Mientras ya se escucha el redoble de la batalla en el Mar Rojo, se informó que Estados Unidos buscaba formar una coalición militar para luchar contra los terroristas hutíes respaldados por Irán. Los hutíes estuvieron interrumpiendo el paso de barcos desde el Lejano Oriente, a través del estrecho de Bab el Mandeb, hasta el mar Mediterráneo.
Arabia Saudita acababa de poner fin a ocho años de guerra fallida, al frente de una coalición árabe que luchaba contra los hutíes. Al principio, la comunidad internacional consideró que su lucha era, simplemente, contra un grupo terrorista respaldado por Irán y que amenazaba con tomar el control de Yemen y perturbar la economía mundial atacando rutas marítimas.
El príncipe heredero saudita Mohammad Bin Salman (MBS) aprovechó el apoyo mundial para promover su imagen como líder del mundo árabe en la lucha contra Irán. Pero con el tiempo, los éxitos iniciales de la guerra se convirtieron en una catástrofe.
Al igual que los terroristas de Hamás, en Gaza, los hutíes se escondieron en búnkeres y túneles subterráneos.
Al igual que los terroristas de Hamás en Gaza y el ISIS en Irak y Siria, los terroristas hutíes se escondieron en búnkeres y túneles subterráneos, dejando a cientos de miles de ciudadanos yemeníes víctimas de los bombardeos.
Pronto, la protesta contra los "crímenes de guerra" sauditas se hizo sentir, creció y se culpó a MBS.
Los hutíes, no sólo sobrevivieron a los bombardeos, sino que ampliaron su control a más territorio en el norte y el oeste del fallido y devastado Yemen. Desde la disolución de la coalición, los Emiratos Árabes Unidos se quedaron solos para librar la guerra.
A principios de 2023, Arabia Saudita capituló y tomó una nueva dirección. Primero reparó las relaciones con Irán y luego firmó un acuerdo de alto el fuego con sus representantes.
Cuando seis meses después comenzó la guerra en Gaza, los hutíes comenzaron a atacar barcos que, según afirmaban, se dirigían a Israel. Ahora los saudíes y los Emiratos Árabes Unidos están preocupados de que los esfuerzos de apaciguamiento fracasen, en medio de amenazas hutíes que les advierten que se mantengan al margen de una coalición formada por Estados Unidos. Esas no son vistas como amenazas vanas, después de que los hutíes dispararan misiles y atacaran con aviones no tripulados la capital saudí y la ciudad santa de La Meca, además de atacar las instalaciones petroleras del Grupo Petrolero de Arabia Saudita (Armco).
Los esfuerzos de Estados Unidos por formar una coalición enfrentan serios desafíos. Israel no puede ser parte de tal fuerza militar, porque su participación impediría que las naciones árabes se unan. Arabia Saudita ya dijo que no participaría en el esfuerzo y, aunque los Emiratos Árabes Unidos aún no hicieron comentarios públicos, su participación, probablemente, causaría una crisis en las importantes relaciones con Riad.
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Los esfuerzos de Estados Unidos por formar una coalición enfrentan serios desafíos. Israel no puede ser parte.
(Ahya Arhab / EPA)
Egipto podría ser un posible socio, porque es el país más afectado por el tráfico marítimo que se desvía del Canal de Suez. El Cairo, también tiene un historial de objetar a Irán y sus representantes. Pero otros países, también pueden decidir asociarse a la coalición, debido al costo financiero de los ataques hutíes a las rutas comerciales, incluido Qatar y, quizás, China.
Egipto podría ser un posible socio, porque es el país más afectado por el tráfico marítimo que se desvía del Canal de Suez.
Cuando Irán juega con fuego, al permitir que los hutíes se comporten como piratas marítimos, no sólo hace avanzar las armadas occidentales hasta el Mar Rojo, sino que también corre el riesgo de causar daños económicos a algunos de sus propios aliados, si tuvieran que navegar alrededor de África para transportar sus mercancías.
Washington haría bien en estudiar las razones detrás del fracaso de la coalición saudí, en la guerra contra los hutíes. La primera lección que hay que aprender es que no hay manera de ganar una guerra sólo desde el aire. Las fuerzas yemeníes que lucharon contra los rebeldes en tierra, con respaldo saudí, eran débiles y no estaban suficientemente entrenadas. La coalición liderada por Estados Unidos contra ISIS tuvo mucho éxito, gracias a la dedicación de las fuerzas kurdas que fueron bien entrenadas por los estadounidenses.
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La primera lección que hay que aprender es que no hay manera de ganar una guerra sólo desde el aire.
(Ynet)
Las preocupaciones sauditas sobre las posibilidades de que una coalición militar formada por Estados Unidos derrote a los hutíes son comprensibles. Temen que el esfuerzo pueda causar una guerra total e insisten en que la única manera de tener éxito sería perseguir al régimen mulá en Irán y no tras sus representantes, como ocurre con el control de Hezbolá en el Líbano y los chiítas. De no ser así, temen que Occidente y sus aliados estén tratando un tumor canceroso con nada más que Tylenol, aún cuando sea la versión extra fuerte.
El Dr. Yaron Friedman es un investigador del chiísmo y de la secta alauita y graduado de la Universidad de la Sorbona de París.