del país binacional.
Ante ellos se opone una izquierda israelí, que se autodenomina de “centro” porque en materia económica no mantiene discusiones con la derecha, que hoy solamente tiene una bandera en la mano: la defensa del sistema judicial, el último símbolo del liberalismo en Israel. Esto no se corresponde con una izquierda que en el mundo occidental propone respuestas innovadoras y una percepción integral frente a los desafíos de la época. Una izquierda que dice en voz alta que no existe igualdad sin justicia ni derechos, y que entiende que un sistema judicial fuerte e independiente es indispensable para proteger derechos. Esta es la retórica del presidente Biden y de países socialdemócratas avanzados.
La lucha es contra grupos que impulsaron esta reforma judicial y persiguen un objetivo mucho mayor: un país conservador de derecha que combine valores de origen religioso, una perspectiva económica al borde del libertarismo, la disolución del sistema legal y el control sobre toda la Tierra de Israel, desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo.
En Israel existe un peligro todavía mayor y no menos urgente para la democracia: durante los años del gobierno actual existe una gran posibilidad de que la Autoridad Palestina se derrumbe. Si eso ocurre, una intifada que hoy ya está causando estragos estallará con decenas de miles de palestinos armados, sin presente ni futuro. Las FDI responderán como saben y están obligadas a hacerlo, y después del derramamiento de sangre para ambos lados Israel se convertirá, de facto, en un estado binacional.
Si esto sucede, algo más que probable, Israel dejará de ser una democracia independientemente de su composición para nombrar jueces. No es posible mantener una democracia si bajo esa soberanía, aunque no se declare oficialmente, viven millones de ciudadanos cuyos derechos no son iguales.
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Yair Lapid activó una línea para denunciar materiales homofóbicos en escuelas.
Yair Lapid activó una línea para denunciar materiales homofóbicos en escuelas.
Yair Lapid, presidente de Yesh Atid y lider de la oposición.
(Rafi Ben Hacoun)
La incómoda verdad es que no habrá democracia con ocupación, ni habrá democracia en un país cuyo método económico es que los fuertes avancen y los débiles se queden atrás. No habrá democracia en un país en el que los árabes están excluidos. Quien no brinde una respuesta clara y coherente a todas estas desigualdades también fracasará en la lucha por detener la reforma judicial, que es una parte del proceso. El líder que saque a la calle a un millón de personas no puede tartamudear y limitarse con “reducir el conflicto” con los palestinos, o decir que “no es de izquierda ni derecha”, mientras en frente los representantes políticos de la derecha actúan como derechistas plenos y coherentes.
La lucha contra la reforma judicial es importante. Pero en una democracia no se eligen las luchas que convienen, o que “unifican”, o que atraen más gente a la plaza. Las luchas responden a una ideología completa como la de la derecha. Sin eso, aunque se gane la batalla del sistema judicial, se perderá la guerra por la democracia.
*Ofer Shelah es periodista e investigador, y fue parlamentario en la Knesset de Israel entre 2013 y 2020, en representación del partido Yesh Atid.
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