Mientras los israelíes salen cada semana a las calles para manifestarse contra las controvertidas reformas judiciales del primer ministro Benjamin Netanyahu, el público árabe israelí no parece tomar partido por ningún bando.
Ningún funcionario de partido árabe o líder de la comunidad ha salido en defensa o condena de la reforma planificada. Eso está muy lejos de las protestas sociales masivas de 2011, cuando tenían mucho que decir.
Los miembros árabes más prominentes de la Knesset, Ayman Odeh, Mansour Abbas y Ahmad Tibi, no han dicho una sola palabra, cuando la gente esperaba que se pusieran del lado de la oposición.
Además, la Corte Suprema es percibida como el principal órgano judicial que todavía defiende a las minorías dentro del Estado de Israel, como el sector árabe. A lo largo de la década de 1990, el público árabe israelí aprovechó la Corte Suprema para promover causas cercanas y queridas para ellos.
Pero la realidad está mostrando que las cosas no siempre salen de acuerdo con nuestras propias nociones preconcebidas. El público árabe ha descubierto que la influencia económica puede provenir de ambos lados del espectro político israelí, no sólo de la izquierda. Los negocios son los negocios. El dinero y los beneficios financieros no conocen fronteras políticas o ideológicas.
En 2019, Mansour Abbas ideó un plan en el que el beneficio político y financiero para el público que representa provendría de Benny Gantz, por lo tanto lo recomendó al entonces presidente Reuven Rivlin para convertirse en primer ministro después de las elecciones. El partido Raam de Abbas más tarde se unió a la coalición bajo el entonces primer ministro Naftali Bennett, convirtiéndose en la primera facción árabe en formar parte de un gobierno israelí.
Pero, a juzgar por su conducta desde el comienzo de la crisis judicial, parece que el liderazgo árabe está dispuesto a continuar con el enfoque pragmático, a pesar de no ver bonificaciones financieras tangibles para beneficiar a su público del actual gobierno de extrema derecha. Y el público árabe necesita fondos, especialmente a la luz del crimen desproporcionado que envuelve al sector en todo Israel.
Parecen contentos de caminar por la línea entre los dos extremos políticos israelíes, adoptando el enfoque de "no me importe". Están esperando a ver dónde podrían caer las fichas antes de alinearse. Desde esta perspectiva, el silencio del público árabe sobre las reformas judiciales parece ser una especie de prueba de fuego para su ideología de pragmatismo, con la esperanza de crear una cooperación sostenible con los políticos judíos.
En un momento en que las fuerzas de las FDI atacan periódicamente las principales ciudades palestinas, dejando a los lugareños muertos o heridos mientras persiguen a los terroristas, agitando a la comunidad internacional que todavía sueña con una solución de dos estados y acercándose cada vez más a una tercera intifada, esto podría ser una buena noticia.
(*) El doctor Doron Matza (Ph.D. de la Universidad Ben Gurion del Negev) se especializa en cuestiones palestinas, árabes israelíes, el conflicto árabe-israelí y Medio Oriente. Ha ocupado altos cargos en los sistemas de defensa e inteligencia de Israel